Vuelven las cartillas de racionamiento en Rusia: Kaliningrado dará alimentos básicos a los más pobres
La inflación y el aislamiento del enclave serían las principales causas de una medida que sólo se aplicará a personas vulnerables
BarcelonaLas cartillas de racionamiento volverán a Rusia el próximo año. Esta medida, históricamente vinculada a tiempo de guerra y posguerra, será recuperada en Kaliningrado a partir de este 2025. El enclave ruso entre Polonia y Lituania que permite a Rusia una salida estratégica en el mar Báltico –pieza que Stalin se cobró en el reparto de Europa después de la Segunda Guerra Mundial– sigue siendo un foco de tensión en las relaciones entre Putin y sus vecinos occidentales. Y una de las regiones de Rusia más afectadas por las sanciones impuestas por Occidente en Moscú por la agresión contra Ucrania. anunció recientemente que las cartillas de alimentos "serán renovadas el próximo año". es una medida nueva en la región, ya que entre abril y julio del 2022, poco después del inicio de la guerra en Ucrania, ya se implantó ante el alud de sanciones con las que el bloque occidental reaccionó a la invasión de Ucrania, y que temporalmente dejó aún más aislado a un Kaliningrado incapaz de importar productos vía terrestre por el bloqueo que le impuso Lituania.
Las razones por las que las cartillas serán recuperadas en 2025 son similares: la inflación en Rusia en noviembre subió al 8,9%, acumulando ya un aumento del 45% desde el inicio de la pandemia en 2020, lo que ha provocado que "existan grupos que no pueden permitirse el lujo de comprar ciertos productos", admite el gobernador. Las sanciones y las limitaciones a las importaciones rusas de países europeos siguen vigentes, y si bien Rusia comparte frontera con muchos otros países asiáticos, la particularidad geográfica de Kaliningrado, rodeada de países de la Unión Europea, dificulta su capacidad importadora. a priori la UE no ha impuesto sanciones al comercio de alimentos y nunca ha intentado bloquear la conexión entre Kaliningrado y Moscú. 222 millones de dólares, mientras las importaciones costaron 652, cifras que reflejan la dependencia de los productos exteriores. Kaliningrado es el cuarto importador más importante de las 85 entidades federales rusas.
La inflación y la consiguiente pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos también supone un encarecimiento de los productos y dificulta poder adquirirlos, en una economía que, pese a formar parte de pleno del territorio europeo, está lejos de las que le rodean. Según los datos de la agencia rusa de estadística, el PIB per cápita de Kaliningrado era de 715.000 rublos (6.660 euros al cambio) en el 2022, cifra que contrasta con los aproximadamente 20.000 euros de Polonia o los 25.000 de Lituania. Tampoco destaca en el ecosistema ruso, con un salario medio de 600 euros al actual cambio, por debajo de los 782 de la media en Rusia. Según RIA Rating, un centro de análisis económico de Rusia, el enclave ocupa el puesto 66 de 85 entre las regiones rusas en lo que se refiere a los ingresos de la población, aunque disponga de un estatus económico especial con unas tasas impositivas muy bajas para favorecer la inversión.
Ahora bien, la medida no será universal, sino que las cartillas irán dirigidas a "ciudadanos vulnerables", según explicó Besprozvannykh, quien añadió que "la lista de categorías será más amplia", sin dar más detalles, ya que en 2022 sólo podían hacer uso pensionistas con bajos ingresos y familias numerosas.
Inevitablemente esta medida de guerra ha transportado el imaginario colectivo a la Unión Soviética, que utilizó este sistema por última vez desde 1983 hasta su disolución en 1991, pensada como una forma de protección social para garantizar a la población el acceso a los productos más esenciales. Hay que añadir que, al igual que en la URSS, las cartillas en Kaliningrado darían derecho y regularían la adquisición únicamente de artículos considerados fundamentales, como pan, leche, arroz, cereales, mantequilla y verduras.
¿Una ampliación a toda Rusia?
Anatoly Aksakov, jefe del Comité de Mercados Financieros de la Duma, se mostró favorable al proyecto y pidió "que se extienda a toda Rusia para que las personas que lo necesiten sepan que se les proporciona un mínimo de productos". Pese a la propuesta de Aksakov, que no es del partido de Vladimir Putin, parece una fórmula difícil de extender a todo el país. Con un cálculo al alza, subvencionar la compra de una cesta de alimentos básicos podría costar entre 5.000 y 6.000 rublos que, distribuidos a los entre 15 y 20 millones de personas que viven en Rusia por debajo del umbral de pobreza –según las estimaciones extraoficiales–, supondría un gasto de unos 900.000 millones de dólares y alrededor de un 5% de los presupuestos generales del Kremlin. Por tanto, lo más probable es que las cartillas, si bien podrían multiplicarse gradualmente en toda Rusia, sigan siendo una medida a escala regional.