¿Por qué Corea del Sur es un país tan polarizado?

La vida política del país está marcada por un enfrentamiento cainita y la continua judicialización

Manifestantes en contra del presidente surcoreano Yoon Suk Yeol, este jueves en Seúl.

PekínLa política surcoreana refleja el malestar de la sociedad y las divisiones internas del país. Según las últimas encuestas, los ciudadanos creen haber perdido derechos y poder adquisitivo. Se ha disparado el precio de la vivienda, los sueldos se han estancado y la vida resulta más difícil. Según el Fondo Monetario Internacional, la economía surcoreana crecerá sólo el 2,3% en 2024. Los jóvenes tras superar el competitivo sistema educativo se enfrentan a las dificultades para encontrar trabajo y en un mercado laboral sin incentivos. La tasa de natalidad es la más baja de todo el planeta y la población envejece. La división entre las generaciones jóvenes y la gente mayor se ha agravado.

En las últimas elecciones otro factor que estuvo muy presente fue la guerra de género. Algunas de las reivindicaciones de las mujeres, como implementar políticas de discriminación positiva en el mercado laboral o ayudas para la maternidad, han sido combatidas ferozmente por la generación de hombres de entre 20 y 30 años. Las redes sociales han amplificado el debate en el que los hombres creen que las mujeres tienen demasiados derechos, y se quejan de que están exentas del servicio militar obligatorio para ellos. Los políticos no han dudado en buscar votos en el descontento. cambio, el conservador Yoon optó por reclamar el voto de los hombres presumiendo de antifeminista y prometiendo el fin de las políticas de discriminación positiva.

En las elecciones el voto se decide más en función del castigo para que no gane uno de los candidatos que por convencimiento. En las últimas presidenciales, en 2022, Yoon Suk-yeol ganó por menos de un punto de diferencia, dato que demuestra el alto grado de división de la sociedad. En parte, por estas y otras razones podría decirse que el ejercicio de la presidencia en Corea del Sur está reservado a los valientes. Desde la conquista de la democracia, en 1987, se han sucedido las peticiones de destitución, denuncias y condenas en prisión contra presidentes, de uno u otro lado político. La vida política está marcada por la polarización y una de sus consecuencias ha sido la excesiva judicialización.

La gente sosteniendo velas y rótulos durante una manifestación para pedir la dimisión del presidente surcoreano Yoon Suk-yeol en Seúl.

Puñetazos en el Parlament

La vida parlamentaria es agitada y los debates tensos. Han quedado fácilmente en el recuerdo imágenes de televisión en las que los legisladores han llegado a pelearse a puñetazos y patadas en el Parlament. Pero toda esta tensión contrasta con el respeto por la democracia, puesto que a pesar de las denuncias cruzadas y las manifestaciones en las calles, las transiciones de gobierno siempre han sido pacíficas y respetando la legalidad democrática.

A raíz de la declaración de la ley marcial, poco después rechazada por el Parlamento y retirada finalmente por Yoon, estos días la sociedad civil ha salido de nuevo a la calle en defensa de la democracia, como ya hizo en la década de los años 80 del siglo pasado. Fue entonces la presión de las manifestaciones en las calles lo que derribó a los gobiernos autoritarios (1948-1987) y democratizó el país. Pero en el sur de la península de Corea, en todo caso, la política es cainita, la oposición se ejerce ferozmente y sin concesiones y las querellas son habituales.

El sistema puede estar contaminado por la búsqueda de liderazgos carismáticos más que por proyectos políticos de largo recorrido. La población vota a un líder más que un programa y el mandato se limita a sólo cinco años, por lo que enseguida se activan mecanismos de desgaste. Investigar y llevar a juicio a los antecesores se ha convertido en casi una tradición. Desde las primeras elecciones democráticas tres presidentes han cumplido penas de cárcel y un cuarto se suicidó mientras era investigado por cohecho. Y en estos momentos Yoon Suk-yeol puede ser no sólo depuesto si prospera la moción de censura, sino que también se puede enfrentar a un juicio por insurrección que podría acarrear pena de muerte.

Es cierto que Corea del Sur se ha convertido en la cuarta economía de Asia, que el país está orgulloso del sistema capitalista y de su desarrollo tecnológico. Puede decirse que su éxito es casi un anuncio, especialmente frente al vecino del norte, de las bondades de la democracia. Además, ha sabido seducir con un inteligente soft power. El mundo adora a los sus ídolos del K-pop y consume con entusiasmo sus series, por ejemplo, El juego del calamar. Pero bajo la modernidad subsiste una sociedad encorsetada, donde sigue existiendo demasiada promiscuidad entre el gobierno, el ejército y los grandes conglomerados industriales. No por casualidad Samsung ha estado presente en la mayoría de los casos de corrupción que han afectado a los presidentes.

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