Tensión en el Caribe

El Pentágono lanza un nuevo ataque contra un barco en el Pacífico que deja cuatro muertos

Este jueves comparece en el Congreso el almirante responsable de un segundo ataque sobre una presunta narco-colcha, en la que había dos supervivientes

Imágenes compartidas por el Pentágono sobre un ataque contra una presunta narco-colcha.
05/12/2025
4 min

BarcelonaEl Pentágono lanzó esta madrugada un nuevo ataque mortal contra una embarcación en el Caribe que, presuntamente, transportaba estupefacientes y que mató a cuatro hombres. Lo ha anunciado el mando sur de Estados Unidos a través de un comunicado que sostenía que "el ataque cinético legal" se había llevado a cabo contra un barco "operado por una organización terrorista designada". "Los servicios de inteligencia confirmaron que el barco transportaba estupefacientes ilícitos y transitaba por una ruta conocida de narcotráfico en el Pacífico Oriental. Cuatro narcoterroristas masculinos a bordo del barco fueron asesinados", añadía el texto emitido a través de las redes sociales.

Se trata del 22º ataque que el ejército estadounidense lleva a cabo contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico, lo que eleva el número de muertos en esta "campaña" en al menos 87 personas desde septiembre, cuando empezaron los ataques.

Estas ejecuciones se producen mientras el Pentágono está bajo el punto de mira por el ataque del 2 de septiembre, y coincidiendo con la comparecencia en el Congreso de sus responsables directos. Ese día, un misil impactó sobre la supuesta narcollancha, pero a medida que el humo se desvanecía, los militares vieron que habían quedado dos supervivientes. Fue entonces que el comandante de la operación habría ordenado un segundo ataque, siguiendo las consignas del secretario de Defensa, Pete Hegseth: "Mátelos a todos". En total, 11 personas murieron acusadas de ser narcotraficantes, en la que sería la primera acción de la administración de Donald Trump en la declarada "guerra" contra el narcotráfico.

Esta reconstrucción de los hechos –hecha por el diario estadounidense The Washington Post a partir de fuentes de primera mano– ha abierto muchos interrogantes sobre la legalidad del segundo ataque. En una inhabitual ruptura con Trump, diputados republicanos de los comités de servicios armados del Senado y de la Cámara de Representantes se sumaron a los demócratas para solicitar una investigación conjunta a fondo sobre el ataque. Este jueves se espera que comparezca en el Congreso el almirante Frank M. Bradley, que era el jefe del Mando Conjunto de Operaciones Especiales en ese momento. En una sesión a puerta cerrada deberá responder a las inquietudes de los diputados, que tendrán acceso a vídeos, chats internos y las presuntas comunicaciones de radio de las embarcaciones en las que, según fuentes del New York Times, uno de los supervivientes habría pedido ayuda.

Desde que este asunto ha acaparado atención mediática, el Pentágono se ha apresurado a justificar que la acción tenía como objetivo destruir del todo la embarcación y no la tripulación, amparándose en un memorando que les daría cobertura legal. De todas formas, Hegseth aseguró el martes que había visto el primer ataque de EEUU en tiempo real pero que no había visto a los supervivientes en el agua ni al segundo ataque letal, que dijo que se había llevado a cabo en "la niebla de la guerra". Ahora bien, defendió la acción de su subordinado, al que había delegado la dirección de la operación: "El almirante Bradley tomó la decisión correcta de hundir finalmente al barco y eliminar la amenaza", dijo. Trump cerró filas con sus hombres, pero aseguró que no se había enterado del segundo ataque y que si lo hubiera sabido no hubiera querido que se produjera.

Lo que hace este caso distinto al resto es que varios expertos aseguran que podría constituir un crimen de guerra. Hasta ahora la administración de Estados Unidos ha justificado las ejecuciones sumarias en alta mar argumentando que se enmarcan en una "guerra" contra los cárteles de la droga, calificados de grupos armados. Bajo ese pretexto, rechazado por muchos expertos, consideran que las personas sospechosas de contrabando de drogas son "combatientes" y, por tanto, objetivos militares legítimos. Es decir, que pueden eliminarlos sin detenerlos o juzgarlos previamente, como si estuvieran en el campo de batalla.

Pero el segundo ataque del 2 de septiembre podría escapar de esa lógica legal que ha construido la administración estadounidense. Matar a náufragos, aunque sean enemigos, es considerado un crimen de guerra según el derecho internacional. "Este es el único ataque que conocemos en que, incluso si aceptamos la posición de la administración según la cual Estados Unidos está en un conflicto armado con estos cárteles de la droga, [el ataque] aún sería ilegal según las leyes de conflicto armado, porque los individuos no estaban luchando y eran directores, y por tanto argumentan de Huey, de seguridad nacional del Centro de Derecho de la Universidad de Georgetown, en una entrevista en The New Yorker. Si se demostrara que los homicidios fueron ilegales podrían presentarse cargos por asesinatos o crímenes de guerra contra líderes militares o civiles, que podrían llegar a ser procesados.

Primera denuncia formal

Paralelamente, esta semana la familia de un hombre colombiano que fue asesinado en uno de los bombardeos estadounidenses ha denunciado el ataque a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La denuncia, efectuada el martes por el abogado de derechos humanos Dan Kovalik, alega que el pescador colombiano Alejandro Carranza falleció cuando Estados Unidos atacaba su barco frente a la costa de Colombia el 15 de septiembre. El ataque, según el abogado, es un asesinato extrajudicial en violación de los derechos humanos de Carranza. Pete Hegseth aparece como presunto autor de la orden, y se considera que fue "responsable de ordenar el bombardeo de barcos como los de Alejandro Carranza Medina y el asesinato de todos los que estaban allí". Kovalik también afirma que la conducta del secretario de Guerra fue ratificada por el presidente de Estados Unidos.

Trump afirmó que el ataque del 15 de septiembre había matado a tres "narcoterroristas de Venezuela" que transportaban drogas a Estados Unidos. Pero Kovalik sostiene que Carranza, un ciudadano colombiano, sólo estaba pescando marlín y atún cuando murió en el ataque: "Eso es lo que hacía. Era su profesión y su vocación".

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