Política global

Un mundo gobernado por hombres mayores: ¿por qué?

En la mayoría de países del mundo, el máximo dirigente es un hombre y es significativamente mayor que la media de la población

Alguns líder  globales: Lula Da Silva, Xi Jinping, Vladímir Putin, Paul Biya, Narendra Modi y Joe Biden.
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WashingtonEs muy probable que el año que viene los estadounidenses tengan que escoger entre un hombre de 78 años, Donald Trump, y otro hombre de 81 años, Joe Biden, para liderar un país que tiene una edad media de 39. No es ninguna excepción histórica: desde las sociedades tribales, pasando por la Antigua Grecia, hasta la actualidad, la vejez y la masculinidad se han vinculado con sabiduría, prudencia, templanza y criterio, calidades que se identifican con un buen gobernante. Tampoco es una excepción territorial: Xi Jinping tiene 69 años y se ha autodesignado presidente vitalicio de China, Vladímir Putin preside Rusia a los 70, Narendra Modi gobierna la India con 72, y Lula da Silva, Brasil con 77.

En la mayoría de los países del mundo, el máximo dirigente es un hombre y es significativamente mayor que la media de la población. Pasa tanto en naciones democráticas como autoritarias, grandes como pequeñas, ricas como pobres. En un mundo tan cambiante e impredecible como el actual, en el que las tecnologías han transformado radicalmente la toma de decisiones y la comunicación política, ¿por qué todavía confiamos el timón a los ancianos? ¿Por qué los liderazgos jóvenes, a pesar de su promesa de regenerar la política, no consiguen cuajar en la mayoría de las sociedades?

"La gente tiende a asociar la edad con la experiencia ganada con el tiempo y con más situaciones vividas, y esto es particularmente cierto en la política", asegura Alisson Prasch, doctora en ciencias políticas por la Universidad de Wisconsin. "Asumimos en las personas mayores calidades como la estabilidad, la fiabilidad y el liderazgo basado en la experiencia. Por el contrario, los líderes más jóvenes a menudo encarnan la innovación, la audacia, la energía y el entusiasmo. Pero esto no siempre es cierto: depende de cada individuo", remarca, y lo ejemplifica con la anterior presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi: a sus 83 años, "se ha ganado la imagen de tener una energía ilimitada y mucha presteza".

Coincide con ella Toni Aira, doctor y profesor del máster en comunicación política en la UPF-BSM: "Hay un punto de aprecio por los viejos rockeros, lo hemos visto estos días en Barcelona con Bruce Springsteen. Hay un punto de aprecio hacia la cana, la experiencia y la madurez hacia las personas que forman parte del patrimonio emocional de un determinado momento histórico".

"En la sociedad occidental, cada vez se valora más la juventud como una virtud, e incluso utilizamos conceptos despectivos, como boomer, para señalar a otras generaciones. Es curioso que en este contexto acaben triunfando liderazgos de edad avanzada", reflexiona Aira. Parte de la explicación la atribuye a un problema de relevo generacional. En su opinión, la nueva política ha abrazado los hábitos de consumo rápido de las nuevas generaciones, y ha simplificado los mensajes, cosa que ha menoscabado la credibilidad de los oradores: "Ahora los mensajes tienen que ser tan rápidos, tan simples, tan directos, tan pasados por el filtro del entretenimiento y las redes, que se acaba generando una serie de liderazgos demasiado blandos y previsibles".

A pesar de que no quiere generalizarlo, "este tipo de liderazgos, capaces de defender una cosa y después la contraria, abundan en las capas más jóvenes de la política, hecho que retrata una realidad social", asegura el profesor. Ante esta realidad, "los políticos con más canas, con más experiencia acumulada, suelen ser un refugio. Son un tipo de apuesta al mal menor, un valor seguro".

No hay ninguna prueba médica de que la edad incapacite a un político para comunicarse con la sociedad, y tampoco para gobernar. En todo caso, pueden incapacitar el envejecimiento y las enfermedades asociadas. El gerontólogo Steven Austad, de la Universidad de Alabama, asegura a la BBC que hoy en día "estamos mucho más sanos que antes" y esto hace que las personas mayores "no paren de cumplir nuevos récords". En este sentido, "una persona de 86 años hoy no tiene nada que ver con un octogenario hace 50 años. En el pasado ha habido líderes que han llegado a esta edad, pero las perspectivas han mejorado muchísimo".

Las ancianas en el poder son una excepción

Tampoco hay ninguna evidencia de que el ejercicio del poder de una mujer sea peor, o mejor, que el de un hombre, pero si se quisiera hacer una estadística, la muestra sería muy pequeña: menos de un tercio de los 193 estados miembros de la ONU han tenido alguna mujer como líder. En la actualidad, solo son 13 los estados gobernados por mujeres, y en 9 de estos 13, es la primera vez que una mujer ocupa el cargo.

Además, cuando son mandatarias, la edad media es cinco años inferior a la de los hombres: cuesta encontrar ejemplos como los de Sheikh Hasina, primera ministra de Bangladesh, que con 75 años es la mujer de más edad en el poder (con 10 años de ventaja respecto a la segunda clasificada). En cambio, de las 13 mujeres que ostentan el poder en los países de Naciones Unidas, cinco están en la década de los 40, como Georgia Meloni en Italia o Mette Frederiksen en Dinamarca, y una está por debajo: Sanna Marin, de 37 años, que a los 34 llegó al gobierno de Finlandia.

El perfil del hombre mayor en las posiciones de liderazgo no es exclusivo del poder político, sino que se extrapola a todas las capas de la sociedad. Por ejemplo, las mujeres solo ocupan el 26% de los cargos ejecutivos en las compañías del S&P 500, el índice bursátil que agrupa a las 500 empresas más importantes de los Estados Unidos, según un estudio de la Universidad de Buffalo.

"La sociedad estereotipa el rol de la mujer como sensible, y alguien identificado con esta característica tiene menos posibilidades de ser visto como líder", afirma Emily Grijalva, una de las autoras del estudio. "Curiosamente, son estas mismas características las que hacen que los líderes sean eficaces".

En las últimas décadas se ha progresado en este aspecto, y cada vez hay más mujeres liderando países enteros, a pesar de que siguen siendo una excepción. El año 1990, solo diez países habían tenido una mujer en el poder, y treinta y tres años después ya son 59. Aun así, nunca más de 18 países han sido gobernados de manera simultánea por una mujer.

Mayores y hombres, ¿más autoritarios?

"Dicen que cuanto mayor te haces, más conservador te vuelves. Bueno, no es mi caso", dice Bernie Sanders en la primera frase de su nuevo libro, It's ok to be angry about capitalism (está bien estar enfadado sobre el capitalismo). Aun así, aquellos países que la organización Freedom House identifica como "no libres" acostumbran a tener gobernantes de más edad (69, de media) que los "libres" (58). Además, en todos ellos los gobernantes son hombres.

Esta correlación, sin embargo, no implica causalidad entre vejez y masculinidad y autoritarismo, sino que encuentra parte de la explicación en los métodos que se utilizan en las dictaduras para la sucesión del cargo. "Los países no democráticos acostumbran a estar liderados por oligarquías, grupúsculos que han estado muchos años consolidando este poder", destaca Aira. Y los líderes de democracias con pocas garantías, como Putin en Rusia o Erdogan en Turquía, "han tenido que pasar una serie de etapas previas en las que se han camuflado de líderes democráticos plausibles, hasta que han llegado al cenit de su poder a una edad avanzada".

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