La censura, un arma de guerra en Oriente Próximo
Miles de periodistas internacionales en Israel escriben día a día siguiendo el punto de vista israelí
Cada noche, sobre las 20.30 horas, Israel se detiene para escuchar lo que debe decir el general Daniel Hagari, el máximo responsable de la oficina de los portavoces militares. Hagari casi invariablemente recuerda a los oyentes que no deben hacer caso de las informaciones que circulan por internet y las redes sociales, porque a menudo son propaganda de Hamás.
Estamos ante una guerra desigual entre una potencia nuclear y una organización que solo dispone de armas convencionales limitadas, una guerra donde también juegan un papel importante la información y desinformación que llegan a los ciudadanos israelíes y, en menor medida, también a los ciudadanos palestinos.
Desde el 7 de octubre, Israel ha tenido en su suelo a más de 2.500 periodistas internacionales. Estos periodistas han informado todos los días siguiendo el punto de vista israelí. Incluso podría decirse que han sido rehenes de Israel, que en ningún momento ha permitido que los reporteros fueran a la franja de Gaza para aportar un punto de vista distinto.
Recientemente, el periodista Yishai Cohen borró un post su colgado en la plataforma X en la que se afirmaba que los milicianos de Hamás mataron a niños pequeños durante el ataque del 7 de octubre contra las poblaciones israelíes cerca de la Franja, que desató la guerra.
Cohen explicó que la persona que hizo esta afirmación era un soldado: "El portavoz del ejército me ofreció la entrevista y yo no tenía conocimiento previo de la persona a la que entrevistaba. Un representante de la oficina del portavoz del ejército estuvo presente durante la entrevista y aprobó la transmisión".
El periodista borró finalmente la entrevista de la red X después que le hicieran muchas críticas por su credibilidad, pero antes de ser borrada ya había tenido una repercusión mundial e incluso la Casa Blanca la había dado por buena.
También la autocensura
A consecuencia de la guerra existe una censura que limita lo que trasciende, lo que llega a los grandes medios de comunicación israelíes y a la población en general. A veces es la censura militar la que limita las proyecciones, pero en ocasiones son los propios medios los que se autocensuran. Es lo que ocurre con los vídeos que divulgan Hamás y la Yihad Islámica sobre sus prisioneros.
Habitualmente los medios israelíes no pasan los vídeos de los rehenes y se limitan a ofrecer una fotografía estática como captura del vídeo. Los medios, como también hace el ejército, dicen que son vídeos de propaganda que pretenden mermar la resistencia psicológica de los israelíes.
También cada día Hamás divulga un par de vídeos impactantes con algunos de los últimos ataques que han hecho, generalmente disparando misiles contra blindados israelíes en el interior de la Franja. Un vídeo reciente incluso mostraba soldados israelíes heridos y con el cuerpo lleno de sangre.
Los vídeos circulan por las redes sociales, pero nunca llegan a proyectarse en las televisiones israelíes. Los israelíes saben que, si quieren, tendrán acceso a estos vídeos y a información alternativa a sus teléfonos, información que nunca verán en los medios de comunicación israelíes. Una parte de la población accede a esta información, pero muchos prefieren ignorarla. La información es, como siempre, la primera víctima de la guerra.