Un telemaratón en Nueva Zelanda bate el récord de vacunaciones
El gobierno neozelandés se esfuerza por agilizar la inmunización de la población una vez abandonada la estrategia del 'covid cero'
AucklandNueva Zelanda ha convertido el proceso de vacunación contra el covid en una celebración llena de fiesta, música, originalidad y sentido del humor. Una cifra récord de casi 130.000 personas han participado en el Supersábado, la última iniciativa del gobierno laborista para acelerar la inmunización de los ciudadanos a raíz del brote de la variante delta que no ha podido controlar.
La jornada ha sido retransmitida en directo por televisión, en un maratón donde se ha seguido minuto a minuto el ritmo de vacunaciones, se han repartido premios, se ha alentado la competición entre las ciudades más vacunadas y se ha contado con la participación de celebridades como la cantante Lorde y el equipo de rugby de los All Blacks.
Además de las clínicas y las farmacias, los neozelandeses se han podido vacunar en lugares mucho más inusuales como centros comerciales, autobuses e incluso dentro de un Boeing 787. La aerolínea estatal Air New Zealand ha transformado uno de sus aviones, un Dreamliner 787, en una clínica donde se ha administrado la vacuna Pfizer a unos 350 ciudadanos.
Los “pasajeros” han entrado en el avión y después de saludar al piloto y personal de cabina se han sentado en la clase business para recibir la inyección. El equipo médico se ha encargado del servicio de cáterin, a pesar de que en lugar de ofrecer refrescos y frutos secos han usado la carretilla de las bebidas para transportar las dosis de las vacunas.
Entre los que han vivido esta singular experiencia había muchas familias con hijos adolescentes, como la de Kim Hutchinson: “Cuando mi marido me dijo que podíamos hacer esto me emocioné, nos encantan los aviones y tenemos muchas ganas de volver a ver nuestra familia que vive en el extranjero”.
“Ha sido super emocionante”, dice Jordan Lindsay, un chico de 15 años que también es un fanático de los aviones: “Normalmente tomo vuelos domésticos, entre Auckland y Christchurch, es la primera vez que piso un avión tan grande".
Fronteras cerradas
Pisar un avión, aunque sea para vacunarse, se ha convertido en una vivencia insólita para la mayoría de neozelandeses. La frontera de este país está cerrada desde finales de marzo de 2020, una de las medidas de la primera ministra, Jacinda Ardern, para mantener el covid fuera del territorio.
La estrategia de eliminación del virus, que combinaba el aislamiento geográfico con confinamientos cortos pero rigurosos, le funcionó hasta medios de agosto, cuando se detectó el primer caso comunitario de la variante delta en el país. La líder laborista decretó entonces el confinamiento inmediato de toda la población, consciente de que el porcentaje de ciudadanos vacunados (un 22%) era uno de los más bajos de la OCDE.
Tras dos meses de confinamiento que no consiguieron erradicar el brote, Ardern decidió relajar las restricciones a principios de octubre, una decisión que está generando un incremento rápido de casos, sobre todo en la ciudad más poblada, Auckland. El aumento ha convertido el proceso de vacunación en una carrera contrarreloj para intentar llegar al 90% de población diana inmunizada cuanto antes mejor.
Gracias a la extraordinaria participación en el Supersábado, el porcentaje de vacunaciones continúa creciendo pero todavía está lejos del 90%: un 62% de los ciudadanos neozelandeses han recibido las dos dosis de la vacuna Pfizer y un 83% la primera dosis.
La primera ministra espera que el espíritu del Supersábado no se desvanezca después de este fin de semana: "Si mantenemos este entusiasmo durante las próximas semanas nos podríamos convertir en uno de los países más vacunados de todo el mundo", dijo Ardern tras celebrar el éxito de la maratón de vacunaciones.
Su prestigio político no es lo único que está en juego si no se logra la meta del 90%. Ardern también quiere mantener el estatus de Nueva Zelanda como uno de los países que han tenido más éxito en la lucha contra la pandemia: de momento solo ha habido 28 muertos en un país de casi cinco millones de habitantes.