Nuevos hablantes

Màriam Ben-Arab, la catalana de raíces tunecinas que dibuja en 'Cavall Fort'

El artista Ridha Ben-Arab adoptó el catalán para estudiar bellas artes, se casó aquí y educaron a su hija en dos lenguas

La ilustradora Màriam Ben-Arab en su estudio con su padre, Ridha.
20/04/2025
2 min
Dosier La generación que decidió hablar en catalán a sus hijos 1 article

BarcelonaEnseguida se ve que Ridha Ben-Arab (Túnez, 1948) es un hombre carismático. el artista, pintor y ceramista. En la primera clase descubrió que existía el catalán. "Yo era extranjero, pero no tenía por qué hablar castellano, hablaba árabe, francés e inglés", recuerda.

Ben-Arab vio la muerte de Puig Antich, el No-Do, la caída de la dictadura, la Transición. "No llegué cuando estaba todo hecho –recuerda–, para mí fue importante". y yo encantado de la vida, desde el primer día en catalán", afirma. "Ni me lo planteé. Vivimos aquí, hablamos catalán. Para entender un pueblo debes hablar su idioma", asegura.

Orgullosa de su nombre árabe

Cuando nació su hija, Màriam (la Roca del Vallès, 1983), tampoco hubo debate: al ser una pareja mixta que hablaba en casa en catalán, ella le hablaría catalán y él tunecino (el árabe de Túnez) La niña creció en catalán aquí y pasaba los veranos al otro lado del Mediterrani, enseñaba a papá. Fina también lo aprendió escuchándole. "Es un regalo que te hacen hablarte con otra lengua, porque lo aprendes sin esfuerzo. Yo también puedo hablar tunecino, aunque no lo sé escribir. se la siga hablando, porque la inercia los lleva hacia el catalán. "De las cosas importantes siempre hemos hablado en catalán", dice ella. Caballo Fuerte. Una muestra de que la catalanidad ya es muy amplia y diversa. Entre otros encargos editoriales, acaba de publicar el magnífico Hiedra (Bindi Books), uno de los mejores cómics infantiles del año, donde recopila las historietas publicadas en los últimos tres años en la revista.

Un autorretrato de la dibujante Màriam Ben-Arab.
Una historieta de Màriam Ben-Arab con sus padres.

Los Ben-Arab dicen que no han notado racismo en su piel blanca, pero sí escuchan comentarios xenófobos. El matrimonio fue un choque en el pueblo de La Fina –el grueso de la inmigración musulmana empezaría a llegar dos décadas más tarde– y, cuando aterrizaron en la Roca del Vallès, en el Ridha le llamaban "el moro". Enseguida lo desactivó: "Cuenta mucho la actitud individual, y si hablas catalán te integras más, a la gente le gusta", afirma. Si hubiera llegado hoy, ¿las cosas habrían sido diferentes? ¿Se habría visto empujado a hablar catalán en Barcelona? No se sabe. Lo que sí sabe es que hoy, cuando ven su nombre, todavía hay quien se le dirige directamente en castellano: "Eso me molesta", se queja. Hace más de cincuenta años que Ridha habla, vive y ama en catalán.

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