Rusia

¿Qué se esconde tras las muertes misteriosas de la élite rusa?

El ministro de Transportes de Putin ha sido el último de una larga lista de altos funcionarios y ejecutivos fallecidos en extrañas circunstancias

Funeral del exministro de Transportes ruso, Roman Starovoit, fallecido por presunto suicidio justo cuando Vladimir Putin le acababa de destituir.
13/07/2025
3 min

MoscúLa reciente muerte del ministro de Transportes ruso, Roman Starovoit, que aparentemente se disparó un disparo pocas horas después de que Vladímir Putin le destituyera, ha reavivado el debate sobre las defunciones en extrañas circunstancias de altos funcionarios y ejecutivos vinculados al régimen. Desde el inicio de la guerra, más de cincuenta personas ricas o poderosas se han suicidado, han sufrido accidentes o han tenido ataques al corazón a pesar de estar sanas. La opacidad del sistema y una larga tradición de muertes sospechosas provocan que, cada vez que se produce una, los ciudadanos miren de reojo al Kremlin.

Según el experto en anticorrupción Ilià Xumànov, el caso de Starovoit, perseguido por corrupción, presenta "similitudes sorprendentes" con la cadena de muertes de altos directivos de petroleras y gasísticas rusas de los últimos años. La principal, la carencia de explicaciones convincentes por parte de las autoridades. En un artículo en el diario Meduza, el periodista recuerda que el exministro había hecho carrera amparado por los hermanos Rotenberg, dos oligarcas muy cercanos a Putin. Por tanto, ve "plausible" que, una vez detenido por fraude y malversación en la construcción de fortificaciones en la región de Kursk, de la que había sido gobernador, habría podido señalarles. "Este nivel de riesgo podría haber sido suficiente para justificar un asesinato escenificado como suicidio", concluye Xumànov.

Incluso analistas de la órbita del gobierno ruso dudan de la versión oficial. Sergei Markov también opina que "aquellos contra los que podría haber atestiguado tras la detención" están intentando encubrir su asesinato. Sea cual sea la causa real de la muerte, los expertos detectan la prueba de que el régimen está llevando su élite al límite. "Es una señal clara de que las figuras de más alto rango son incapaces de soportar la presión del sistema y la ausencia de una salida, salvo la muerte", escribe el economista Aleksandra Prokopenko en el Financial Times.

Desde febrero de 2022 otros funcionarios han muerto de forma repentina mientras les asediaba la sombra de la corrupción. Por ejemplo, en el 2023, Marina Yankina, responsable de finanzas en el ministerio de Defensa, se lanzó por la ventana de su casa después de que los blogueros de guerra cuestionaran los precios abusivos de los nuevos uniformes militares. O en el 2024 en Krasnoyarsk, Alexander Lapin, ex alto cargo del gobierno regional, cayó descalabro de un séptimo piso mientras la policía le interrogaba.

Una de las secuencias de muertes más surrealistas es la que afectó a los ejecutivos de la compañía petrolera Lukoil, la segunda mayor de Rusia. A diferencia de la inmensa mayoría de empresas, su consejo de administración hizo un comunicado, en marzo de 2022, expresando "preocupación" por la guerra de Ucrania. Dos meses después, el ex director, Aleksander Subbotin, fue encontrado sin vida en el sótano de casa de un chamán; en septiembre del mismo año, el presidente, Ravil Magánov, cayó desde la ventana de un hospital; en octubre de 2023, su sustituto, Vladímir Nekrásov, sufrió una insuficiencia cardíaca, y al cabo de un mes, un senador con vínculos muy estrechos con Lukoil, Vladímir Lébedev, también sufrió un infarto.

Contra la teoría de la conspiración

La mayoría de analistas descartan que esta concatenación de defunciones, muchas veces sin explicación, forme parte de una agenda oculta del Kremlin. Ahora bien, la guerra ha provocado cambios muy bruscos en la economía que pueden haber contribuido a ese fenómeno. En ese momento, Peter Rutland, profesor británico experto en Rusia, planteaba al digital estadounidense Vox que las sanciones, la congelación de activos y la caída del valor de las acciones podían haber llevado a los hombres de negocios a una situación de estrés insoportable.

Otra hipótesis, que plantea el economista Stanislav Markus, es que las restricciones sobre la economía y las nuevas oportunidades de corrupción hayan desatado una lucha más feroz entre los clanes que se disputan los contratos con la administración, sobre todo en el sector energético y de defensa. Esto, de rebote, habría dado pie a más operaciones para eliminar competidores y más muertes sin aclarar.

Ante este escenario de suspicacias y confusión, la única certeza es el miedo que está apoderándose de la élite política y empresarial. Esta semana se repite en la prensa rusa una fecha: 1937, el año en que la represión se convirtió en insufrible hasta el punto de que uno de los ministros de Stalin, Sergo Ordjonikidze, se suicidó tras osar llevar la contraria al líder. El periodista Aleksander Baunov recuerda cómo, en febrero de 2022, el temor de los funcionarios a "ser liquidados físicamente para pronunciar una palabra incorrecta" se convirtió en una realidad. Ahora la absoluta falta de respuestas tras la muerte de Starovoit sólo hace que alimentar la angustia de un sector privilegiado, cautivo de un sistema sin piedad, que probablemente interpretará esta tragedia como un aviso para navegantes.

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