Familiares de israelíes rehenes de Hamás: "No se tapa una atrocidad con otra"
Israel afronta la peor crisis de secuestrados de su historia mientras prepara la invasión terrestre
Enviada especial a JerusalénAyelet y Limor Sella relatan la espiral de emociones contradictorias que están viviendo. Sus primas Natalie Raaanan, de 17 años, y su madre Judith, de 59, de doble nacionalidad estadounidense-israelí, fueron las primeras rehenes de Hamás liberadas, con la mediación de Qatar. Pero aún tienen a otros siete familiares secuestrados en Gaza, entre ellos tres criaturas de 3, 9 y 12 años. "El del luto es un lujo que no podemos permitirnos. Sentimos alegría cuando las liberaron, pero inmediatamente pensamos en los niños", explican en el ARA. El primer día hicieron un árbol genealógico con el nombre, las fotografías y la relación de parentesco, que van actualizando a medida que descubren qué ha sido de cada uno de ellos.
Israel afronta la peor crisis de rehenes de la su historia, con 222 israelíes –civiles y militares– que fueron secuestrados en el ataque sorpresa del 7 de octubre y arrastrados a Gaza. Hace 18 días que la aviación bombardea indiscriminadamente la Franja, donde han muerto al menos 5.791 personas, según el último balance oficial, y los familiares de los secuestrados reclaman que mantenerlos vivos y devolverlos a casa sea la primera prioridad de su gobierno. Cuando el primer día de la guerra el conservador Benjamin Netanyahu prometió "reducir todo Gaza a escombros", Hamás respondió que ejecutaría públicamente a un rehén en cada bombardeo sobre civiles sin previo aviso.
Y mientras Israel mantiene la narrativa de comparar a los islamistas de Gaza con el Estado Islámico, estos no solo no han anunciado ninguna ejecución sino que han liberado a cuatro mujeres, primero dos estadounidenses y después a dos ancianas israelíes. Y mientras 360.000 reservistas israelíes están movilizados por la guerra, gran parte de los cuales esperando la orden para invadir por tierra Gaza, la suerte de los rehenes, escondidos en la telaraña de túneles subterráneos de Gaza, cuelga de un hilo.
La octogenaria Yocheved Lifschitz, que fue liberada la noche del lunes, ha explicado esta mañana en una rueda de prensa que la tuvieron en los túneles subterráneos de Gaza y que, tras la violencia del ataque, estas dos semanas sus captores la trataron bien, le ofrecieron atención médica y "siempre fueron amables". Incluso en el vídeo del momento de la liberación, la mujer le ofreció la mano a un miliciano y le dijo "shalom", el saludo hebreo que significa también paz. Mientras su marido sigue cautivo, Lifschitz criticaba el fracaso de seguridad israelí y pedía a su gobierno que no emprenda acciones militares que puedan poner en peligro a los rehenes.
En contra del ojo por ojo
"Ahora sabemos que Judith y Natalie estuvieron siempre retenidas en el mismo sitio, pero no sabemos nada de los demás. Y nos da mucho miedo que en medio de los bombardeos y dentro de los túneles sea muy difícil para los terroristas mantenerlos vivos", detalla Ayelet Sella, visiblemente cansada. Su hermana Limor, que como otros familiares intenta tener la mayor visibilidad posible en la prensa israelí e internacional, añade que no quiere el ojo por ojo: "No se tapa una atrocidad con otra: venganza no debe ser la palabra ahora". Pero es la palabra que pronuncia cada día su gobierno. Ambas claman que "los civiles no deben ser moneda de cambio". Hay demasiadas cosas en este rincón de mundo que no deberían pasar y pasan, desde el 7 de octubre, y desde hace 75 años.
Mientras, en los despachos se discute cómo y cuándo empezará la invasión terrestre que se está preparando. Los servicios de seguridad israelíes, con el asesoramiento de Estados Unidos, están intentando localizar dónde pueden estar los cautivos, que Hamás asegura que ha repartido en diferentes sitios de la red de túneles. La cuestión de los rehenes es de alto voltaje político. Los familiares de civiles secuestrados dicen que ellos no tienen ninguna culpa y los de los soldados que si el estado los envió a una misión es responsable de salvarlos. "Los rehenes deben ser una prioridad: se lo pido a Israel, Estados Unidos, Reino Unido, Qatar, Egipto y a todo el mundo que está implicado en ello", dice Limor.
Y la suerte de los rehenes no queda al margen de la polarización política que vive Israel, que antes del 7 de octubre sufría una crisis política sin precedentes por las medidas adoptadas por el gobierno de Netanyahu y sus aliados de ultraderecha. Varias familias de secuestrados acampan frente a la sede del gobierno en Tel Aviv, confiando en que así podrán presionar para sacarlos de Gaza vivos. Defienden que si Hamás capturó rehenes era para llegar a un acuerdo para intercambiar presos (antes del 7 de octubre había 5.200 palestinos encarcelados en Israel y ahora ya son 10.000) y reclaman al gobierno que lo haga. Ya ocurrió en el 2006, cuando Israel intercambió a un millar de prisioneros palestinos por Gilad Shalit, un soldado capturado en Gaza, después de cinco años de cautiverio y de un intento fallido de rescate. Pero junto a él hay otro campamento de cuatro familias que exigen que la suerte de los rehenes no obstaculice los planes para invadir Gaza.