Trump, Ucrania y Europa del Este: la crisis que puede acercar la UE a China


BarcelonaMás de treinta y cinco años después de la caída del Muro de Berlín, vuelven a soplar vientos de cambio en la Europa del Este. El bloque de países poscomunistas ha sido, históricamente, el más firme defensor en Europa de una alianza de hierro entre el continente y Estados Unidos. Sin embargo, en las últimas semanas hemos vivido escenas inauditas. El ministro de Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, se ha enfrentado públicamente con Elon Musk por la guerra de Ucrania. La estonia Kaja Kallas, alta representante de la UE, dijo, después de la pelea entre Donald Trump y Volodímir Zelenski, que "el mundo libre necesita un nuevo líder" que sustituya a Washington. Hasta hace pocas semanas, nadie habría imaginado a un líder de la Europa del Este criticando tan abiertamente a Estados Unidos.
La Europa del Este ha sido siempre fuertemente atlantista por motivos geopolíticos: la visión del mundo de los europeos orientales está condicionada por su proximidad geográfica con Rusia y la historia de imperialismo en la región –de nuevo, confirmada por la invasión de Ucrania–. Sin embargo, al contrario que Moscú, China no es un actor prioritario ni inherentemente hostil para Europa del Este. Antes de la guerra, la región tenía una relación económica pragmática y abierta con Pekín. La invasión de Putin lo cambió todo: la Europa del Este dejó de percibir a China como un actor independiente, y empezó a verle a través de la óptica de su relación con Rusia, con quien Pekín mantiene relaciones diplomáticas y económicas estrechas.
En el contexto de la guerra en Ucrania y las tensiones EEUU-China, además, proliferó una visión transaccionalista que, a cambio del apoyo de Washington contra Rusia, los europeos debían mostrarse más duros contra Pekín. Todo esto ha contribuido de forma importante al empeoramiento de las relaciones entre la Unión Europea y China en estos últimos años.
Pero el eje que forman Estados Unidos y la Europa del Este se está agrietando. En las últimas semanas hemos visto críticas directas de mandatarios de la región contra Washington. En lugar de hablar de fortalecimiento de la seguridad transatlántica, hablan ahora de autonomía estratégica europea. Hay un desencanto claro con el giro pro-ruso de Trump. Pero el descontento había empezado ya con Biden, cuando impuso restricciones en semiconductores a estados europeos orientales como Polonia.
El bloque de Europa del Este ha sido uno de los principales obstáculos para un reacostament entra la UE y China. El desdén de Trump contra los ucranianos seguramente no hará que los europeos del este tengan una mejor imagen de Pekín. Pero un distanciamiento con Washington debilitaría el argumento geopolítico de que debe ser duro con China para mantener el apoyo de Estados Unidos. Si ya no se puede contar con Washington, el mundo se torna más hostil e incierto para los europeos. Las puertas se abren a nuevos actores. China intentará aprovechar esa oportunidad. Estados Unidos, con su política exterior chapucera, puede acabar no solo perdiendo a sus aliados occidentales, sino incentivando cercanías inesperadas entre Europa y China, entre las que se habían quemado la mayoría de los puentes.