Turquía

Erdogan, la balanza entre el Kremlin y Occidente, va a Ucrania

El presidente turco inicia una visita de dos días en calidad de mediador, junto con el secretario general de la ONU

Erdogan y Putin despidiéndose ayer después de su reunión a la ciudad rusa de Sotxi.
18/08/2022
3 min

EstambulEl presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, visitará este jueves Ucrania por primera vez desde que la guerra estalló. Irá haciendo gala de su figura de mediador, que tanto ha querido explotar desde el inicio de la invasión. La visita de dos días lo llevará, antes de nada, a la ciudad de Lviv, donde empezarán las reuniones con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, y la presencia de las Naciones Unidas, representada por el secretario general, António Guterres. Al día siguiente, los tres mandatarios visitarán el puerto de Odesa, epicentro del acuerdo de los cereales y desde donde muchos de los barcos comerciales salen para atravesar el mar Negro. Guterres, por su parte, visitará el centro de coordinación de Estambul un día más tarde.

Según el comunicado del Gobierno turco, “todos los aspectos de las relaciones estratégicas entre Turquía y Ucrania se evaluarán durante las reuniones del presidente Erdogan con su homólogo ucraniano”. Por lo tanto, además de revisar el acuerdo de los cereales, Erdogan y Zelenski buscan volverse a ver las caras para evaluar varios aspectos que juegan un papel importante en las relaciones entre los dos países: la compra de decenas de drones de fabricación turca por parte de Kiev han ayudado, y mucho, a repeler a las tropas rusas.

En cuanto a la presencia de las Naciones Unidas, un portavoz de Guterres dijo que los líderes no solo discutirán "la necesidad de una solución política a este conflicto", sino también las cuestiones relacionadas con la seguridad de la central nuclear de Zaporiyia, ahora mismo asediada. Kiev y Moscú se acusan mutuamente de bombardear los alrededores de la central, en medio de una preocupación obvia por la posibilidad de un accidente nuclear.

Vínculos con Putin

Ucrania quema desde hace casi seis meses y las bombas nunca han dejado de caer sobre su población. Desde el primer momento, Turquía ha hecho un esfuerzo diplomático para mantener el contacto con las partes y establecer una paz que ahora mismo parece imposible de lograr. Y en un momento en el que las delegaciones de los dos países enfrentados no quieren ni coincidir en la misma mesa, Turquía asume un papel de facilitador para garantizar que el grano parado en los puertos del mar Negro llegue a los mercados mundiales. Pero la mediación, además de ser objetivamente favorable en la posible consecución de una futurible paz, deja a Turquía en una buena posición diplomática con todo el mundo.

Erdogan también se ha reunido con el presidente ruso Vladímir Putin en dos ocasiones: una en Teherán el 19 de julio y la última, el 5 de agosto, en Sochi. Porque el presidente turco sabe que –sin perjuicio del amigo ucraniano– una buena relación con el Kremlin es una de las pocas garantías que Ankara tiene para no estrellar definitivamente la economía del país. Hay acuerdos para dar y regalar: comerciales, turísticos, energéticos y militares, entre otros. Los dos líderes se necesitan mutuamente y ahora quizás Putin también tiene las de perder si las relaciones se tuercen: Moscú vive asediada por la ola de sanciones y Ankara ha sido la única voz escuchada en Occidente que se ha mostrado imparcial. Por lo tanto, sin rastro de sanciones en el horizonte, el Kremlin ve en el socio de Anatolia un apoyo.

Además, Ankara no solo compra gas ruso, también acordó en Sochi hacerlo en rublos y, a partir de ahora, varios bancos turcos implementarán la forma de pago Mir, ideada por Moscú, que permitirá a los ciudadanos rusos hacer transacciones a territorio turco. Por ahora, la balanza de Erdogan parece funcionar: Occidente tiene un canal de interlocución con Moscú y Putin ve una vía para atenuar el golpe de las sanciones gracias a la buena predisposición turca.

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