Transición energética

Bruselas propone incluir el gas y la energía nuclear en la transición verde

El proyecto de clasificación de la Comisión plantea seguir construyendo nucleares hasta 2045 y plantas de gas hasta 2030

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NUCLEAR SIN HUMOS? El consumo de tabaco en el interior de la central nuclear de Ascó ha sido denunciado por el informe del Consejo  de Seguridad Nuclear.

BarcelonaLa Comisión Europea ha aprovechado la fiesta del primer día del año para hacer pública su polémica propuesta de taxonomía, es decir, la clasificación de las fuentes de energía que tienen que recibir inversión de los fondos destinados a la transición energética impulsada para combatir la emergencia climática. Tal como se veía a venir desde hace semanas, a raíz del intenso debate en el seno de la UE azuzado por la crisis energética, tanto el gas natural como la energía nuclear son consideradas por Bruselas fuentes de energía válidas para la descarbonización de la economía. Una postura que topará con el rechazo de buena parte del Parlamento Europeo, tal como ya han avanzado varios miembros del Partido Verde en Twitter este mismo sábado.

La propuesta que hace la Comisión, y que tiene que ser aprobada con mayoría simple por la Eurocámara y por el Consejo con dos tercios de los estados miembros , permitiría seguir construyendo nuevas centrales nucleares hasta 2045 y nuevas plantas de gas natural hasta el 31 de diciembre de 2030. A pesar de los varios condicionantes que impone la propuesta, detallada en un documento de 60 páginas al cual ha tenido acceso el ARA, la inclusión de la energía nuclear y el gas natural en la taxonomía supondría a la práctica que buena parte de las inversiones previstas en el Green Deal (un billón de euros que provendrán la mitad de los presupuestos y la otra mitad de la movilización de inversiones públicas y privadas) pueden ir a parar a estas dos fuentes de energía.

El borrador filtrado asegura que expertos científicos de los estados miembros han llevado a cabo un análisis tanto de la energía nuclear como del gas natural y han llegado a la conclusión que tanto la una como el otro "poden contribuir a la mitigación del cambio climático". Pero a nadie se le escapa que se trata más bien de una cesión política; de dos, de hecho. Por un lado es una victoria para Francia, que asume también este 1 de enero la presidencia rotatoria de la Unión Europea y que ha hecho batalla de la inclusión de la energía nuclear en el paquete verde: el 70% de la electricidad que consume el país viene de la energía nuclear y el presidente Emmanuel Macron ha apostado para incrementar todavía más su producción como medida para combatir tanto la crisis energética como la crisis climática.

De otra, una victoria para Alemania, que se oponía a la petición de Francia en favor de las nucleares (el país tiene previsto consumar su apagón nuclear total el 31 de diciembre de este año que arranca), pero en cambio reclamaba incluir el gas, después de haber salido adelante con el gasoducto Nord Stream 2, que llevará más gas desde Rusia hasta Alemania, a pesar de las voces críticas que tanto en Europa como en los Estados Unidos denunciaban el proyecto como una forma de incrementar todavía más la dependencia energética de Moscú.

Energías de transición

La energía nuclear no genera emisiones de CO2 pero los residuos radiactivos que produce podrían "dañar otros objetivos medioambientales europeos" como la biodiversidad. Ahora, sin embargo, la propuesta presentada por Bruselas asegura que la revisión científica de esta cuestión ha concluido que con las medidas legislativas y estándares que les fija la UE, las plantas nucleares dan "suficiente confianza" para seguir utilizándolas.

El gas natural, por su parte, emite la mitad de CO2 que el carbón y cerca de un 30% menos de emisiones que el petróleo, y por eso muchos estados, y también expertos, lo recomiendan como energía de transición hacia las renovables. Tampoco genera partículas PM2,5 ni PM10, que son las que provocan afecciones respiratorias, pero sí que emite mucho metano, un potente gas de efecto invernadero que calienta hasta 35 veces más que el CO2 a pesar de que dura mucho menos tiempo en la atmósfera. En todo caso, el gas (excepto el derivado de residuos como el biogas) es un combustible fósil y por eso otras muchas voces, empezando por las ONG medioambientales, se oponen a usarlo como energía de transición.

Según el texto de la propuesta filtrado este sábado, sin embargo, se podrán construir nuevas plantas de gas natural si incorporan "algun sistema de captura de CO2" o bien si usan "un 30% de gas renovable [como el biogas producto de la descomposición de residuos] o gas pobre en carbono a partir del 1 de enero de 2026" y se comprometen a elevar esta proporción "al 55% a partir del 1 de enero del 2030, y cambiar a gas renovable o pobre en carbono de forma total a partir del 31 diciembre de 2035". No obstante, el borrador deja claro que estas dos alternativas, tanto la energía nuclear como el gas, se podrán usar "siempre que las renovables no estén todavía disponibles en una cantidad suficiente" para cubrir la demanda energética que generan.

"La Comisión Europea propone que las inversiones en gas sean consideradas verdes hasta 2030 y la nuclear hasta 2045. El Parlamento Europeo tiene capacidad legal para bloquear esta propuesta, y tenemos que hacerlo para salvar Green Deal", ha tuiteado enseguida Ernest Urtasun, eurodiputado de los Verdes, que ha considerado significativo también que la propuesta se haya filtrado un 1 de enero.

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