¿Por qué la estabilidad en Ucrania es de "vital importancia" para los Estados Unidos?

Washington y Moscú se reúnen este lunes en Ginebra en una semana clave de encuentros

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Un grupo de soldados del ejército ucraniano durante un entrenamiento a la región del Donbass en una imagen de archivo.

WashingtonEn la última comparecencia ante los medios de comunicación, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, no salió del guion que hace días y días que repite en relación con la situación en Ucrania. "Las acciones agresivas de Rusia son una amenaza a la paz y la seguridad en Europa. Estamos preparados para responder con contundencia a cualquier agresión rusa", dijo, poco antes de embarcar en dirección a Ginebra para las reuniones de este lunes para tratar de resolver de manera diplomática el polvorín ucraniano. La semana se augura clave.

Joe Biden no está dispuesto a que vuelva a pasar lo mismo que en 2014, cuando los Estados Unidos dejaron que Rusia atravesara una línea roja con la invasión en Crimea. Biden, entonces vicepresidente de Barack Obama, presionó tanto como pudo para hacer "pagar con sangre y dinero" la agresión, pero no hubo contrapartida feroz. Ahora, como líder de los EE.UU., Biden cambia el discurso y, según sus asesores, ya ha advertido a Putin de que "las cosas que no se hicieron en 2014, estamos preparados para hacerlas".

La implicación de los Estados Unidos en todo lo que pase en Ucrania es capital para los intereses norteamericanos. Ucrania es la puerta de entrada de Rusia al este de Europa, y un punto estratégico para el acceso al mar Negro –y, de ahí, tener más fácil llegar al Mediterráneo, el Próximo Oriente o el norte de África–. Además, permitir a Rusia recuperar influencia en la región y tener alrededor satélites bajo su poder sería nefasto para unos EE.UU. que todavía ven a Moscú como uno de los principales adversarios mundiales.

No es nada nuevo. Pocos años después del colapso de la Unión Soviética, el entonces asesor en seguridad nacional Zbigniew Brzezinski defendía que la nueva estrategia norteamericana post Guerra Fría implicaba tener una alianza clave con países como Ucrania que hiciera de contrapeso capital en la zona. "No se puede enfatizar lo suficiente que sin Ucrania Rusia deja de ser un imperio, pero que con una Ucrania sobornada y después subordinada Rusia se convierte automáticamente en un imperio", escribió en 1994 en la revista Foreign Affairs.

La mejor manera de disuadir a Putin

El primer punto importante en todo esto es el papel de tapón que hace en cuanto a posibles intereses de expansión territorial rusos. "El establecimiento de los estados independientes de Ucrania y Bielorrusia después de la caída de la Unión Soviética en 1991 trasladó las fronteras de Rusia centenares de kilómetros hacia el este y creó de facto un vacío entre Rusia y la Europa Central. Los Estados Unidos y Europa han confiado en este amortiguador para reducir considerablemente sus ejércitos", escribía hace unos días Frederick Kagan, director del Critical Threats Project, una idea del American Enterprise Institute para poner de manifiesto las amenazas a la seguridad nacional de los EE.UU.

Para Kagan, defender e involucrarse en la situación ucraniana es "de vital importancia", especialmente porque "es la mejor manera de disuadir a Putin".

De aquí nace, en parte, el interés de Washington, constante y permanente, por que Ucrania forme parte de la OTAN cuanto antes mejor. "No hay duda de que los líderes de los EE.UU. ya tratan a Ucrania como si fuera un aliado de la OTAN", resume Ted Galen Carpenter, experto del libertario CATO Institute. Washington ya trabaja con Kíev como si fuera un miembro casi de pleno derecho, pero siempre ha habido reticencias europeas a facilitarles la entrada. Creen que entonces sí se podría detonar la ira rusa, una "provocación", en palabras de Putin, que podría desencadenar un conflicto por temor a ver amenazada su frontera con una organización militar instalada en la puerta de casa.

No proteger a Ucrania podría significar un descalabro en las actuales estrategias militares de los EE.UU. y Europa. Dejar pasar a los rusos significaría que la amenaza estaría directamente en las fronteras de Polonia y Rumanía, por ejemplo, e implicaría una movilización de tropas y seguramente un despliegue importante para tareas de contención estratégica, en una especie de nuevo Telón de Acero post Segunda Guerra Mundial, en palabras de Kagan. Por no hablar de la necesidad de hacerse más fuertes en Turquía, mal que pese a muchos de los miembros de la OTAN, para evitar convertir el mar Negro en un lago ruso, añade el experto.

A gran escala, el mensaje de debilidad que se enviaría a otro de los grandes adversarios mundial, China, sería catastrófico, especialmente después del fracaso estrepitoso de la retirada de Afganistán.

La primera línea

Actualmente, no es un asunto solo militar o territorial. Ucrania también tiene un papel fundamental en el control en términos económicos y energéticos. Hasta ahora, el paso del gas ruso hasta Europa depende de las cañerías ucranianas; de aquí el interés norteamericano y ucraniano de negarse a la construcción del Nord Stream 2, un gasoducto que tiene que circunvalar a Ucrania para llegar hasta Alemania. La alianza Washington-Kíev en este punto también es capital: los unos para tener bajo control uno de los elementos rusos del que dependen sus aliados europeos, los otros por los beneficios económicos que les supone.

Joe Biden con Volodímir Zelenski.

Hace un par de años, William Taylor, embajador norteamericano en Kíev entre el 2006 y el 2009 y encargado de negocios en el país el 2019 y el 2020, escribió en el New York Times una defensa enconada de la importancia de Ucrania en los intereses de los EE.UU. "La relación entre los Estados Unidos y Ucrania es clave para nuestra seguridad nacional", puesto que "en la competición entre democracias y autocracias, en la lucha entre la libertad y la no libertad, Ucrania es la primera línea".

Blinken sobre el diálogo con Rusia: "No esperamos grandes adelantos"

Mientras, desde la Casa Blanca se ha querido rebajar las expectativas de cara a las reuniones que, esta semana, mantendrá con Rusia. No solo el encuentro de este lunes en Ginebra, también en el consejo OTAN-Rusia que tendrá lugar el miércoles en Bruselas, dos días después de que, también este lunes, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, mantenga una reunión con el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba. 

El secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, dijo en una entrevista a la CNN que no se esperan “adelantos relevantes esta semana”. “Pondremos sobre la mesa nuestras impresiones, y los rusos harán lo mismo, y veremos si hay espacio e intenciones de seguir adelante”, ha dicho el político norteamericano en referencia a la crisis en Ucrania, donde desde Washington, Kíev y Bruselas temen una invasión de las tropas rusas. En otra entrevista a la cadena de televisión ABC, Blinken explicó que las áreas a explorar entre Washington y Moscú son “medidas que contribuyan a generar confianza y reducir el riesgo”, siempre que se adopten recíprocamente. 

Rusia exige que ni Ucrania ni Georgia puedan entrar en la alianza militar, mientras que la OTAN reitera que todos los países pueden decidir libremente si se integran en ella. El Kremlin también ha pedido que la OTAN pare las maniobras militares en las fronteras rusas, y a Washington que también aplique la moratoria unilateral sobre misiles de corto y medio alcance en Europa. Todo ello es lo que se discutirá en todos estos formatos los próximos días, mientras sobre la mesa hay nuevas sanciones a Rusia, que todavía no se han activado, y el acuerdo entre la UE y los Estados Unidos de responder con “contundencia” a cualquier agresión en Ucrania. Hasta ahora, la UE no ha mostrado sus cartas, pero seguro que estará preparada para actuar con consenso y celeridad si es necesario.

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