Elecciones en Venezuela

Venezuela, agrietada y resistente

El país caribeño atraviesa un momento convulso donde ni el chavismo ni la oposición pueden retroceder porque se juegan todo

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Familiares de manifestantes contra Maduro detenidos aguardan en el exterior de una comisaría, este jueves en Caracas.

CaracasLa última semana en Venezuela ha sido estremecedora. Los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio han desencadenado una serie de eventos que han conmocionado al país y gran parte del mundo, que ha ido tomando partido en una guerra de relato entre el chavismo y la oposición, en la que ambas facciones sostienen que han ganado los comicios. Las acusaciones cruzadas de fraude electoral, de golpe de estado fascista, la ruptura de relaciones diplomáticas, las movilizaciones masivas en las calles, la clandestinidad y la intervención del poder judicial han sido todos ingredientes de días políticamente convulsos en Venezuela, en los que todo un país ha aguantado la respiración, velando por cada movimiento, con pocas horas de sueño y demasiadas horas de angustia. La represión, la persecución, las más de 800 detenciones y las 20 muertes registradas hasta ahora en enfrentamientos forman parte, también, de una semana dolorosa y amarga para Venezuela.

Nicolás Maduro, hijo político de Hugo Chávez, presidente desde 2012 y reelegido oficialmente según datos del Consejo Nacional Electoral (CNE) con el 51% de los votos, ha acusado a su rival en las urnas, Edmundo González –que debería obtenido un 44% de apoyo– de promover una insurrección junto a la líder antichavista María Corina Machado, de la mano del gobierno de Estados Unidos y de la ultraderecha global, en la que incluye nombres como Javier Milei, Jair Bolsonaro, Vox o Elon Musk. La oposición sostiene que Maduro ha cometido fraude electoral y pide que el poder electoral haga públicas las actas en las que se registran los votos para que puedan verificarse los resultados oficiales que, asegura, son falsos. En esta contienda ha entrado el Tribunal Supremo de Justicia venezolano, a petición de Maduro, así como diferentes actores internacionales, desde estados hasta organizaciones transnacionales como el G7 o la Organización de Estados Americanos (OEA), que han generado presión a favor de una mayor transparencia en el proceso electoral.

Presión internacional

Cuba, Nicaragua, Honduras, Bolivia, China, Rusia e Irán son algunos de los países que enseguida reconocieron los resultados del CNE. Maduro ha roto relaciones diplomáticas con Chile, Argentina, Uruguay, Perú, Panamá, Costa Rica y República Dominicana al considerar que están interfiriendo en la política interna venezolana, mientras que los socios habituales del chavismo, los presidentes Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Andrés Manuel López Obrador (México) se suman a la petición de mayor transparencia antes de que haya más muertes en la calle, dijeron. Estados Unidos da por ganador a Edmundo González e invita al chavismo a iniciar una transición pacífica. En todo ello, ha sido decisivo el informe del estadounidense Centre Carter, uno de los observadores internacionales invitados a Venezuela por el propio chavismo, que concluía que los comicios no podían considerarse democráticos. “Por primera vez en mucho tiempo, la dinámica general está a favor de la oposición”, dice la politóloga Ana Milagros Parra en conversación con el ARA. "Además, vemos un chavismo errático que está utilizando toda la represión que puede para intentar desmoralizar a la gente".

Ola represiva

Familiares de detenidos aguardan a las puertas de una comisaría de la Policía Nacional Bolivariana en el barrio de Boleíta. La mayoría son madres de jóvenes que llevan desde el lunes tomados por la policía en el marco de las protestas contra los resultados electorales. “No somos las personas de apellido, como dice el gobierno –asegura al ARA la madre de un chico de 18 años, detenido–. Estamos los pobres, que somos los que siempre acabamos pagando”. Otra narra cómo detuvieron a su hija de 20 años: “Salimos a ver la protesta, ni siquiera a participar –dice– y la Guardia Nacional lanzó bombas lacrimógenas; ella se quedó como ciega en medio de la desesperación, la cogieron y se la llevaron”. Relata que su nieta, de dos años, pregunta por su madre todas las noches. La angustia crece mientras pasan las horas y carecen de noticias de sus hijos. Una de ellas se enoja. “Dicen que nuestros hijos son delincuentes y desestabilizadores del orden público, pero lo que no cuentan es que los colectivos [grupos armados del chavismo] nos están matando en los barrios populares, que tenemos toque de queda a las seis de la tarde y que la gente teme salir a la calle –denuncia– y pretenden que nos quedemos callados”, dice aguantándose el llanto.

Juristas de la organización de derechos humanos Foro Penal recogen las denuncias de desaparición en las puertas de la comisaría. Ya son 891, entre ellas 89 menores de edad, acusados ​​de terrorismo y traición a la patria, entre otros delitos. Johan Ángel, miembro de la organización, explica al ARA que a los detenidos no se les permite el contacto con ningún abogado privado de su confianza. "El régimen de Maduro está vulnerando el derecho a la defensa", dice. El coordinador de la ONG Provea, Óscar Murillo, confirma los 20 muertos y apunta a una "represión virulenta que ha generado un clima de terror entre la población venezolana" .

Libertad versus independencia

Ideológicamente, el chavismo y la oposición se perciben irreconciliables. Mientras los partidarios de Maduro defienden la independencia y la soberanía nacional y sobre los abundantes recursos naturales de Venezuela, los planes de Machado y González incluirían un plan económico liberal clásico, fomentando el libre mercado y las privatizaciones, e introduciendo así, dicen, Venezuela en el “mundo libre” para fomentar el retorno de los millones de migrantes en los últimos años. Aunque muchos votantes de la oposición no se consideran liberales ni de derechas, aseguran sentirse "agotados" después de "25 años de régimen autoritario" y apuestan urgentemente por el cambio. Los chavistas, por su parte, están seguros de que están "en el lado correcto de la historia".

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