Próximo Oriente

Octava ronda de conversaciones para resucitar la paz nuclear con Irán

Teherán, presionada por la crisis económica, intenta insuflar optimismo

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Representantes de la Unión Europea y la Iram a la comisión mixta de negociaciones destinadas a reactivar el acuerdo nuclear con el Irán en Viena, Austria

BarcelonaViena acoge desde este lunes la octava ronda de negociaciones para resucitar el acuerdo nuclear con Irán, que Donald Trump dinamitó en 2017, dos años después de que las grandes potencias hubieran acordado con Teherán un mecanismo para evitar que el régimen de los ayatolás pudiera usar sus centrales nucleares para desarrollar armamento atómico. En el encuentro los responsables del nuevo gobierno ultraconservador iraní han anunciado que están trabajando en un borrador “aceptable” y que están dispuestos a quedarse en Viena hasta que se llegue a un acuerdo.

“Tenemos que llegar al punto en el que el petróleo iraní se pueda exportar fácilmente sin restricciones y que el dinero de este petróleo se pueda transferir en divisas extranjeras a las cuentas de los bancos iraníes”, resumió el ministro de Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian. Teherán, que sufre una terrible crisis económica con las sanciones restablecidas por los Estados Unidos, que han asustado a las multinacionales petroleras europeas, necesita levantarlas, y para conseguirlo no ha parado de incrementar los niveles de enriquecimiento de uranio, cosa que ha alarmado a las potencias europeas, que intentaron mantener el pacto después de la desbandada de Washington.

Según explicó el titular de Exteriores, los negociadores trabajan sobre dos textos: el primero, referente a la naturaleza de las sanciones norteamericanas y a la forma de verificar que se levantan “no solo sobre el papel, sino en la práctica”, como reclamaba hace unos meses el líder supremo, Alí Jamenei; el segundo detalla los pasos que tiene que seguir el programa nuclear iraní para volver a los requisitos exigidos en 2015, que suponen una estricta verificación internacional de la actividad en sus centrales. En definitiva, lo que propone Irán es que le garanticen un volumen de exportaciones de petróleo e industriales antes de aceptar volver a aquellos requisitos.

Petróleo a cambio de cumplir

Teherán teme que las compañías europeas sean reticentes a invertir en el país por miedo a que Washington pueda volver a las sanciones en 2025 si hay un cambio de color en la Casa Blanca, como pasó cuando Trump se descolgó del acuerdo.

A pesar de que las conversaciones son muy complejas, aparentemente Teherán está intentando inyectar optimismo al proceso. El domingo, a las puertas de la nueva ronda negociadora, la autoridad nuclear iraní se comprometió a no seguir enriqueciendo uranio por encima del 60% de pureza, en una señal de apaciguar las preocupaciones de los negociadores rusos, que habían advertido de que si Teherán sobrepasaba el 90%, requerido para alimentar bombas atómicas, las potencias europeas responderían con un portazo.

Las conversaciones se desarrollan directamente entre Irán, Rusia, China, Francia, Alemania, el Reino Unido y la UE, pero Washington y Teherán solo mantienen el diálogo indirectamente, a través de terceros. El actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha dado pasos para recuperar el acuerdo, pero su gran aliado, y el otro gran actor en la región, Israel, hace todo lo que puede para bloquear el diálogo, porque considera a Irán una amenaza existencial. Hoy lo ha vuelto a poner blanco sobre negro el ministro de Exteriores israelí, Yair Lapid, en declaraciones al Parlamento, solo unas horas antes de la reanudación de las conversaciones en Viena: “Preferimos actuar en cooperación internacional, pero si hace falta, actuaremos solos, nos defenderemos solos”.

Mientras tanto, la UE, que tuvo un papel importante en la firma del pacto en 2015, intenta hacer oír su voz. El diplomático español Enrique Mora, coordinador de las negociaciones, asegura que “ha llegado la hora de tomar decisiones políticas difíciles”.

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