Sudeste Asiático

Aung San Suu Kyi, imputada por "importación ilegal" por la policía en Birmania

El personal sanitario se subleva contra el golpe de estado y se niega a trabajar bajo el régimen militar

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Personal sanitario del Hospital General de Rangún ponen para protestar contra el golpe de estado.

La policía birmana ha presentado cargos este martes contra la que hasta el lunes era la líder de facto del país, Aung San Suu Kyi, que sigue bajo custodia del ejército y en paradero desconocido. Se la acusa de haber importado ilegalmente equipación de comunicaciones, después de que en el registro en su casa –perpetrado después de detenerla el lunes durante el golpe de estado militar– encontraran dos radios tipos walkie-talkie que habrían sido importadas ilegalmente y utilizadas sin permiso, según la declaración policial.

El comunicado anunciaba, además, que Suu Kyi estará detenida al menos hasta el 15 de febrero. La policía también ha presentado cargos contra el presidente electo del país, Win Myint, por ofensas dentro de la ley de gestión de desastre.

La noticia de las imputaciones policiales llega el mismo día que se materializa una primera rebelión social contra el ejército birmano, que el lunes asumió el poder en Birmania con un golpe de estado. El personal sanitario de 74 centros hospitalarios de Birmania se ha unido a una campaña de desobediencia civil impulsada en las redes sociales y se niega a trabajar a las órdenes de los militares.

El primer movimiento organizado de resistencia al golpe de estado lo lideran médicos, enfermeras y especialistas médicos de 74 hospitales de 30 ciudades diferentes, que han colgado fotografías de su protesta en las redes sociales vestidos con equipos de protección sanitaria y con eslóganes en inglés. También en las redes, algunos médicos del ejército birmano les han respondido: "Nosotros, el equipo médico del Tamadaw [nombre que dan al ejército en Birmania], estamos preparados para cuidar a nuestro pueblo y a nuestro país sin vosotros".

Ignasi Calbó. Rangun

La huelga de médicos llega cuando el país ya ha pasado lo peor de la pandemia de covid-19, y los hospitales no viven ningún colapso, pero su movimiento es una señal cotundente contra el ejército y podría animar otras protestas. Cuando llegó el golpe de estado el lunes, la media semanal de contagios y muertes por covid-19 en el país era de 340 y 10 diarias, respectivamente, y ya se había dejado atrás el pico de la pandemia, que fue a lo largo del mes de noviembre, según datos oficiales. Con todo, el virus ya ha matado a más de 3.100 birmanos, una de las cifras más altas de la región.

En el comunicado colgado en las redes por el Movimiento de Desobediencia Civil, los trabajadores sanitarios acusan al ejército de poner sus intereses personales por delante de los de la población. "Rechazamos obedecer ninguna orden de un régimen militar que ha demostrado que no tiene ninguna consideración por nuestros pobres pacientes", añaden. En muchas imágenes de la protesta, los trabajadores sanitarios llevan lazos rojos como símbolo de resistencia al golpe de estado (el rojo es el color de la Liga Nacional por la Democracia, el partido de Aung San Suu Kyi) y en algunas hacen el saludo con tres dedos, y así adoptan el señal de protesta de las manifestaciones pro democracia del año pasado en el estado vecino de Tailandia y que proviene de la película Los juegos del hambre.

Si bien el día después del golpe de estado estuvo marcado por una calma tensa en todo país y no se registraron las protestas que había pedido Aung San Suu Kyi, el martes por la noche la oposición al golpe de estado se hizo oír con una gran cacerolada en Rangún, la ciudad más grande del país. Los conductores hicieron sonar los cláxones y los vecinos salieron a las ventanas para expresar finalmente de manera audible su rechazo al golpe de estado militar, que desembocó en el encarcelamiento de la Nobel de la paz Aung San Suu Kyi, líder del partido que el 8 de noviembre obtuvo una victoria apabullante en las urnas.

En medio de la cacerolada, muchos ciudadanos gritaban: "Larga vida a la madre Aung San Suu Kyi", según informa Efe desde Rangún. Como respuesta a todo ello, el nuevo ministerio de Información –el ejército nombró un nuevo gobierno el mismo lunes por la noche– emitió un comunicado para pedir a la ciudadanía que evite "extender rumores en las redes sociales" e "incitar disturbios".

Mientras tanto, llegaban desde Nueva York noticias decepcionantes para la población birmana: China vetó una condena explícita del golpe de estado en el Consejo de Seguridad de la ONU, como era de esperar. Aún así, esta mañana, los ministros de Exteriores del G-7 sí han emitido un comunicado para condenar la ocupación del poder en Birmania por parte de los militares.

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