¿Qué ha pasado con las conversaciones de paz en Ucrania?

Enfriamiento entre Trump y Putin: el Kremlin quiere continuar la guerra y el líder estadounidense insinúa que rearmará a Zelenski

Reclutas rusos realizan maniobras en un campo de entrenamiento cerca del frente ucraniano.
11/10/2025
4 min

MoscúEn pleno verano, cuando estaba a punto de vencer el ultimátum de Donald Trump en Vladímir Putin para que detuviera la guerra de Ucrania, pareció que el proceso de paz de repente encontraba al desgarrador. La histórica reunión entre ambos líderes en Alaska fue precedida de informaciones que aseguraban que el presidente ruso estaba dispuesto a aceptar una tregua aérea o congelar la línea del frente, y Moscú dio a entender que la oferta de Washington –no trascendieron los detalles– era razonable.

Ese destello de optimismo se desvaneció en cuanto comparecieron uno y otro después de la cumbre y se constató que no se había adelantado ni un milímetro. Los representantes del Kremlin y la Casa Blanca se esforzaron en poner buena cara y en decir que se habían hecho "grandes progresos", pero no se ha movido nada desde entonces y, finalmente, después de semanas de estancamiento, Rusia ha reconocido que el impulso de Alaska "se ha agotado".

El columnista de cabecera del oficialistaMoskovsky Komsomoletes, Mijaíl Rostovski, mujer por hecho que Putin bendijo el plan de paz estadounidense, pero que puso como condición para asumirle la retirada de las tropas ucranianas del Donbás. "Trump prometió considerarlo y contestar más tarde, pero la respuesta, finalmente, fue el silencio", escribe.

En cambio, el presidente de Estados Unidos se marchó de Alaska insistiendo una vez más en la necesidad de una reunión trilateral con Putin y Zelenski para encauzar la resolución del conflicto. La negativa reiterada del dirigente ruso, que nunca ha barrenado ni remotamente encontrarse con el líder ucraniano, ha acabado de convencer a Trump de la falta de voluntad de Rusia de acordar un alto el fuego. Hasta ocho veces ha llegado a decir que está "decepcionado" con Putin, lo que demuestra el acierto de Zelenski a la hora de poner en el centro de la ecuación lo imposible cara a cara.

En Moscú, exaspera la prisa del líder estadounidense por colgarse la medalla de pacificador. El analista Tatiana Stanóvaia explica que, desde el punto de vista del Kremlin, "las soluciones rápidas no son posibles y cualquier progreso debe empezar restableciendo las relaciones bilaterales y comprender los motivos de la guerra". Putin no invadió Ucrania para anexionarse al Donbás, sino para recuperar la tutela política de Ucrania, perdida en el 2014.

El presidente ruso, pues, no tiene ninguna intención de detener los combates mientras no se garantice que se respetan sus demandas. "Las decisiones que se tomaron en febrero de 2022 fueron acertadas y oportunas. Rusia, sin duda, debe conseguir todos los objetivos", ha afirmado esta semana, y ha reiterado el mantra con el que justifica que la lucha continúe. "En estos momentos, las fuerzas armadas rusas tienen toda la iniciativa estratégica".

Trump y Putin en la comparecencia conjunta en Alaska

Últimamente, Putin ha endurecido aún más el discurso contra los países europeos, a los que acusa de ser los culpables de que la guerra no haya terminado. El viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Riabkov, señalaba directamente sus "acciones destructivas" como las causantes de la pérdida de impulso del proceso negociador con Estados Unidos. Sin embargo, el tono con la Casa Blanca también ha cambiado.

Tensión entre Washington y Moscú

A medida que Trump ha pasado de la contemporización y los ultimátums vagos a desplegar amenazas reales como el envío de misiles Tomahawk a Kiiv o la transmisión de datos de inteligencia para golpear a la Rusia profunda, el discurso del Kremlin se ha ido volviendo áspero. El gobierno ruso mantiene que ningún misil, por mucho que tenga un alcance de 2.500 kilómetros, puede alterar el curso de la guerra y, sin embargo, puede ocultar los nervios.

"Nuestra respuesta será dura y asimétrica; encontraremos maneras de hacer daño a quienes nos causan problemas", ha advertido el presidente del comité de Defensa de la Duma, Andrei Kartápolov, mientras que el viceministro de Asuntos Exteriores ha pedido "sobriedad, sensatez y responsabilidad" a los estadounidenses. Según Stanóvaia, "esto marca un cambio de patrón: mientras que antes Putin prefería aplacar a Trump con iniciativas, ahora opta por los avisos".

La impresión de los dirigentes rusos es que Washington está sucumbiendo a la presión de Ucrania y de los aliados europeos, que están financiando parte de las armas que irán a parar al ejército de Zelenski. Esta idea la refuerza la campaña de ataques ucranianos a instalaciones petroleras rusas, que podría verse agravada si Estados Unidos facilitara armamento de largo alcance en Kiiv, aunque los expertos dudan de que fuera inmediatamente.

Moscú alerta de que las relaciones con la Casa Blanca pueden ir por el pedregal. "Tenemos una estructura que se está derrumbando y los americanos tienen la culpa. Las grietas han llegado hasta los cimientos. Estamos preparados para construir, pero no vemos ningún movimiento por su parte", insistía Riabkov, abandonando el tono halagador que ha caracterizado las declaraciones de los representantes rusos dirigidas a la administración Trump en los últimos meses.

Llegados a este punto, nadie se hace ilusiones con un rápido acuerdo de paz. Putin confía en sostener el esfuerzo bélico y en acabar rompiendo el frente ucraniano, mientras Zelenski se prepara para resistir. Por su parte, Trump, se aleja del conflicto y fía en Europa el rearme de Ucrania, si bien su imprevisibilidad no permite descartar un nuevo giro de guión lampedusiano.

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