Francia

Macron desafía a la izquierda eligiendo al conservador Michel Barnier como primer ministro

Los votos de la extrema derecha serán claves para derribar o mantener al nuevo jefe del gobierno

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El presidente de la Rentencia, Emmanuel Macron (a la derecha), habla con el entonces negociador jefe de la Comisión Europea sobre el Brexit de la UE, Michel Barnier (a la izquierda), mientras visita la 56ª Feria Internacional de la Agricultura (Salon international de la Agriculture) en el recinto ferial Porte de Versalles en París, el 23 de febrero. 2019.

PARISCasi dos meses después de las elecciones legislativas y de múltiples rondas de contactos con líderes políticos, el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, ha anunciado este jueves el nombre del nuevo primer ministro: se trata del conservador Michel Barnier, de 73 años, miembro del partido de la derecha tradicional, Los Republicanos. Barnier fue comisario europeo de Mercado Interior y negociador del Brexit del blog europeo. En Francia ocupó también los cargos de ministro de Asuntos Exteriores y de Agricultura con Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy.

"Se necesitará mucha escucha y mucho respeto, entre gobierno y Parlamento, hacia todas las fuerzas políticas", ha destacado el nuevo primer ministro en el acto de toma de posesión, que se ha celebrado esta misma tarde. En su primer discurso, Barnier fue conciliador y aseguró que actuará con "humildad" y que su gobierno actuará mucho y hablará poco.

Con el nombramiento de una figura de la derecha, Macron apuesta por buscar mayorías con el centro, la derecha y la extrema derecha en la Asamblea Nacional y certifica su rotura con la izquierda. Para el Nuevo Frente Popular (NFP) –la alianza de las izquierdas, el bloque más numeroso en la Asamblea aunque no tenga una mayoría sólida–, la elección de un conservador como primer ministro supone un auténtico cubo de agua fría y un desafío del presidente. "Barnier es el resultado de la alianza entre Macron y Le Pen", ha resumido La França Insumisa (LFI), uno de los principales partidos de la alianza de izquierda.

Michel Barnier este jueves en París, poco después de que se anunciara que será el nuevo primer ministro de Francia.

El NFP ganó las elecciones legislativas y había presentado a una candidata a primera ministra, Lucie Castets, descartada por el presidente con el argumento de buscar la estabilidad parlamentaria. Macron no sólo rechazó Castets, sino que finalmente también ha descartado nombrar perfiles de la izquierda moderada, como el ex primer ministro socialista Bernard Cazeneuve. El nombramiento de un político socialista habría sido un gesto hacia la alianza de las izquierdas y reconocimiento de los resultados electorales. Pero el presidente de la República ha preferido ignorar a la izquierda y buscar alianzas con los conservadores y con la extrema derecha.

Programa conservador

El nombramiento de Barnier implicará probablemente que el programa de gobierno que presente sea muy conservador en cuestiones sociales y política migratoria. Será una maniobra para evitar que la extrema derecha de Marine Le Pen, el Reagrupament Nacional, se sume a la moción de censura que presentará el Nuevo Frente Popular contra Barnier para intentar derribarlo. Le Pen, el segundo bloque más numeroso en la Asamblea, tendrá en sus manos la estabilidad política en el nuevo Parlamento. Los votos de la extrema derecha serán claves para derribar o mantener al excomisario europeo en Matignon.

La líder de la extrema derecha había advertido antes del nombramiento de Barnier de que votaría a favor de una moción de censura tanto si Macron optaba por el conservador Xavier Bertrand como por Cazeneuve, los dos nombres que estaban a priori mejor posicionados por ser primer ministro. Ahora habrá que ver si Le Pen y sus diputados aceptarán a Barnier. Macron confía en que finalmente los diputados de Le Pen no se atreverán a derribar a un primer ministro conservador. La líder del Reagrupament ha dicho este jueves que se esperarán a ver qué propuestas pone sobre la mesa al nuevo primer ministro antes de decidir si votarán a favor de la moción de censura.

Michel Barnier es una figura considerada en Francia de la derecha moderada, europeísta y de tradición gaullista, aún manteniendo posiciones claramente conservadoras en el tema de la inmigración. Fue ministro en los gobiernos dirigidos por Jean-Pierre Raffarin y François Fillon, bajo la presidencia de Jacques Chirac, primero, y de Nicolas Sarkozy, después. Con su nombramiento, el presidente espera convencer a una parte del centroizquierda para no votar a favor de una moción de censura, además de la extrema derecha. De lo contrario, el nuevo primer ministro podría caer en la primera sesión parlamentaria.

Hasta ese mismo miércoles, el nombre de Cazeneuve y sobre todo el de Xavier Bertrand, así como la posibilidad de un primer ministro tecnócrata, todavía estaban sobre la mesa. Pero el presidente se ha decantado por Barnier porque necesita los votos de los diputados del Reagrupament Nacional. Bertrand, pese a ser de la derecha, mantenía una manifiesta enemistad con Le Pen. Con el socialista Cazeneuve, Macron consideraba que estaba en peligro su legado político.

Con un primer ministro de derechas, Emmanuel Macron tiene garantizado que no se revertirán sus grandes reformas liberales, como la de las pensiones. Una de las prioridades para el inquilino del Elíseo es que el nuevo gobierno no se cargue sus políticas más emblemáticas. Para la alianza de las izquierdas, dar marcha atrás a la reforma de las pensiones era la máxima prioridad.

Tras la toma de posesión del nuevo primer ministro, esta misma semana o la próxima podría haber nuevo gobierno. Se iniciará así una legislatura en la Asamblea que se anuncia más complicada que nunca, con –probablemente– mociones de censura y grandes dificultades para encontrar mayorías. Las elecciones de julio dejaron una Asamblea Nacional con una composición inédita en la que ninguna fuerza tiene una mayoría sólida. Si a Macron le ha costado encontrar primer ministro, probablemente no le será más fácil aprobar cualquier ley. Y Francia –no es una cuestión menor– tiene urgencia en aprobar los presupuestos y reformas que frenen el deterioro de sus finanzas públicas.

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