Siria, una estabilidad imposible entre Turquía e Israel


Donald Trump es seguramente el único que puede frenar a Benjamin Netanyahu, pero a falta de diez días para que entre en la Casa Blanca no tenemos ninguna indicación de que quiera intervenir en el conflicto. Esto significa que la situación en Oriente Próximo en los próximos años será bastante complicada en varios frentes, y no sólo en el palestino, donde continuará la expansión colonial israelí con sangre e hígado.
Esta semana, la comisión Nagel, que analiza los desafíos que Israel tiene por delante, ha señalado a Turquía como uno de los más importantes, y es natural que sea así después de la guerra de Siria. No es ningún secreto que Ankara es partidaria de implementar el islam político en Siria, un planteamiento que choca frontalmente con los intereses de Israel y del resto de países árabes, empezando por Egipto y terminando por Arabia Saudí.
Las alarmantes conclusiones de la comisión Nagel no se dirigen sólo a las autoridades israelíes. Su publicación va dirigida sobre todo al Congreso y al Senado de Estados Unidos, donde los aliados de Israel deben tomar nota para frenar las ambiciones del presidente Recibe Tayyip Erdogan, en conflicto con las ambiciones israelíes. Así que es muy probable que el Capitolio entre en breve en acción para defender los intereses de Israel.
El alarmista informe de la comisión Nagel incluso no descarta un enfrentamiento armado con Turquía. Ha hecho una comparación del armamento que tienen ambos países, llegando a la conclusión de que Israel tiene un armamento más desarrollado que Turquía. Aunque no habla de lo nuclear, comprueba que el país de Erdogan, con más de 80 millones de habitantes, tiene una de las economías más activas del mundo.
Resulta extraño que la comisión Nagel hable con tanta franqueza de un posible enfrentamiento armado con Turquía. Y sobre todo que hable de esta manera tan abierta en el informe que se ha hecho público. Pero esa es la mejor manera de dejar las cosas claras, y que se sepa donde debe saberse, que Israel no permitirá que el islam político se establezca en Siria. Y esto debe saberse en Turquía, en los países árabes de la región y en Washington.
Su significado es que el nuevo régimen de Damasco tendrá dificultades para avanzar hacia la democracia y la estabilidad, y que probablemente el islam político que promueve Erdogan conducirá a una desestabilización relativamente rápida de la situación. Hay que tener en cuenta que si Siria no actúa según los deseos de Occidente, es decir de Estados Unidos, es decir de Israel, la estabilidad no está garantizada.
El experimento será interesante desde un punto de vista político. Ya hubo un precedente en Egipto cuando los Hermanos Musulmanes ganaron las elecciones con un islam moderado que en la primera oportunidad fue derribado por Abdel Fattah al Sisi. La caída de los Hermanos Musulmanes egipcios fue bien acogida en Israel y en los países árabes que ven al islam político como una amenaza.
Ahora existe la oportunidad de repetir el experimento en Siria. Es en este contexto que debemos ver el informe de la comisión Nagel, así como su contenido agresivo en Turquía. Su significado es que Israel no permitirá que el islam político se establezca en Siria, que esta posición cuenta con el visto bueno de los países árabes que no han reaccionado en el informe Nagel, y que Israel está preparada para movilizar a Estados Unidos para conseguir ese objetivo.