Rishi Sunak presiona a la Cámara de los Lores para aprobar por la vía rápida las deportaciones de migrantes a Ruanda
El 'premier' hace de la lucha contra la inmigración sin papeles la promesa electoral clave para remontar a las encuestas
LondresEl primer ministro británico, Rishi Sunak, ha presionado este jueves a la Cámara de los Lores para que apruebe en tiempo récord la conocida como la ley de Ruanda, que debería permitir la deportación a la república centroafricana de los solicitantes de asilo que hubieran entrado sin papeles en Reino Unido. Con un cartel frente al atril desde el que se ha dirigido a los medios de comunicación que decía "Stop the bots" ("Detenga las pateras", en relación con las que llegan a través del canal de la Mancha), Sunak ha comparecido en Downing Street al día siguiente de que la Cámara de los Comunes completara el proceso de revisión de la ley.
El plan de deportaciones en Ruanda se remonta a la época de Boris Johnson (abril de 2022), pero crucialmente el Tribunal Supremo le declaró ilegal el pasado 15 de noviembre, ya con Sunak en Downing Street. Para superar los impedimentos legales, el premier presentó una legislación de emergencia que, tras el paso por los Comunes, entra ahora en la Cámara de los Lores, donde el Partido Conservador no tiene mayoría. Sus señorías intentarán modificarla, entre otras razones, porque tememos que el nuevo texto entre en contradicción con la legislación europea sobre los derechos humanos y con la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo.
En este sentido, el primer ministro está dispuesto a anular la aplicación en el Reino Unido de parte de la Convención Europea de los Derechos Humanos para hacer posible que los vuelos despeguen hacia Ruanda, incluso en caso de que una orden del TEDH del último minuto lo prohíba, como ya ocurrió en junio de 2022.
Éste es uno de los puntos que más preocupan a los Lores y por los que pueden intentar modificar la ley surgida de los Comunes. Si lo hacen, el texto debería volver a la cámara baja donde, seguro, las hipotéticas enmiendas serían eliminadas por la mayoría tory. Por ello, Sunak ha recordado a sus señorías: "Ahora sólo hay una pregunta: ¿la oposición a la Cámara de los Lores intentará frustrar la voluntad del pueblo tal y como lo expresa la cámara electa [los Comunes] o en ella se ¿incorporará y hará lo correcto?" Según el primer ministro, lo correcto es dar luz verde a la legislación por vía rápida. El gobierno espera, en el mejor de los casos, que el texto reciba la sanción real inmediatamente después de la Semana Santa.
Tiempo electoral
Y es que el tiempo es fundamental en esta cuestión, que en Downing Street consideran como la gran apuesta de cara a las elecciones generales, que tendrán lugar en el segundo semestre del año, con mucha probabilidad en noviembre.
Por ahora, los conservadores están entre quince y veinte puntos por detrás en las encuestas, y la lucha contra la inmigración ilegal es considerada estratégica por los tories por tener una mínima esperanza de evitar la derrota o, al menos, de evitar una derrota arrolladora, como la que en 1997 les infligió Tony Blair.
Cualquier retraso en la tramitación de la ley en la Cámara de los Lores implicaría que difícilmente ninguno de los conocidos como vuelos de la vergüenza despegara antes de las elecciones, si es que nunca ninguno de los aviones con deportados llegar a hacerlo, parecer que fuentes del ministerio de Justicia consultadas por el ARA consideran "improbable". En este sentido, el propio Sunak ha admitido este jueves que no se puede comprometer a que los vuelos despeguen antes de las elecciones. Preguntado sobre si podía dar a los británicos el 100% de garantías que así sería, ha dicho: "Estamos afrontando este problema con urgencia y ahora depende de la Cámara de los Lores". Pero cuando se le ha vuelto a preguntar cuándo despegarán, ha dicho: "Tan rápidamente como podamos."
La urgencia de la que habla, la inequívoca presión en los Lores y los ataques a los laboristas por haber votado en contra de la ley contrastan con las filtraciones conocidas la pasada semana que revelaron que, mientras Sunak era el ministro del Tesoro de Boris Johnson, se negó a financiar el programa de Ruanda porque no creía que fuera viable. Lo mismo ocurrió el martes por la noche, cuando unos sesenta diputados conservadores presentaron una serie de enmiendas a la ley para endurecerla y blindarla ante apelaciones al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Finalmente, ninguna de las enmiendas se aprobó y este miércoles por la noche, en la votación final en los Comunes, 11 rebeldes conservadores también se opusieron a la ley al considerarla muy blanda. Entre otros, se opusieron el exministro del Interior Suella Braverman y el ex secretario de Estado para Inmigraciones, Robert Jenrik. La primera fue cesada por Sunak a mediados de noviembre y el segundo dimitió unos días después por la preocupación ante una ley que considera muy poco fiable.
Lo más significativo de la comparecencia de Sunak de este jueves ha sido el lenguaje empleado. De entrada, el eslogan del atril, "Stop the boats", pero también otros de los recursos retóricos, que remiten a la campaña del referéndum del Brexit del 2016. Ocho años después, los conservadores siguen asegurando que "es hora de recuperar el control de nuestras fronteras". Una vez más, la política británica conservadora entoma y hace suyo los discursos de una ultraderecha que ha dado la vuelta al Reino Unido como un calcetín y, lo más paradójico, sin llegar al gobierno.La razón es que los conservadores tienen en su seno el huevo de la serpiente, pero en el nuca sienten también el aliento del UK Reform Party, del brexitero y trumpista Nigel Farage.