Solicitantes de asilo atascados en Dinamarca: "No es una vida que desee para nadie"
Cruz Roja y el Consejo Danés por los Refugiados muestran preocupación por los casos de personas atrapadas en los centros de deportación
CopenhagueTumbada o sentada en su habitación, volviéndose de un lado a otro de la cama, pasando las horas durante la mañana, la tarde y la noche. Así es como Ketily (34 años y originaria de Eritrea), describe su rutina diaria. Lleva casi dieciocho meses encallada en el centro de deportación para solicitantes de asilo de Sjælsmark, una de las instalaciones que el Servicio de Inmigración danés tiene en el norte de Copenhague. Lo peor, dice, es que no sabe cuándo acabará esta situación de espera, lo que le está hundiendo mentalmente: “No sabes si puede cambiar mañana. Mientras, no puedes trabajar ni estudiar, no puedes empezar una vida”, resumía Ketily en declaraciones para la cadena pública DR. Durante la entrevista, la televisión danesa avisa de que Ketily no es su nombre real, ya que ella prefiere permanecer en el anonimato.
Ketily huyó de la dictadura militar de Eritrea y fue víctima del tráfico de personas en la ruta migratoria que pasa por Sudán y Libia. Tras atravesar el mar Mediterráneo, llegó a Italia, donde desde ahí continuó su viaje hasta Dinamarca. Su objetivo era reencontrarse con su hermano que lleva nueve años viviendo en el país nórdico, donde recibió asilo político. Pero según el reglamento de Dublín reformado en 2013 por la Unión Europea, Ketily no tiene el derecho de quedarse en Dinamarca, ya que la normativa marca que los refugiados que llegan a los países de la Unión sólo pueden solicitar asilo en el primer país por el que entran, que normalmente es Italia, Grecia o los demás países mediterráneos. Sin embargo, desde diciembre de 2022, el gobierno italiano se ha negado a aceptar a los solicitantes de asilo de otros países de la UE, y rehusa tramitar sus casos, alegando que su sistema de acogida está completamente colapsado. En 2023, Italia recibió el 12% de todas las solicitudes de asilo en la UE.
El caso de Ketily se ha hecho público después de que el Consejo Danés por los Refugiados haya revelado que actualmente, en los centros de asilo del país nórdico, hay entre 70 y 100 personas varadas de forma indefinida. Como Ketily, estos solicitantes de asilo no tienen el derecho de quedarse en Dinamarca y viven pendientes de ser aceptados y devueltos a Italia. Su vida se ha convertido en un limbo difícil, que pone de manifiesto las grietas en el sistema de gestión y reparto de solicitantes de asilo entre los países europeos.
La vida diaria en el centro de deportación de Sjælsmark es dura. Los solicitantes de asilo pendientes de la resolución de su caso están obligados a vivir, aunque pueden salir durante el día y volver por la noche antes de las diez. Si no lo hacen, se considera que han cometido una falta y pueden ser enviados a un centro de detención. El centro de Sjælsmark es gestionado por el servicio correccional de prisiones y también conviven otras personas a las que se les ha denegado la petición de asilo y deben ser deportados a los países de origen.
Ketily explica que “los residentes viven situaciones difíciles, algunos deambulan por los pasillos gritando, yo tengo miedo y me quedo encerrada en la habitación, es como estar en una cárcel, no es una vida que desee para nadie”. Los solicitantes de asilo tampoco tienen acceso a cocinar su comida, pero cada 14 días reciben 136 coronas (18 euros) para cubrir gastos personales.
Aunque se organizan algunas actividades lúdicas, Anne La Cour Vågen, que trabaja como responsable de Cruz Roja en el centro, avisa que “las consecuencias de vivir de manera indefinida en los centros son muy graves, las personas están deprimidas, inactivas y se aíslan, y también hay casos de residentes que tienen pensamientos suicidas”. Desde el Consejo Danés por los Refugiados, Cecilia Vejby Andersen, alertaba: "La situación demuestra que la aplicación de las normas de la UE no se está llevando a cabo como se pretendía cuando fueron aprobadas”. Andersen también añadía: "Nos preocupa que la gente no tenga acceso al procedimiento de asilo en ningún país europeo”.
Para desatascar la situación, desde el Consejo Danés por los Refugiados se ha pedido al ministro de Inmigración e Integración, Kaare Dybvad Bek, que en casos como el de Ketily se opte por tramitar las solicitudes de asilo en Dinamarca y no tenga que esperar una respuesta desde Italia. Sin embargo, la propuesta no ha sido recibida con buenos ojos por el partido socialdemócrata que gobierna, que desde 2015 mantiene en Dinamarca una de las leyes migratorias más restrictivas de toda Europa.
La última opción, la clandestinidad
Quien conoce bien las condiciones en los centros de asilo y de deportación en Dinamarca es la directora de cine catalana Maria Colomer, que recientemente ha estrenado el documental The Painter's Room (La habitación del pintor), rodado en el centro de Kærshovedgård. En esta institución viven personas cuya petición de asilo ha sido rechazada o personas que han cometido un delito, pero como no quieren cooperar en su deportación y no pueden ser forzadas, quedan varadas durante años.
Colomer resume las condiciones de vida del centro diciendo que "la vida de los residentes queda muy reducida, intentan existir, pero no están viviendo". Para la cineasta, las autoridades "son totalmente conscientes de que este tipo de condiciones provocan que la gente se acabe cansando". Como única alternativa en estos casos, la directora catalana asegura que "muchos acaban decidiendo embarcándose en un viaje clandestino hacia Reino Unido o Francia, buscando una segunda oportunidad, en vez de quedarse en Dinamarca esperando".