Rishi Sunak, doce meses de gobierno a la deriva
El primer año en Downing Street del 'premier' británico confirma el derrumbe conservador y una imparable dinámica de cambio político en Reino Unido
LondresHace un año, el multimillonario Rishi Sunak, exministro del Tesoro del Reino Unido, se plantó frente a la puerta del 10 de Downing Street para advertir a los británicos de que el país se enfrentaba a una "profunda crisis económica", y que su misión principal como nuevo premier era estabilizar la situación, afectada entonces por una inflación del 10,7%. Para ello, dijo, tomaría "decisiones difíciles". En otros términos, subiría impuestos, o no recortaría, un anatema para cualquier dirigente conservador.
Doce meses después, la esperanza que pusieron los diputados tories en este exempleado de Goldman Sachs, y primero no blanco al llegar al cargo, se ha desvanecido completamente. No ha sido suficiente para devolver la alegría al bando del gobierno el hecho de que haya terminado con el caos en el que el país había vivido desde el Brexit (2016), y que ha hecho que desde entonces haya habido tres primeros ministros, además de sí mismo. Liz Truss, predecesora de Sunak, sólo resistió 45 días, tiempo suficiente para casi hundir los fondos de pensiones del país con recetas libertarias, según la ortodoxia más elemental. Pero ni con tan bajo precedente, Sunak ha logrado levantar la moral de su tropa.
Ni con Sunak ni sin Sunak, los males de los conservadores no tienen remedio. Por lo menos, de momento. La fortuna del partido parece decidida a falta de meses para las próximas elecciones generales, que podrían ser en mayo o, lo más probable, en octubre del 2024. Es la única previsión posible si se tienen en cuenta las encuestas electorales, las últimas elecciones parciales, celebradas la semana pasada, y el índice de popularidad del jefe de gobierno.
Los sondeos indican, en estos momentos, que la distancia entre los conservadores y los laboristas es de 22 puntos, aunque el candidato de la oposición y aspirante a premier, Keir Starmer, no despierta ningún entusiasmo en ninguna parte, o sólo entre los sectores más moderados del partido, que ven un regreso al blairismo. Sin embargo, en todo caso, nada comparable con la ilusión –despiñada por la aventura bélica de Irak (2003)– que encarnaba Tony Blair en 1997 cuando puso fin a dieciséis años de gobiernos thatcheristas.
La tendencia política en el país es la de una "marea irrefrenable" a favor de los laboristas, ha dicho el exministro conservador del Tesoro George Osborne (2010-2016). Palabras que quedaron certificadas el pasado jueves, con las elecciones parciales de las circunscripciones de Tamworth y Mid Bedfordshire. El trasvase de voto del gobierno hacia la oposición en relación con las generales de 2019 superó el 20%. De acuerdo con el máximo gurú en demoscopia del país, el catedrático de la universidad de Strathclyde John Curtice, "es el tipo de derrota que hace presagiar un alud laborista" en las legislativas.
Por último, en cuanto a la popularidad de Sunak, los datos también son demoledores. Una encuesta de YouGov publicada el lunes indica que el premier no ha satisfecho ninguna de las expectativas que tenía la opinión pública. La mitad de los ciudadanos dicen haber sido un primer ministro malo o terrible (50%), mientras que sólo el 11% creen que ha sido bueno o muy bueno. Tres de cada diez votantes conservadores (29%) valoran mal su primer año en Downing Street, mientras que sólo el 20% creen que ha sido positivo.
Mano dura contra la emigración
¿Qué ha hecho Sunak, hasta ahora, en un año en el poder, más allá de dejar de consumir entre seis y siete latas de Coca-Cola al día? No mucho. A su llegada, hizo cinco promesas. Rebajar la inflación, aumentar el crecimiento económico, reducir la deuda pública, reducir las listas de espera de la Seguridad Social y acabar con la llegada de migrantes a través del canal de la Mancha. ¿Qué ha cumplido? De momento, casi nada. A finales de año sólo podrá exhibir la reducción de la inflación a la mitad, en parte por razones estructurales que nada tienen que ver con la política económica que ha desplegado. Las listas de espera, por ejemplo, siguen creciendo. Y la deuda.
En el capítulo del deber, Sunak ha protagonizado destacados giros de 180 grados en políticas que habían sido consideradas claves por Boris Johnson. Ha alargado la vida de los vehículos de combustión cinco años, de 2030 a 2035; ha suprimido la llegada de la alta velocidad a Manchester, iniciativa fundamental para reequilibrar las enormes diferencias regionales que lastran el norte de Inglaterra en relación a Londres y todo el sur. Políticamente, Sunak ha logrado también enemistarse con todos los sectores del partido. Los más extremistas, porque se ha resistido a bajar impuestos mientras la situación económica no mejore.
El premier se presentó a sí mismo en la mencionada clausura del congreso tory como el cambio necesario en relación con el pasado de un partido que gobierna desde el 2010, aunque él no hizo mención. Y se autocalificó como el "resetSin embargo, sus diputados difícilmente se lo creyeron si bien aún esperan un milagro que les salve de una derrota electoral de proporciones históricas, como la de 1997.
Para evitarlo sólo tienen una roca en la faja Lo mismo de siempre: mano dura con la emigración, mano dura con los menos favorecidos.La reinvención de Sunak se basa, sólo y como habitualmente, en atizar el miedo al otro.Y ahora, juntarlo con el miedo en Hamás y la alianza inquebrantable con el castigo a la población civil palestina.