10 ideas del certamen Xpanse que hacen vibrar el cerebro
Los Emiratos Árabes Unidos celebran un encuentro en el que tecnología, ciencia y arte digital se dan la mano
Abu DhabiLa ciudad de Abu Dhabi ha acogido de miércoles a viernes el evento Xpanse, que combina la mirada al futuro, la ciencia y la tecnología, el emprendimiento y el arte. Impulsado por Zina Jarrahi, que llevó a Barcelona al congreso Puzzle X, esta física y creadora de contenido estudia regresar a la capital catalana con alguna feria similar. Mientras tanto, Xpanse es el resultado de su inquietud personal, mezclada con el interés de los Emiratos Árabes Unidos por lanzar el mensaje de que son un país que busca superar la dependencia del petróleo y con el que se pueden trazar relaciones internacionales normalizadas, y las de las docenas de científicos de primer nivel y también de emprendedores que han presentado sus proyectos durante tres días de actividad frenética, en busca de capital. Éstas son diez de las ideas más rompedoras que se han podido ver, algunas más viables que otras, todo hay que decir.
La IA quiere leer tu mente
Tanishq Abraham, director de investigación de Stability AI, cree que sólo es cuestión de tiempo que se puedan leer (de alguna forma) los pensamientos de las personas con máquinas. Durante su ponencia explicó cómo las resonancias magnéticas cerebrales ofrecen ya unos resultados interesantes, porque son una cámara sofisticada de la actividad mental. Un experimento que han practicado consiste en que el sujeto mire una imagen e intentar reproducirla entonces a partir de su escaneo mental. Los resultados son muy aproximativos, pero mejoran sustancialmente si entra en juego una IA entrenada con más de 40 horas de resonancias del individuo estudiado. El siguiente paso es afinar este trabajo no con información que entra por los ojos, sino con pensamientos y visualizaciones imaginadas.
Un nuevo intento de coche volador
La quimera de superar la dependencia del coche del asfalto tiene un nuevo contendiente. Se trata de la empresa ALEF, que presentó vídeos de su prototipo. En esencia, un coche con el chasis despejado por dentro, y una carrocería de rejilla, porque donde debería estar el eje y el motor hay ocho hélices interiores que propulsan este vehículo ligero. Parece un dron gigante, con la cabina en medio. Su impulsor, Konstantin Kisly, asegura que su auto puede realizar 350 kilómetros por carretera, o 180 por el aire. Que es eficiente desde el punto de vista energético y que está equipado con muchos sistemas de seguridad, porque admite que la gestión de multitud de coches volante no presenta todavía una solución convincente. Éste incluso tiene un paracaídas.
La revolución de los organoides
La catalana Sandra Acosta, neurobióloga y profesora en la UB, presentó su trabajo con los organoides: tejidos creados a partir de células humanas de un individuo, que se desarrollan in vitro a lo largo de meses para reproducir las respuestas de órganos concretos de esa persona. Esto permite, por ejemplo, probar medicamentos personalizados, que se crean a partir de ese tejido de laboratorio antes de suministrarlo al paciente. Uno de los aspectos sorprendentes de esta técnica es que, en el caso de los organoides que trabaja Acosta y que reproducen sistemas neuronales, no es necesario intervenir el cerebro para obtener la muestra inicial, sino que con células de piel, o de sangre –más la ingeniería pertinente–, pueden convertirse en pluripotenciales y replicar las respuestas anómalas de enfermedades como el Alzheimer o la epilepsia.
Una propuesta catalana contra las enfermedades autoinmunes
Ahead therapeutics es otro de los proyectos catalanes que se han presentado en Xpanse. start-up biotecnológica ha desarrollado una nanotecnología que crea unos liposomas que podrían resultar efectivos contra enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, la diabetes tipo 1, la artritis reumatoide o la enfermedad celíaca, entre otros. En esencia, y simplificando, funcionan al revés que las vacunas: el liposoma encapsula el autoantígeno responsable de activar el ataque autoinmunitario y esta combinación restaura la tolerancia perdida hacia ese tejido del cuerpo que, por error, es atacado por el sistema inmunitario. Cambiando el autoantígeno encapsulado, se puede tratar una u otra enfermedad. Según explica su impulsor, Martí Dalmases, esta aproximación tiene el potencial de ser curativa, yendo más allá de los actuales tratamientos, que son paliativos. Los resultados en ratones son satisfactorios y también en tejidos humanos (fuera del cuerpo), lo que permite iniciar el largo camino para realizar los ensayos clínicos preceptivos, mientras la empresa busca una nueva ronda de financiación que le permita seguir avanzando en el camino convertir esta patente en un producto al alcance en el mercado.
Vigilar con el ruido en el océano y otros proyectos catalanes
Soraya Hidalgo, directiva de la UPC, y Michel André, director del laboratorio de bioacústica aplicada, presentaron una sesión sobre los efectos del ruido de la actividad humana en el océano. En unos tiempos en los que la economía azul está en auge, es necesario conocer mejor los efectos de alterar profundamente un medio que muchas especies utilizan para comunicarse. La participación catalana incluyó asimismo la participación del profesor Eduard Alarcón, también de la Politécnica, en una mesa redonda sobre la relación entre las ideas y su comercialización. Esta universidad, además, estaba presente con UPCArts, su rama que examina la relación entre las manifestaciones artísticas y la tecnología.
