Más allá de las cumbres, hace falta presión ciudadana

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Unos manifestantes traen lápidas con el número de conferencias fracasadas.

GlasgowDespués de dos semanas de negociación, la COP26 cierra un día tarde y con polémica final sobre el carbón, con algunos pasos pequeños en la dirección correcta y decepciones sobre todo en cuanto a la financiación.

La conferencia ha reafirmado el objetivo de no sobrepasar los 1,5 grados de calentamiento que nos pide la ciencia y, viendo que los planes de acción contra el cambio climático no son suficientes, ha acordado que se presenten de nuevos y revisarlos el año que viene. También es la primera vez en la historia que un acuerdo de las Naciones Unidas por el Cambio Climático menciona directamente el fin del carbón y de los subsidios a los combustibles fósiles, hecho que demuestra cómo ha evolucionado el debate en los últimos años.

Promesas incumplidas

Sin embargo, y aquí es donde la COP falla, los países más ricos no han cumplido los acuerdos sobre financiación. Dentro del Acuerdo de París se prometieron 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 que no se han puesto sobre la mesa, y el nuevo acuerdo en Glasgow dice que este objetivo no se logrará hasta dentro de cuatro años.

Hasta el último momento también se ha luchado por establecer una financiación explícitamente dedicada a responder a grandes catástrofes también relacionadas con el cambio climático, como podrían ser los grandes tifones que han devastado en los últimos años las Filipinas o Mozambique. Los países más ricos, sobre todo los Estados Unidos, aunque también la Unión Europea, se han negado a crear mecanismos más claros para la financiación. Esto crea un desequilibrio dentro de la cumbre, puesto que los más vulnerables tendrán que luchar contra el cambio climático, e incluso ser más ambiciosos, sin la ayuda de los países desarrollados.

¿Y ahora qué?

Una vez cerrada la cumbre, ¿qué podemos hacer, ahora? Dentro de las Naciones Unidas, en cuanto al cambio climático empieza un proceso de revisión de dos años en el que los países trabajarán y reflexionarán conjuntamente sobre dónde nos encontramos respecto a la ciencia, para avanzar en materia de reducción de emisiones, pero también en financiación y lucha contra los impactos. Hará falta que este proceso sirva para fomentar la cooperación entre países, para aprender unos de los otros y ayudarse –también económicamente– para salir de esta crisis.

Pero, sobre todo, lo que nos hace falta es hacer más pequeña la distancia entre las promesas hechas y su implementación real. Las Naciones Unidas ponen grandes marcos, y hacen avanzar aunque sea un poco el discurso mundial, pero las acciones de lucha contra la crisis climática se hacen a escala de países, ciudades y pueblos. Y por eso es clave que haya movilizaciones, presión, asambleas ciudadanas, debate y seguimiento de qué hacen y qué no hacen aquellos que nos gobiernan. Los marcos internacionales son necesarios, pero lo es más la presión ciudadana.

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