Brasil

El Brasil de Lula convierte la defensa de Vinícius Jr. en una cuestión de estado

El delantero del Real Madrid se erige como símbolo mundial de la lucha contra el racismo

Joaquim Piera
3 min
El futbolista brasileño Vinícius Júnior.

São PauloDurante los cuatro años oscuros de Jair Bolsonaro en la presidencia de Brasil, la cantante de funk Anitta fue un faro que iluminó una generación de chicas adolescentes y jóvenes, a quienes empoderó para que se vistieran y se comportaran como les diera la gana, a pesar de la presión social de las iglesias evangélicas en los barrios más pobres. Brasil ha vivido en los últimos meses el nacimiento de un nuevo símbolo para millones de jóvenes: Vinícius Júnior.

El delantero del Real Madrid, de 23 años, es enaltecido por la lucha contra el racismo en el fútbol español, pero de una forma acrítica. Se le alaba, pero en los medios brasileños no hay un debate ni se quiere averiguar los motivos futbolísticos, personales y sociales que han llevado a que Vinícius sea el único jugador afrodescendente de su equipo y de toda la Liga que recibe de forma selectiva ataques xenófobos en todas partes.

A diferencia de Anitta, que luchaba contra un gobierno de extrema derecha y tenía en contra a una parte de la sociedad, el futbolista carioca, nacido en un barrio paupérrimo de São Gonçalo, en el área metropolitana de Río de Janeiro, cuenta con el apoyo de todas las estructuras del estado, desde que en mayo fue insultado gravemente en un partido de Liga en el estadio de Mestalla por una parte de la afición del Valencia, con la que se encaró.

Ese mismo domingo, cuando en Brasil todavía era de noche y Japón ya se levantaba, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en una rueda de prensa de la cúpula del G7 en Hiroshima, convirtió la defensa de Ven en una cuestión de estado. Cuatro ministros, entre ellos el de Justicia y el de Asuntos Exteriores, fueron movilizados. La maquinaria diplomática brasileña se puso a trabajar, con el embajador en Madrid a la cabeza. El lunes, la vicepresidenta segunda del ejecutivo de Pedro Sánchez, Yolanda Díaz, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, recibieron llamadas desde Brasilia exigiendo que la Fiscalía abriera una investigación sobre lo sucedido en Valencia.

Antiracismo sin crítica social

Aún hoy, Vinícius se niega a agradecer, ni con un sencillo "me gusta" en las redes sociales, todo el apoyo institucional del gobierno de Lula da Silva en el último medio año. La inacción denota una equidistancia estudiada. Como si fuera un surfista –los cinco últimos campeones mundiales son brasileños–, se desliza por encima de la ola de la polarización política, nacida con el impeachment de Dilma Rousseff en 2016.

El mito del menino negro y pobre que, en lugar de posicionarse como una víctima, pasa al ataque por ser un verdugo de racistas se fundamenta en un sentimiento apolítico, que va mucho más allá de ser neutral en el combate entre la izquierda y el bolsonarismo. Es un silencio impasible, incluso ante cuestiones raciales de fondo, como la violencia policial que extermina a una generación de chicos, negros y pobres, en barrios como el que Vinícius creció y donde todavía sería si no hubiera sido futbolista.

L' antirracismo del jugador merengue va despojado de cualquier crítica social. Evoca lo que durante décadas ocurría en el país con actores y actrices de telenovelas de la TV Globo, que levantaban genéricamente la bandera del ecologismo y la defensa de la Amazonia, pero sin hacer cosquillas en el statu quo económico y político.

Activismo beneficioso

Vinícius, y su personal, tienen como objetivo ampliar la base de millones de fans para transformarlos potencialmente en clientes de los productos que anuncia. Porque, sí, el posicionamiento de activista ya impregna todas las campañas de publicidad que protagoniza.

Y esto ha coincidido con la venta de la empresa que siempre lo ha representado, la brasileña TFM Agency, en la superagencia de entretenimiento Roc Nation, con sede en Manhattan (Nueva York) y oficinas en Los Ángeles y Londres, que fue fundada en el 2008 por el rapero Jay-Z (el marido de la diva Beyoncé), al que se le calcula una fortuna personal de 2.500 millones de dólares.

La nueva filial brasileña, Roc Nation Sports Brazil, que recluta talento futbolístico local, refuerza la defensa de los derechos de los afrodescendientes como ha hecho la matriz desde siempre y en todas partes, y potencia ya la figura de Ven como un símbolo global antirracista.

El verdadero triunfo de Vinícius no es haber ganado la conciencia de millones de brasileños, sino, por primera vez en todo el planeta, haber sido capaz de aglutinar sin fisuras a dos mundos a favor de su causa (o de su propia persona): por un lado, la opinión pública y la fuerza de una potencia regional; y por otro, la estrategia de una empresa privada líder que gestiona la carrera y la imagen de decenas de cantantes, actores y deportistas de primera línea mundial.

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