Los intereses de Putin en la guerra entre Israel e Irán

Rusia hace equilibrios entre Trump y Netanyahu por no perder la alianza clave con Teherán

Vladímir Putin
18/06/2025
3 min

MoscúVladimir Putin teme dar un paso en falso en el conflicto en Oriente Próximo. La guerra entre Israel e Irán ofrece oportunidades a Rusia, pero sobre todo presenta riesgos y pone en evidencia la delicada situación geopolítica del Kremlin. Moscú intenta realizar equilibrios diplomáticos entre Teherán, Tel-Aviv y Washington, y no quiere ni pensar en una remota, pero no imposible, caída del régimen de los ayatolás, su gran aliado en la región.

Nada más Israel atacó a Irán, Rusia se apresuró a condenar la agresión y alertó de una potencial catástrofe nuclear, pero, en lugar de cerrar filas inequívocamente con el aliado, optó por presentarse como mediador entre ambas partes. El acuerdo de asociación estratégico firmado entre Moscú y Teherán a principios de año no contempla la ayuda militar mutua, sino que sólo prohíbe el suministro de armas al enemigo. Ahora bien, incluso los expertos cercanos al Kremlin, como Andrei Kortunov, admiten que la realidad es que Rusia no pudo evitar un ataque masivo contra un aliado clave.

No pudo ni quiere, por lo que Putin ha izado la bandera de la mediación. Las piezas del rompecabezas diplomático del Kremlin son difíciles de encajar. En primer lugar, al presidente ruso le gustaría no poner en riesgo el diálogo con Donald Trump y, al mismo tiempo, que la Casa Blanca le percibiera como un actor útil para la resolución del conflicto y obtener contrapartidas a cambio. En segundo lugar, Rusia no está interesada en enfrentarse a Israel, un país con el que no ha roto relaciones pese a la guerra en Ucrania y que no le ha impuesto sanciones. Según el analista especializado en política rusa Mark Galeotti, Putin se vio arrastrado a apoyar a Hamás tras el ataque del 7 de octubre de 2023 porque necesitaba los drones iraníes, pero lo hizo a regañadientes. Galeotti asegura que desde el Kremlin temen apoyar a Irán si tiene las de perder y que, además, admiran la manera en que el ejército israelí ha golpeado a Teherán.

Desde su punto de vista, la alianza Rusia-Irán siempre ha sido "transaccional, compleja y artificial". Moscú realmente no quiere armar atómicamente el régimen de los ayatolás ni proporcionarle asistencia directa para producir cabezas nucleares. Incluso cuando intervino militarmente en Siria lo hizo, entre otras muchas razones, para impedir que acabara bajo la influencia de Irán. Además, ahora el Kremlin ya apenas necesita los drones iraníes y está más interesado en cultivar las relaciones con las otras potencias regionales: Turquía, Emiratos Árabes y Arabia Saudí.

De todas formas, esto no quiere decir que Putin desee un eventual cambio de régimen en Irán. Desde la caída de Bashar el Asad en Siria, en diciembre, la posición de Rusia en Oriente Próximo ha quedado muy debilitada. Pese a las diferencias entre ambos casos, ni ahora ni entonces Moscú, embarrado en una guerra sin final a la vista, ha podido ayudar a sus socios a ojos del mundo y ha ido viendo cómo su coalición antioccidental se iba debilitando. Sea como fuere, los opinadores del entorno del Kremlin ven muy improbable que Israel y Estados Unidos puedan forzar el derribo del régimen iraní porque la oposición no tiene suficiente fuerza.

Beneficios a corto plazo

Un escenario que, a priori, parecería más positivo para Rusia, el de una resolución pacífica de la escalada, plantea también amenazas a largo plazo. En estos momentos, la economía rusa se está beneficiando del aumento del precio del petróleo derivado de la crisis y esto, de rebote, engorda el presupuesto estatal. Sin embargo, los expertos no creen que esta subida sea sostenida ni que, por tanto, el Kremlin pueda sacarle partido a largo plazo. Lo que preocupa a Moscú son los términos de un posible acuerdo entre Estados Unidos e Irán: si Teherán se comprometiera a abandonar el programa nuclear a cambio del levantamiento de sanciones, se abriría la puerta a una mayor producción de petróleo iraní, que amenazaría la competitividad del carburante ruso.

Así pues, en el fondo a Putin le interesaría una guerra de desgaste, que mantuviera elevados los precios del petróleo y, sobre todo, que alejara la atención de Trump y su ayuda militar de Ucrania. Estados Unidos ya ha redirigido hacia Oriente Próximo 20.000 proyectiles antiaéreos que esperaba Zelenski. Este martes, sin ir más lejos, el impacto de un misil sobre un bloque de pisos de Kiiv, en el que murieron 23 personas, entre ellas un ciudadano estadounidense, no recibió siquiera la condena de la Casa Blanca. Y, además, la justificación de Trump de la agresión de Israel como un ataque preventivo da aún más argumentos al líder del Kremlin para seguir bombardeando las ciudades ucranianas y avanzar metros en el frente.

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