Europa como protectorado atlantista

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Un hombre saca los restos de vidrios que quedan en una ventana después de un ataque a Donetsk.
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Europa como protectorado atlantista

El ataque de la Rusia de Putin en Ucrania es el peor descalabro recogido por la OTAN desde la Guerra Fría, sobre todo teniendo en cuenta que las dimensiones del adversario imposibilitan a la Alianza a abocarse al campo de batalla luciendo sus estandartes. En los cuatro meses de guerra ningún mando atlantista ha osado insinuar nada equiparable a los bombardeos de 1999 contra la Serbia de Milosevic. La peor desazón que atraviesa ahora la OTAN es tener que diseñar estrategias y señalar logísticas evitando que el Kremlin la pueda acusar de dar cobertura directa al enemigo de Kiev. Desde que fue fundada en 1949, la OTAN se ha visto abocada a compaginar incertidumbres y no pocas asimetrías. Intereses contrapuestos. Como por ejemplo gestionar el enfrentamiento entre Grecia y Turquía, miembros de la alianza y aliados de primera de EE.UU. Fue intensa la desazón del verano de 1974, cuando los turcos ocuparon el norte de Chipre, estado soberano que los griegos lo sentían como propio. Gestionarlo fue tan complicado como mantener un relato de defensa de la democracia y sentar en la mesa a la Portugal de Salazar, la Grecia de los coroneles y la Turquía de los generales.

No sería exagerado, pues, afirmar que los EE.UU. han movido la OTAN como un eje militar que nos dice que Europa vendría a ser un espacio muy parecido al que históricamente se conoce como protectorado, que intentó crear un sistema defensivo autónomo sin conseguirlo. Ahora mismo la Agencia Europea de Defensa –la ADE–, que reúne a todos los Estados de la Unión menos Dinamarca, insiste en la voluntad de convertirse en un sistema defensivo con cara y ojos más allá de la OTAN. Pero la retórica marca los límites de la ADE, que, sin más presupuesto y sin más determinación política, podría ir muriendo como murió la Unión Europea Occidental, el primer proyecto militar europeo. Creado en 1948, estuvo siempre oscurecido y deslumbrado por la OTAN. En marzo de 2010 anunció que se disolvía al entrar en vigor el Tratado de Lisboa, que preveía una política militar común todavía ahora sin definición.

Pero la aventura más vistosa de la OTAN, que emerge en 1993 de las indecisiones europeas y las pretensiones de hegemonía de los EE.UU., sería la Asociación por la Paz. Pensada como un espacio de cooperación ofrecido por el atlantismo a los países del Pacto de Varsovia y a los postsoviéticos, la Asociación por la Paz acabaría siendo la sala de espera de los del este para entrar en la OTAN. Ni Washington ni Bruselas promovieron ninguna iniciativa de auténtica cooperación en la que se pusiera sobre la mesa cuestiones como por ejemplo evitar las tensiones con Rusia o la posibilidad de establecer perímetros de neutralidad. La escalada putinista contra Ucrania del 24 de febrero ha alertado una vez más a Europa del vacío y la indefensión que acaban sintiendo los protectorados.

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