El relevo más delicado: Buckingham prepara el futuro sin Isabel II

La monarquía británica entra en una nueva era con el reto imposible para Carlos de mantener la popularidad de la reina

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Carles, príncipe de Gales, leyendo el Discurso de la Reina ayer a la Casa de los Lords.

LondresHace una década, unos dos millones de personas disfrutaron de las Street Parties con motivo del jubileo de diamantes de Isabel II. Rosamund Marrioth, que ahora tiene 73 años y es vecina del barrio de Wanstead, al nordeste del gran Londres, fue una de las organizadoras de la que tuvo lugar en Gordon Road, la calle donde vive. Aquella fiesta fue una de las 10.000 que, oficialmente, se contabilizaron a partir de los permisos emitidos por las autoridades locales.

En 2011, Marrioth también había contribuido a montar otra, entonces para celebrar la alianza matrimonial del príncipe Guillermo y Kate Middelton. Pero este año ya no vuelve, a pesar de que las Street Parties forman parte del amplio programa con el que el gobierno anima a los británicos para que celebren los 70 años del reinado de Isabel II. El aquelarre monárquico de las islas británicas tendrá lugar entre el 2 y el 5 de junio, cuatro días de fiesta para la gran mayoría de los residentes, con la presunta obligatoriedad de mostrarse más papistas que el papa aunque sea durante un puente largo, concepto que en Reino Unido solo se asocia con la ingeniería –civil o militar– y no con la conversión de días laborables en festivos sea con una excusa laica o bien sagrada.

"Tengo 73 años, todo lo que tenía que hacer por la monarquía ya lo he hecho. Ahora les toca a los otros", declara Marrioth en una entrevista al Waltham Forest Echo, publicación local del norte de Londres. Pero la tradición y el empujón han ido menguando, a pesar de los esfuerzos de la BBC y del resto de los medios de comunicación y las élites políticas: no todo lo que reluce es real. En 1977, cuando tuvo lugar el Jubileo de Plata, la propia BBC informaba de que diez millones de personas tomaron parte en las fiestas populares. Y en 2022, el número de celebraciones previstas en las calles es, de momento, de 1.775. Una generosa media de 300 personas por convocatoria da la cifra de 532.500 partygoers.

Declive progresivo

Los datos son tercos y evidencian un declive progresivo. Pero… ¿de qué, exactamente? ¿De las ganas de gresca de la ciudadanía o de la popularidad de la monarquía? ¿Cuál es la salud no la de Isabel II –bastante delicada a los 96 años, a pesar de su inesperada aparición, el viernes, en el show hípico de Windsor, la primera en público desde marzo–, sino la de la Corona como institución? Si Isabel II tiene problemas de movilidad, lo que ha obligado a disminuir algunos actos del Jubileo –y a hacer que Carlos abriera el pasado martes el año parlamentario por primera vez en su vida de larga espera, mostrándose como rey por unos minutos, a un palmo de la corona, pero sin tocarla–, ¿cuáles son los problemas y retos de la monarquía futura que personifica el príncipe de Gales?

Este 2022, a finales de agosto, hará 25 años de la muerte en París de Diana de Gales. ¿La irrupción de aquella caprichosa e ingenua chica en la vida de los Windsor fue el principio del fin? De las crisis y los escándalos que se derivaron durante el matrimonio y después del divorcio ni siquiera los más viejos quieren acordarse. Aun así, para los británicos de corta memoria es casi imposible borrar los terremotos más recientes sufridos en el Buckingham Palace: destacan el Megxit, la plantada del príncipe Enrique y Meghan Markle a la familia; las acusaciones contra el príncipe Andrés de violador y, más recientemente, el viaje al Caribe que Guillermo, segundo en la línea de sucesión, y Kate Middleton protagonizaron a finales de marzo. Un royal tour planteado como si el Imperio todavía existiera y los habitantes de las colonias, en este caso de Jamaica, solo fueran merecedores de saludos a través de una valla, un verdadero escándalo de imagen, error inexplicable de relaciones públicas –o solo explicable por la impunidad de una monarquía que todavía viaja en carroza de oro, y no en bicicleta, como en Reino Unido menosprecian a las casas reales nórdicas– que obligó a suspender otra gira del príncipe Eduardo.

Graham Smith, de la organización Republic, una entidad que trabaja por la abolición de la monarquía en Reino Unido, comenta los beneficios de la gira por Jamaica, Belice y Bahamas para el movimiento que defiende: "La visita estuvo mal asesorada y fue mal ejecutada, pero una vez más la familia real engrasó las ruedas de los movimientos republicanos aquí y en todo el mundo. Los miembros de la familia real tienen cada vez más dificultades para actuar correctamente y cada vez muestran a todo el mundo cómo de irrelevante, desconectada y sin sentido es la monarquía". Las afirmaciones quizás son demasiado optimistas. Aun así, los datos demoscópicos no lo contradicen en exceso, aunque tampoco son tan esperanzadoras para el cambio de régimen como quizás querría.

La última encuesta al respecto, hecha por YouGov entre el 30 de abril y el 2 de mayo, muestra que el 27% de los británicos querrían abolir la monarquía, porcentaje que aumenta al 40% entre los menores de 25 años. Los votantes laboristas están divididos a partes iguales, con el 44% que quieren mantener la monarquía y el 43% que favorecen la abolición. La circunstancia no se repite entre los conservadores, mucho más partidarios de la pompa real (a favor de mantener la institución el 84%, en contra el 13%).

Un futuro sin la reina

¿Qué pasará cuando Isabel II expire? Es una pregunta a la que nadie, ni siquiera Graham Smith, puede responder de forma exacta. Los planes de Carlos son defensivos. Ya se ha ido filtrando que aligerará la pompa y adelgazará a la familia, eliminando parásitos y limitando la realeza a él mismo, Camilla, el heredero Guillermo, Kate y sus hijos.

Mientras llega el momento, la borrachera real del inminente Jubileo ha ido acompañada, entre otros concursos populares, de la competición para elegir el mejor pudin del país, el pudin del Jubileo, que ha organizado Fortnum & Mason, de Picadilly, y que el pasado jueves ganó, con anuncio en la BBC incluido, Jemma Melvin, 31 años, una cocinera de casa, del día a día, no profesional. Un pudin que, con forma de corona, sigue teóricamente los pasos del pollo de la coronación, de 1952, el primer hito de la cocina británica de los 70 años isabelinos. ¿Qué menú elegirá Carlos para su coronación? ¿Será la última que verá el país? Su gran reto será evitarlo.

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