Francia

Macron conservará el poder en un nuevo gobierno continuista

La cartera de Interior recaerá en un conservador que reclama mano dura con el control de la inmigración

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El presidente francés, Emmanuel Macron, este jueves en Nanterre.

ParísDos meses después de las elecciones legislativas que el partido del presidente Macron perdió, Francia está a punto de tener nuevo gobierno, que estará dominado, de nuevo, por ministros macronistas. La renovación del ejecutivo que el presidente de la República quería escenificar después de los comicios no será tan ambiciosa como se esperaba. El inquilino del Elíseo conservará el poder: de los 16 ministros que formarán parte del ejecutivo, siete saldrán de las filas macronistas, según las filtraciones publicadas por la prensa francesa. El nuevo primer ministro, Michel Barnier, se ha reunido este jueves por la noche con Emmanuel Macron en el Elíseo para presentarle su propuesta. El nuevo gobierno se anunciará antes del domingo.

Según avanza la prensa local, el resto del gobierno estará formado por tres diputados de Els Republicans –el partido conservador de Barnier– y miembros de otras formaciones muy pequeñas. La propuesta de Barnier incluye que las carteras con mayor peso político –economía, asuntos exteriores, defensa y trabajo– se queden en manos de miembros del partido del presidente, a excepción de la de Interior, que será para un conservador, Bruno Retailleau , senador de los Republicanos. Retailleau ha destacado por sus posiciones duras contra la inmigración. "Hay un consenso nacional sobre la necesidad de controlar la inmigración. Ya no la estamos controlando", aseguraba hace pocos meses. Su nombramiento sirve para contentar a la extrema derecha.

Si se confirma esta composición, Macron optará, sorprendentemente, por la continuidad. No solo por el elevado número de ministros macronistas, sino porque algunos de los miembros del ejecutivo saliente repiten, como el ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, que mantendrá la cartera, siempre según la propuesta de Barnier avanzada por la prensa del país . El inquilino del Elíseo seguirá teniendo la sartén por el mango en el nuevo ejecutivo, aunque tendrá que aprender a negociar porque por primera vez desde que es presidente de la República, tendrá que convivir con lo que se conoce en Francia como en cohabitación, un primer ministro y un presidente de distinto color político.

En el nuevo gobierno no habrá ningún miembro del Nuevo Frente Popular (NFP), la alianza de los partidos de izquierda. Es el grupo político con más diputados en la Asamblea Nacionalsin embargo, paradójicamente, no estará en el ejecutivo. Macron y Barnier han intentado convencer a figuras de la izquierda moderada para sumarse, pero el líder socialista, Olivier Faure, ya advirtió de que ningún miembro de su formación entraría en el gobierno. Para la alianza de las izquierdas, que el presidente nombrara a un primer ministro conservador y no a la candidata del Nuevo Frente Popular, Lucie Castets, fue un acto de desprecio. Líderes políticos de izquierdas lamentaron que Macron hubiera ignorado los resultados electorales. En esta nueva legislatura, serán el grupo de la oposición en la Asamblea y prometen hacerse sentir y poner las cosas difíciles en el presidente.

Primeras tensiones con los macronistas

Michel Barnier, nombrado hace dos semanas, ha sudado para conseguir la luz verde en la composición del ejecutivo por parte de los grupos políticos parlamentarios que formarán parte y el visto bueno del presidente de la República, a quien la Constitución otorga la responsabilidad de nombrar los miembros del ejecutivo. Los equilibrios partidistas han complicado mucho el diseño del nuevo gobierno.

Las negociaciones de Barnier con los partidos políticos se habían tensionado esta semana después de que el nuevo primer ministro advirtiera que la situación económica del país es "muy grave" y defendiera la voluntad de subir los impuestos. Las declaraciones de Barnier no agradaron a los macronistas, liderados por el ex primer ministro Gabriet Attal. Este miércoles, Attal –ahora presidente del grupo parlamentario– canceló su reunión con Barnier en un gesto de desaprobación a las críticas del primer ministro a la situación económica. Attal finalmente se ha reunido este jueves y ha arrancado a Barnier, según la versión del ex primer ministro, la promesa de no subir impuestos.

El nuevo gobierno tendrá muchos asuntos urgentes sobre la mesa –sobre todo los presupuestos– pero su situación es más frágil que nunca y dependerá del apoyo parlamentario de la extrema derecha de Marine Le Pen, dado que los diputados de las formaciones que integran el gobierno no llegan a la mayoría absoluta. La presión será máxima.

Con un presidente de la República más debilitado que nunca y un gobierno sin mayoría parlamentaria, la nueva legislatura puede convertirse en una bomba de relojería que puede explotar en cualquier momento. La primera prueba de fuego para Barnier y su nuevo gobierno será el 1 de octubre, cuando el nuevo primer ministro comparecerá por primera vez ante la Asamblea Nacional. El Nuevo Frente Popular ya ha anunciado una moción de censura para intentar derribarlo.

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