Asia

Alarma y mano dura contra los 'terroristas del sushi' en Japón

Jóvenes lamiendo el sushi que se comerá otra persona o lamiendo tazas de té que devuelven a la estantería, las bromas virales que han indignado al país

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Un restaurante Kaitenzushi en el Japón

PekínEn Japón, la broma de poner los palillos personales en un bol común de condimento en un restaurante, saltándose cualquier medida de higiene, se ha saldado con detenciones. Las autoridades niponas se han puesto duras para combatir la oleada de canalladas en restaurantes populares que han provocado alarma social. El contundente mensaje después de las detenciones es que Japón no tolerará que se juegue con la comida en los restaurantes ni que se ponga en riesgo todo un sector económico. Las autoridades libran una batalla contra lo que se ha bautizado como el terrorismo del sushi.

Desde finales del año pasado se han viralizado en las redes sociales, como TikTok o Twitter, bromas pesadas en restaurantes que ponen en entredicho su salubridad. Son vídeos en los que aparecen jóvenes chupando botellas de salsa de soja comunes o tazas de té que vuelven a dejar en las estanterías para ser usadas. Las bromas son muy desagradables, puesto que en algún vídeo se ve incluso cómo se ensucian con saliva platos limpios, listos para ser utilizados por el siguiente cliente.

Los establecimientos más afectados son los que se conocen como kaitenzushi, locales muy populares para comer sushi a buen precio. Su peculiaridad es que utilizan una cinta transportadora por donde circulan los platos de sushi que el comensal coge a su gusto y después paga según el número de platos acumulados en la mesa. Hay vídeos en los que se ve al protagonista ensuciándose con saliva el dedo y pasarlo por encima de las piezas de sushi que circulan en las cintas transportadoras del restaurante. Incluso algunos “graciosos” rocian las piezas de sushi con desinfectante de manos.

Los restaurantes kaitenzushi se han convertido en todo un símbolo de la cultura japonesa: siempre han mostrado el orgullo de unir el uso de la tecnología con el sushi, dos factores que identifican al país. Los vídeos han indignado a la población de un país donde la atención al cliente y la higiene están muy valoradas.

Ante la alarma social y el amplio seguimiento mediático, muchas cadenas del sector kaitenzushi han optado por parar las cintas transportadoras y replantearse el servicio para entregar los pedidos directamente en las mesas. También han anunciado que recurrirán al uso de la inteligencia artificial para monitorear a los clientes y detectar malos comportamientos.

Ahora las bromas pesadas han pasado a considerarse delitos que, además, tienen un alto coste económico. Hay que tener en cuenta que el kaitenzushi es una industria que movió cerca de 5.400 millones de dólares en el último ejercicio fiscal. Los vídeos han provocado una caída de clientes y las cadenas de sushi han visto cómo las acciones han perdido valor desde principios de año. Desde el sector, se ha denunciado que el mal comportamiento les hace perder la confianza con el cliente.

"Obstrucción de la actividad empresarial"

"Obstrucción de la actividad empresarial" es el cargo al que se enfrentan los últimos dos detenidos, Toshihide Oka y Ryu Shimazu, según la agencia de noticias Kyodo. Los dos superan la treintena y no pueden aducir errores de adolescente. Los acusados han alegado que solo querían “hacer reír a la gente”. Para conseguirlo uno de ellos se grabó comiendo directamente con sus palillos del bol de jengibre adobado que estaba a disposición de todos los comensales en un restaurante de la popular cadena Yoshinoya. En Japón, muchos restaurantes tienen un surtido de diferentes tipos de salsa y adobados para añadir a los platos, especialmente a las sopas con fideos, especialidad de esta cadena. Los clientes se sirven ellos mismos, con las correspondientes cucharas o pinzas, que, evidentemente, no se chupan ni comparten.

El vídeo fue ampliamente reproducido en las redes sociales y, evidentemente, a la cadena Yoshinoya no le hizo gracia. Al detectar el vídeo en febrero, la empresa presentó una denuncia. Yoshinoya, que tiene más de mil restaurantes en Japón y una amplia expansión en el resto de Asia, teme por su reputación. El restaurante de la ciudad de Osaka, donde fue grabado el vídeo, fue cerrado temporalmente y desinfectado.

Los acusados también se enfrentan a cargos de “destrucción de la propiedad” por contaminar el recipiente y el jengibre. Pueden ser condenados hasta un máximo de seis años de prisión y alrededor de 5.550 euros de multa.

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