Afganistán de los talibanes

Terremotos en Afganistán: entre la corrupción y las sanciones

Un tercer seísmo de intensidad 6,3 sacude al país, mientras el bloqueo internacional al régimen de los talibanes dificulta la llegada de ayuda

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Un niño herido espera y decenas de hombres esperan recibir ayuda tras el terremoto en la provincia de Herat, en el oeste de Afganistán.

BarcelonaEs médico en el único hospital público que hay en la provincia de Herat. Es el centro al que han ido a parar la mayoría de los heridos por los terremotos que han desolado el noroeste de Afganistán durante los últimos días. Este domingo ha habido un tercer seísmo de intensidad 6,3. “Al principio no teníamos suficientes medicinas ni equipos. Ahora no podemos decir que todo está bien porque en un hospital siempre faltan cosas, pero estamos mucho mejor”, dice el facultativo. Es la única leve crítica que se le puede arrancar después de media hora de conversación por teléfono, pese a decirle que podemos mantener su anonimato. En Facebook, en cambio, los comentarios dibujan un panorama muy distinto. Hay quien dice que muchos médicos huyeron del hospital tan pronto como la tierra empezó a temblar por primera vez la semana pasada y que, cuando llegaron los primeros heridos, no había casi quien los atendiera. Otros critican que aquello se convirtió en una especie de subasta: quien pagaba más recibía atención médica, a pesar de tratarse de un hospital público y, en teoría, gratuito.

Antes de que los talibanes consiguieran el control del gobierno en agosto del 2021, los médicos hablaban sin tapujos de lo que ocurría de puertas adentro en los hospitales. Ahora es difícil obtener información. La mayoría temen que lo que digan les pueda acarrear problemas en un régimen que actúa con total impunidad. Incluso las ONG internacionales que están sobre el terreno miden las palabras. Sin embargo, en lo que sí coincide todo el mundo es en que Afganistán ha caído completamente en el olvido internacional, y ahora aún más con la guerra en Israel y Gaza.

Más de dos mil muertos

La prueba es que, aunque se calcula que más de dos mil personas han muerto y otros miles han resultado heridas en los tres seísmos de intensidad 6,3 en la escala Richter que han sacudido el país, la ayuda llega con cuentagotas. Además, las sanciones que se mantienen contra los talibanes, que dificultan realizar transferencias bancarias en Afganistán, añaden bastones en las ruedas. La mayor parte de la ayuda de emergencia se está canalizando a través de la ONU.

La cifra exacta de víctimas se desconoce porque en Afganistán no existe un censo poblacional. El último que se hizo fue en los años setenta y, después, la guerra hizo inviable actualizarlo. De lo que no cabe duda es de que miles de personas se han quedado sin hogar. “El precio de las tiendas de campaña y de las mantas se ha disparado”, lamenta Atina, a quien se le nota la voz ronca de pasar las noches al raso. En Herat, en estas fechas las temperaturas descienden ya a los seis o siete grados de madrugada. Atina vive en la ciudad de Herat y tiene la suerte de que su casa no resultó afectada. Sin embargo, su marido, que tiene una discapacidad y se desplaza en silla de ruedas, sigue pernoctando en el coche. No se fía. Si la tierra vuelve a temblar en plena noche, teme no poder salir a tiempo de casa. Este domingo el terremoto ha sido pocos minutos después de las ocho de la mañana.

Thamindri De Silva, directora nacional de World Vision, una de las poquísimas ONG internacionales que tienen sus oficinas centrales en Herat, describe un paisaje de devastación total. Según dice, en la zona donde el primer terremoto tuvo su epicentro, a unos escasos 40 kilómetros al oeste de Herat, apenas quedó una casa de pie. Sin embargo, hasta 24 horas después no llegaron las primeras excavadoras para sacar escombros y liberar a sus víctimas. Muchos cuerpos siguen sepultados, y ahora se teme que la zona se convierta en un nido de infecciones.

Ayuda para la reconstrucción

World Vision ha movilizado sus unidades móviles de atención médica y distribuye ayuda de emergencia, tales como kits higiénicos o ropa. El jueves, sin embargo, una tormenta de arena arrasó las tiendas donde los damnificados se habían refugiado. “Se volvieron a quedar sin casa por segunda vez”, lamenta la directora nacional de World Vision, quien destaca que es necesaria ayuda para la reconstrucción: "No es suficiente con ayuda de emergencia".

La coordinadora de proyectos de Médicos Sin Fronteras en Herat, Lisa Macheiner, también muestra su preocupación sobre qué ocurrirá en las próximas semanas. La ONG ha instalado carpas en el exterior del hospital de Herat para atender a los heridos por los seísmos, pero antes ya trabajaba en el servicio de pediatría del centro. Cada día atendía a una media de 800 niños, la mayoría con malnutrición. A raíz del primer terremoto, las visitas descendieron a unas 300 diarias. Macheiner deduce que la gente teme desplazarse, y que en los próximos días recibirán un alud de niños en situación crítica.

“Las sanciones internacionales contra los talibanes no han servido de nada. Yo no soy política y no sé qué hacer, pero lo que está claro es que esta no es la solución”, opina De Silva. De momento, las sanciones están sirviendo para estrangular aún más a la población afgana.

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