Reino Unido

El hombre que no hablaba inglés y que ahora detiene los trenes británicos

Manuel Cortes, gibraltareño, es uno de los hombres clave en las huelgas del transporte ferroviario en las islas

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Manuel Cortes, secretario general del sindicato TSSA, hablando a "Resist Austerity - Defend Trade Union Rights",  reunión a Sussex para el Congreso  de sindicatos del  2015.

LondresEs llanito, pero tiene un nombre muy español. Nació en la Catalan Bay, en el Peñón, el 2 de mayo de 1967, dos años antes de que Francisco Franco ordenara el cierre de la frontera. Creció en pisos de protección social de espaldas al mar, en un complejo llamado Glacis Estate. Fue a la vecina Bayside Comprehensive School, que podía ver desde el modesto piso en el que vivía. Pero ni allí, ni con la familia ni con nadie, habló nunca ni escribió una sola palabra de inglés. La familia era humilde: el padre, un trabajador sin calificación; la madre, peluquera. En la escuela primaria, que dejó a los 15 años, nunca consiguió ningún diploma.

Su vida cambió radicalmente cuando emigró hacia la metrópoli. Después de convertirse en aprendiz de electricista y de conseguir una titulación de ingeniería en la Erith College of Technology de Londres (un instituto de formación profesional), consiguió una plaza en la Universidad Heriot-Watt de Edimburgo para hacer ingeniería electrónica. Siempre explica que uno de los tutores le aconsejó que mejorara su inglés leyendo el Financial Times, "el único diario que dice la verdad", según una famosa afirmación de Noam Chomsky. Después estudió economía en la Universidad Strathclyde de Glasgow.

Desde 2011, Cortes es secretario general de la Asociación de Personal Asalariado del Transporte (TSSA, en las siglas en inglés), uno de los hombres que ha acuñado, en un reciente artículo en The Guardian, la expresión "verano de los descontentos" para referirse a las huelgas del transporte ferroviario, pero no solo, que están punteando con todo tipo de interrupciones el calendario y las normales comunicaciones en las islas. Unos descontentos veraniegos históricamente emparentados con los del invierno de los descontentos entre noviembre de 1978 y febrero de 1979. En junio hubo tres jornadas, este miércoles hay otra, y hay otras previstas para agosto –el día 13, de los conductores de trenes de 9 compañías– y quizás, quién sabe si para el otoño. Cortes se define como socialista y durante el periodo corbynista del Partido Laborista (2015-2019) nunca disimuló su amistad y su devoción política por Jeremy Corbyn: "Un faro de esperanza no solo para el Reino Unido, sino para toda Europa", llegó a decir al poco del triunfo en las primarias del partido. El TSSA tiene 22.300 afiliados, la mitad de los trabajadores que hoy secundan la huelga.

Manuel Cortes durante un mitin en marzo de 2019 en una manifestación contra el Brexit

Su voluntad transformadora arranca en España. O, mejor dicho, en Gibraltar, pero viendo la Televisión Española de finales de los setenta. Explica que así seguía las gestas revolucionarias del sandinismo en Nicaragua –un sandinismo pervertido hasta la extenuación por uno de sus líderes históricos, Daniel Ortega–. De aquellas influencias nace la necesidad de convertirse en miembro fundador y presidente de la sección juvenil del Partido Laborista de Gibraltar.

Contrario al Brexit y a las fronteras

Ya en el Reino Unido, como universitario que quiere formarse en economía, cree que, al contrario de lo que se suele decir, sí que hay alternativa al capitalismo: “Durante muchos años la gente ha intentado engañarme a mí y a los otros en el movimiento obrero, diciendo que no hay alternativa a la manera como se gestiona la economía", dice. ¿Inspiraciones? Marx, que entendió que el "capitalismo era de naturaleza global y que aquellas personas que poseían el capital realmente no tenían nacionalidad". Lenin y Trotski también han sido dos faros intelectuales muy inspiradores para Cortes.

Quizás por la experiencia gibraltareña, por la clausura de la valla ordenada por Franco, siempre fue contrario al Brexit. No le gustan las fronteras. Como al capital, que tampoco tiene, viene a decir.

Ahora lucha por un aumento salarial justo para los trabajadores de los trenes. Pero su acción y militancia viene de lejos, no solo de cuando entró en el sindicato, en 1998. Viendo la determinación del movimiento, no cuesta nada pensar en la huelga de mineros contra Margaret Thatcher. Sin embargo, los tiempos son muy diferentes. Y aquello acabó como acabó. Con la derrota de los huelguistas. La prensa conservadora lo compara a él y al otro gran sindicalista del transporte, Mick Lynch, con el líder de los mineros de entonces, Arthur Scargill. En el artículo referido de The Guardian decía: "Los líderes sindicales como yo no quieren hacer huelga, pero los trabajadores del Reino Unido no tienen opción". Su lucha continúa.

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