Observatorio

La guerra en Gaza se le vuelve en contra a Biden (y eso nos afecta)

El presidente estadounidense, Joe Biden, junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
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Mientras las muertes civiles, una gran mayoría niños y mujeres, siguen multiplicándose en Gaza, Biden afirmó que no ve posible un alto el fuego a corto plazo y esta semana añadió que la guerra terminará cuando Hamás "ya no tenga la capacidad de asesinar, abusar y hacer cosas horribles". El presidente estadounidense es desde hace mucho tiempo un firme partidario de Israel y la respuesta de su gobierno a la guerra entre Israel y Hamás así lo refleja. Un apoyo incondicional que comparte con republicanos y demócratas moderados y que no ha disminuido pese a la dura ofensiva israelí contra los palestinos, que ha dividido las bases de su partido y podría complicar su reelección.

Un 46% de los demócratas no aprueba su gestión del conflicto, según una reciente encuesta de AP. Y esta cifra aumenta entre jóvenes, afroamericanos, latinos y musulmanes, votantes que pueden ser clave para mantener la Casa Blanca más allá del 2024. En las últimas semanas ha pedido, y finalmente ha logrado, unas “pausas humanitarias” diarias de cuatro horas en el norte de Gaza. Sin embargo, muchos miembros de su partido e incluso de su gobierno lo consideran insuficiente y han escrito cartas al presidente donde le piden que exija un alto el fuego inmediato y presione más a Israel para que permita la entrada de más ayuda humanitaria en Gaza .

Biden ha explicado que ha dejado claro a Netanyahu que sería "un gran error ocupar y mantener Gaza" después de la guerra y su secretario de Estado, Antony Blinken, ha exhortado al gobierno israelí a hacer más para minimizar los daños contra civiles después de afirmar que "demasiado palestinos han muerto, demasiado han sufrido". Pero sus palabras son esto, sólo palabras, que fácilmente se lleva el viento. Por el momento no hay ningún indicio de que Estados Unidos considere la posibilidad de poner condiciones a su ayuda militar masiva a Israel, que se ha incrementado aún más desde el ataque de Hamás.

El peligro de Trump

Como en Ucrania, Biden ve la guerra de Gaza como una defensa de la democracia frente al terror y la dictadura. Es por eso que se apresuró a ligar el ataque de Hamás a Israel con el conflicto ucraniano, aunque se trate de dos crisis muy distintas. De hecho, esta defensa también la voz necesaria dentro de su país ante la nueva candidatura a la presidencia de Donald Trump y la influencia de los republicanos más escorados a la derecha.

El legado y el futuro de Biden dependerán en gran medida de estas guerras, pero también de convencer a los estadounidenses de que Trump es un peligro para la democracia de EEUU. Sin embargo, el viejo político tiene unos niveles de aprobación bajo mínimos, su mensaje económico no resuena entre sus conciudadanos y las encuestas dan como favorito a su antecesor y casi seguro rival. Un triunfo de Trump tendría consecuencias directas y globales.

Aún queda un año para las elecciones presidenciales y sus aliados confían en que Biden vuelva a superar las expectativas. Los últimos resultados electorales en Virginia, Kentucky y Ohio –donde recuperaron la Cámara de Representantes, reelegir a su gobernador y ganar un referéndum para blindar el derecho a abortar, respectivamente– muestran que el aborto sigue movilizando a los votantes demócratas, y eso los alienta. Pero las elecciones locales y presidenciales son dos cosas muy distintas y, de momento, pintan bastos para Biden.

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