América Latina

El presidente 'millennial' que gana votos haciendo la guerra sucia contra los pandilleros

El Salvador ha dejado el primer puesto en el ranking de la tasa de homicidios con las controvertidas políticas decretadas por el presidente Bukele

Clàudia Mohedano
4 min
Agentes penitenciarios vigilan los miembros de las bandas durante el traslado de 2.000 recluidos al Centro  de Confinamiento de Terrorismo, el 24 de febrero de 2023.

BarcelonaEl gobierno del Salvador ha trasladado este miércoles a 2.000 presos más, presuntos miembros de bandas criminales, a un recinto carcelario de máxima seguridad, inaugurado recientemente y que las autoridades consideran la prisión más grande de América. Ahora ya son 4.000 los pandilleros encarcelados en el centro. El presidente del país, Nayib Bukele, lo anuncia en su cuenta de Twitter con vídeos que muestran primeros planos de los tatuajes de los presos e imágenes nocturnas de la prisión. Es la última medida de una controvertida represión de la delincuencia impulsada en el mandato de Bukele.

El Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), con capacidad para 40.000 personas, cuenta con pabellones de confinamiento, celdas de castigo, naves para talleres, control de acceso con escáner de cuerpo entero y escáner para los paquetes. La mayor parte de los reclusos pertenecen a las conocidas bandas MS-13 y Barrio 18, que operan en el Salvador. Según las cifras del gobierno, más de 65.000 personas fueron enviadas a la prisión desde que se declaró el estado de emergencia en 2022 –más de 150 personas al día–. La medida ha causado alarma entre los activistas de los derechos humanos, que denuncian que la justificación de algunas detenciones es insuficiente y que los detenidos no tienen derecho a apelar a los tribunales.

Guerra contra las bandas

El presidente del Salvador, que arrasó en las elecciones de junio del 2019, ha cambiado las dinámicas endémicas de violencia en el país. 20 días después de tomar posesión del cargo, lanzó el Plan de Control Territorial para combatir las altas tasas de homicidios que castigan el país. Los resultados se percibieron muy pronto: el 2 de septiembre de ese mismo año fue el primer día sin homicidios en la historia del país. Antes de la presidencia de Bukele, en 2018, se producían una media de 9,2 homicidios por día. El 2022 cerró con una media de 1,4. La policía se ha fijado un objetivo de 0,4 al acabar este año.

Bukele ha sido bautizado como “presidente millennial”. "Su mandato se caracteriza por un uso de las redes sociales que recuerda a Trump: se pone en contacto directamente con la gente, a través de Twitter y sus cuentas. El tema de la comunicación es uno de los más relevantes para él y su administración", explica Salvador Martí, investigador del CIDOB experto en Latinoamérica. El 26 de febrero Bukele tuiteó: "¡Hemos llegado a 300 días sin homicidios! Para ponerlo en contexto, el gobierno anterior no tuvo ni un solo día sin homicidios, y el anterior a aquel solo tuvo uno. Un día sin homicidios en 10 años. Pero, gracias a Dios, ahora vivimos en un país diferente #GuerraContraPandillas".

Esto ha hecho crecer la popularidad del presidente, aunque sus medidas no son bien recibidas por todo el mundo. Después de una oleada de homicidios a finales de marzo del 2022 en la que la banda MS-13 mató a 87 personas (del 25 al 27 de marzo fueron las jornadas más violentas desde la guerra civil que sufrió el país entre 1979 y 1992), Bukele decretó un régimen de excepción que se ha prorrogado hasta hoy. Los activistas de los derechos humanos y los grupos a favor de la democracia subrayan los riesgos a los que se enfrenta la democracia del Salvador, puesto que los derechos constitucionales quedan suspendidos por un estado de emergencia indefinido. Human Rights Watch y Cristosal, una ONG local, alertan de las violaciones de derechos humanos, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y muertes bajo custodia policial durante el régimen de excepción. También las Naciones Unidas denuncian un “uso innecesario y excesivo de la fuerza”.

“En el triángulo norte [Guatemala, Honduras y el Salvador] no hay ningún respeto por los derechos humanos en el ámbito penitenciario. La justicia está colapsada y la policía y las fuerzas armadas son impunes. Evidentemente, hay violaciones sistemáticas de derechos humanos. Es lo que se llama, ya hace mucho tiempo, populismo punitivo, mano dura, que en el Salvador ha funcionado en los últimos 30 años", dice Martí, que añade: “Son políticas que van en contra de los derechos humanos, que violan todos los protocolos con impunidad, pero tienen rentabilidad electoral a corto plazo”.

Negociaciones secretas

Detrás de la reducción de la tasa de homicidios hay también acuerdos entre el gobierno y las bandas. Los Estados Unidos han acusado a la administración de Bukele de llegar a acuerdos secretos con MS-13 para reducir el número de asesinatos en el Salvador y crear la percepción de que el gobierno está reduciendo la tasa de homicidios. Varios directores de prisiones aseguraron que, en diferentes ocasiones, mantuvieron reuniones con jefes de bandas. Washington impuso sanciones económicas a miembros de la administración por haber liderado las negociaciones.

A pesar de ser descrito por algunos como un “autócrata” y de autoproclamarse –a partir de las críticas– el “dictador más cool del mundo”, Bukele tiene un apoyo del 90%, según CID Gallup, una cifra que lo convierte en el dirigente más popular del continente. Un 84% de los salvadoreños consideran que la seguridad ha mejorado desde la puesta en marcha de la “guerra contra las bandas” y un 68% están totalmente a favor de implementar medidas más duras. "Bukele tiene todos los números para erosionar las instituciones democráticas; por lo tanto, es probable que desemboque en un régimen autoritario", explica Martí, que recuerda: “Estamos hablando de países que han vivido una guerra civil que descompuso el estado”.

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