Cursa espacial

Rusia quiere dejar la Estación Espacial Internacional y construir una propia

Roscosmos dice que solo espera el visto bueno de Putin para poder poner en órbita una estación propia en 2030

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Imagen de archivo de una nave rusa Soyuz llegando a la Estación Espacial Internacional.

Una nueva señal de distanciamiento entre Rusia y la comunidad internacional, y quizás incluso de regreso a las fricciones de la Guerra Fría. Después de dos décadas de colaboración científica con los Estados Unidos en materia espacial, integrada dentro de la Estación Espacial Internacional (EEI), Rusia dice que quiere construir su propia estación para ponerla en órbita en 2030 y abandonar así la iniciativa internacional.

Lo ha explicado esta semana el director de la agencia espacial rusa Roscosmos, Dmitri Rogozin, que dice que solo está esperando el visto bueno del presidente ruso, Vladímir Putin, para sacar adelante el proyecto. "Si quieres hacerlo bien tienes que hacerlo tú mismo", ha dicho Rogozin, según la agencia rusa Interfax, cuando explicaba que no cerraban la puerta a permitir que astronautas de otros países la visiten o trabajen en ella: "Pero la estación tiene que ser nacional". La propia agencia anunciaba que el proyecto para la futura estación espacial rusa costaría unos 6.000 millones de dólares.

El viceprimer ministro ruso, Iuri Borisov, ya había dicho la semana pasada en la televisión rusa que Moscú avisaría a sus socios de la EEI en caso de que decidiera abandonar el proyecto conjunto a partir del 2025. Y es que el acuerdo internacional de la EEI se acaba en 2024 y el representante ruso dice que el estado físico de la estación no permite continuar.

"No podemos arriesgar la vida" de los astronautas, argumentó Borisov, y explicó que la estructura de metal de la EEI "se está haciendo vieja y puede llevar a consecuencias irreversibles o a una catástrofe". Con todo, Moscú apuesta por abandonar la base y crear su propia estación en vez de buscar soluciones conjuntas, un nuevo signo del deterioro de las relaciones con los Estados Unidos tanto por la situación en Ucrania como por los ciberataques y las injerencias electorales atribuidas a Rusia, además de asuntos de derechos humanos como el trato al opositor Aleksei Navalni, entre otras cuestiones.

Borisov también avanzó que la futura estación rusa estaría en órbita a una altura superior a la EEI para poder ver mejor los polos, considerando la gran importancia para la economía rusa de la nueva ruta comercial abierta en el Ártico con el deshielo. Una ruta que también interesa mucho a China, con la que Moscú está fortaleciendo la cooperación. De hecho, hace solo algunos días los gobiernos ruso y chino anunciaron un acuerdo para construir conjuntamente una base espacial en la Luna.

La Estación Espacial Internacional se puso en órbita en 1998 como gran proyecto de cooperación espacial entre los Estados Unidos y Rusia una vez acabada la Guerra Fría, en la que la competición entre las dos potencias había marcado la carrera espacial. Desde entonces, la estación se ha abierto a la participación de otras agencias espaciales, como la europea y la japonesa. El director de Roscosmos concretó que, a diferencia de la EEI, la futura estación rusa no estaría siempre habitada por astronautas, porque el aumento de la altitud la hace más vulnerable a la radiación solar, pero se enviarían tripulaciones temporalmente y se utilizarían robots e inteligencia artificial.

Rusia perdió el monopolio de la tecnología capaz de enviar astronautas al espacio, con sus naves Soiuz, en noviembre del 2020, cuando la compañía Space X, del multimillonario Elon Musk, consiguió –por encargo de la NASA– poner en órbita su primera nave espacial tripulada, la Crew Dragon Resilience.

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