En el ámbito biomédico hubo dos presentaciones de proyectos catalanes más, vinculados en este caso a la Universidad Pompeu Fabra. Una es VirTest, una herramienta que permite a los médicos realizar simulaciones computacionales muy precisas y personalizadas de intervenciones mínimamente invasivas, como la colocación de un stent. Jordi Mill es el CEO de este spin-off de la Universidad. El otro proyecto se trataba de SimOspine, un software médico para prevenir complicaciones mecánicas en cirugías correctivas de columna vertebral. Pablo Orons fue el encargado de contárselo a los asistentes.
Setas que hacen de ordenadores
Una de las propuestas que más cejas hizo levantar fue la presentada por Andrew Adamatsky, quien ha estudiado el sistema de emisiones eléctricas de los hongos. Como interactúan entre ellos, este científico defendió que existe un lenguaje de las setas y que su sistema de comunicación guarda similitudes con el sistema neuronal. Estas características las hacen aptas para algunas aplicaciones computacionales concretas. Son mucho más lentos que los neurotransmisores o los chips y, por tanto, no es necesario esperar tener una pequeña plantación de níscalos encima de la mesa en vez de una torre con CPU, pero pueden resultar útiles para monitorizar, por ejemplo, cultivos.
Guardar datos en el ADN
Uno de los problemas de la edad digital es la cantidad ingente de información que se produce a diario. La energía para almacenarla puede acabar siendo inasumible, más aún teniendo en cuenta el crecimiento exponencial de la IA, que consume muchos recursos. Hyunjun Park, cofundador y director general de Catalog, propuso el sistema en el que están trabajando y que se basa en guardar los datos en cadenas de ADN. Según defendió, hacerlo así resultaría hasta 10.000 veces más eficiente energéticamente, puesto que las cadenas de ADN funcionarían al mismo tiempo como almacenes y procesadores. Su proyecto traduce unos y ceros de la información digital a las letras CGAT del ADN y espera comercializar las máquinas capaces de hacerlo (gordas: de 2,5x1,7 metros y altas como una persona) a partir del 2025.
La nanointeligencia, algo grande
Zdenka Kuncic, profesora de física en la Universidad de Sydney, apuntó que el futuro de la computación podía pasar por la nanotecnología. Los semiconductores revolucionaron la informática a partir de los años 60, pero su sistema de funcionamiento recuerda poco al del cerebro humano, así que esta investigadora se consideró escéptica con el hecho de poder conseguir verdadera inteligencia artificial a partir de un hardware que opera de forma tan ajena al pensamiento humano. Por el contrario, cree que la nanotecnología que se está desarrollando (que consiste en unos hilos finísimos de plata) podría hacer que la IA dejara de ser un software para convertirse a la vez en programa y estructura. Esto acabaría derivando en una nanointeligencia que imitaría mucho mejor las redes neuronales: tendría la potencia de los transistores, pero la ventaja de tenerlos más estructurados y conectados entre sí, además de ser adaptables en tiempo real y con capacidad memoria, lo que les permite priorizar los asuntos principales y descartar los sobrantes. Si estos nanointerruptores se consolidan, permitirían asumir funciones de computación fuera del alcance de la informática clásica.
Los nuevos ciudadanos digitales
La IA está ya integrada en muchos ámbitos de la vida, y Fai Arjomandi, emprendedora en el campo de servicios de nube, quiso compartir cuál era la vanguardia de pensamiento en materia de IA. La propuesta más distópica hablaba de la creación de una ciudadanía digital, ya que los dispositivos participarán en la vida pública de forma mucho más decidida. Puso ejemplos: elsmartwatch ya no sólo controla las pulsaciones del corazón sino que se encarga de realizar la compra evaluando tu estado de ánimo y la dieta que necesitas. La clave son aplicaciones hiperconectadas que dejan de ser herramientas para convertirse en extensiones de la propia vida, ya que aprenderán a ser tremendamente adaptables en tiempo real a los contextos de cada uno.
Coches autónomos a toda pastilla
Los coches voladores aún parecen lejos del gran público, pero los autónomos sí se vislumbran como mucho más cercanos a la comercialización masiva en un futuro no muy lejano. El principal problema para implantarlos es la aceptación social, según explicaba Stephano Timpano, CEO de Aspire, una empresa que impulsa en Abu Dhabi un campeonato de coches de carreras de Fórmula 1 pero con vehículos autónomos equipados con radares, láseres y cámaras para crear una imagen en 3D del circuito cerrado que se actualiza cientos de golpe cada segundo. Al principio del proyecto estos vehículos llegaban de media unos 70 segundos más tarde que los pilotados por los humanos, pero actualmente este margen se ha reducido hasta los 8 segundos, y, según aseguraba, en unos años se podrá superar el rendimiento de un vehículo conducido por un humano. Estos bólidos aún pueden albergar a una persona en la cabina, aunque no pilote, para poder afinar la experiencia de estar dentro de un vehículo automático, que se mueve a gran velocidad.