De resort turístico en prisión de migrantes: viaje al centro de deportación de Italia a Albania
Miles de migrantes esperan la aprobación de sus solicitudes de asilo en las puertas de los centros de detención italianos
Shengjin, AlbaniaLas vallas que rodean el centro de detención para refugiados de Gjadër carecen de cámaras. Solo dos policías albaneses aguardan a las puertas y permiten entrar varios camiones con materiales de construcción. Los alrededores están tranquilos, un par de vecinos de esta zona rural en el norte de Albania pasean por los carriles de grava. Mientras las fotografías se hagan desde fuera, la policía no tiene ningún problema con el grupo de periodistas que escala la colina adyacente al centro para obtener mejor perspectiva.
Nos encontramos a las puertas del centro de repatriación de Italia a Albania, casi recién abierto. Casi porque, aunque la semana pasada dieciséis personas fueran rescatadas por las fuerzas de salvamento italianas y trasladadas a Albania siguiendo las directrices del llamado Acuerdo Albania-Italiaa, la propia justicia italiana dictaminó que “no pueden ser devueltos a sus países de origen –Bangladesh y Egipto– porque no los considera suficientemente seguros”. Una sentencia que ha hecho que los centros de detención sigan vacíos.
El asentamiento de Gjadër se encuentra a unos sesenta kilómetros de Tirana, pero el centro está alejado de cualquier núcleo urbano; tan sólo se ven algunas casas particulares a metros de distancia. Esto evidencia la intención de aislar a las personas que Italia pretende cerrar allí mientras se procesan las solicitudes de asilo.
Ni cámaras ni banderas ni movimiento en el interior. Sólo los dos policías albaneses que custodian la puerta, que no podrían entrar porque todo el espacio que ocupa esta "prisión para migrantes" es territorio italiano. Tampoco hay cámaras grabando los alrededores: Italia no puede filmar territorio albanés, por lo que las cámaras están dispuestas en el interior. Gresa Hasa, periodista albanesa que ha seguido el acuerdo desde el anuncio, explica al ARA que “[el acuerdo] conlleva una violación a la soberanía de Albania. Cabe puntualizar que la última vez que Italia obtuvo esta extraterritorialidad fue durante la colonización italiana de Albania bajo el régimen de Mussolini. Es algo histórico y simbólico, y demuestra que Italia sigue teniendo un enfoque neocolonial hacia Albania”.
Esto se hace aún más evidente en Shëngjin, ciudad portuaria de unos 6.000 habitantes, ubicada a unos veinte kilómetros de Gjadër. En su puerto industrial se encuentra el centro de recepción al que Italia trasladará a las personas que rescate antes de ser transferidas al centro de Gjadër. En el recinto de Shëngjin sí ondea la bandera italiana junto a la de la UE. En la entrada al puerto industrial el guardia prohíbe atravesar convencido: “Eso es Italia. No puedo dejarles pasar y, por favor, respétenlo”, dice en italiano.
Sander Marashi, director del puerto de Shëngjin, con quien contactamos para obtener los permisos para entrar, repite el mismo mantra: “Ahora mismo con los italianos aquí, no puedo dejar pasar”.
Justo en frente del puerto un pequeño hotel de tres plantas, sí permite acceder a la azotea desde la que se puede ver el interior de este centro donde, como en Gjadër, el único movimiento proviene de los trabajadores italianos.
De paraíso vacacional a refugio de migrantes
Shëngjin es una ciudad principalmente de vacaciones, conocida por las grandes dunas de arena. Esto explica que esté tan tranquila en esta época del año, prácticamente todos los negocios están cerrados. Ahora bien, paseando por las calles, llama la atención la cantidad de personas que llevan shalwar —vestimenta tradicional afgana—.
En el Hotel Rafaelo, en pleno paseo marítimo, miles de familias afganas llevan meses esperando la confirmación de sus solicitudes de asilo. Los primeros llegaron en el 2021 y se suponía que debían recibir refugio en Estados Unidos o Canadá. "Llevamos seis meses esperando", explica Anbar, un hombre de 55 años que trabajaba "para la compañía de documentos de identidad de Estados Unidos en Afganistán". Cerca de mil afganos que esperan en el hotel Rafaelo se acogen al programa de Visas Especiales de Inmigrante (SIV) destinado a afganos que hayan servido al gobierno estadounidense oa las fuerzas de la OTAN lideradas por Estados Unidos en la Afganistán durante al menos un año.
Para muchas familias que se están en Rafaelo, el proceso se alarga más de un año. “Aquí hay muchos problemas. Mis hijas no pueden estudiar, no podían estudiar por los talibanes allá, y ahora tampoco pueden estudiar aquí”, se queja el hombre. Como él, miles de afganos siguen esperando en el hotel Rafaelo. Algunos llegaron hace dos semanas como Suliman [nombre ficticio], un ingeniero industrial que trabajaba "para la misión de Estados Unidos en Afganistán" y que asegura que su solicitud de asilo ya ha sido aprobada y espera viajar a América en las semanas que vienen. Otros, como Anbar, lleva meses esperando y aún no saben cuánto tiempo más tendrán que esperar.
Un kilómetro separa el Hotel Rafaelo del centro de recepción italiano recién inaugurado. Entre ellos un graffiti agradece a Albania que los haya acogido hace ya casi tres años. Una acogida que no sólo se alarga años, sino que parece que va a seguir atrapando a refugiados en esta pequeña localidad del norte de Albania.