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Alejandro Cao de Benós, contra el documental que lo acusa de facilitar la venta de armas y droga

'El infiltrado' se puede ver desde este viernes en Filmin

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La cara de Corea del Norte en España es Alejandro Cao de Benós, delegado especial para el Comité de Relaciones Culturales del país, y habitual en los medios de comunicación por su defensa del régimen político de esta dictadura totalitaria. El diplomático, sin embargo, aparece en un contexto mucho más conflictivo en el documental El infiltrado, estrenado en Filmin, puesto que la producción da a entender que Cao facilita el tráfico de armas y drogas entre Corea del Norte y un empresario europeo. Por eso el diplomático ha querido desacreditar el film, que califica de montaje "lleno de mentiras, totalmente tergiversado y manipulado para obtener beneficio aprovechando mi imagen pública".

Uno de los puntos que Cao discute es el pasaje en el que se dice que lo habían detenido por tráfico de armas, cuando en realidad era por tenencia ilícita en su domicilio. "[El director] Mads Brügger me considera un supermalvado o un idiota, pero bien que solicitó insistentemente mi ayuda para su primera visita en Corea [...] Así mismo insulta el país tildándolo de «empresa maligna y criminal», pero no dudó en pagar centenares de miles de euros en el país para realizar su primer film-basura". Cao recuerda que su cargo es honorífico y no le comporta ninguna remuneración: "No estoy autorizado a tomar decisiones en nombre de ningún departamento u organización del país. Y nunca la RPD de Corea me ha propuesto facilitar negocios que tengan que ver con armas y/o drogas".

El infiltrado narra, en dos capítulos de una hora, la penetración de Ulrich Larsen –un chef danés retirado con ganas de aventura– en el sistema político coreano a lo largo de diez años, para desenmascarar los aspectos más cuestionables. Primero se infiltra en la Asociación de Amistad con Corea que preside Cao y, después de ganarse su confianza, va accediendo a círculos de poder del país cada vez más selectivos. A pesar de que en su defensa el diplomático español asegura que no tiene ningún poder ejecutivo, el documental lo retrata en un yate de lujo en Marbella, afirmando: "Yo soy quien hace que las cosas, sencillamente, pasen". Lo acompaña en esa escena Jim Latrache-Qvortrup, que asume el rol de un traficante de armas que busca firmar un contrato con una de las fábricas de Corea del Norte. Una cámara oculta graba las conversaciones entre este delincuente (impostado) y Cao.

La versión del filocoreano es que él solo le seguía el juego para averiguar información sobre el personaje. "Su propuesta inicial era la construcción de un hotel. Pero más tarde, y sin venir a cuento, dijo que quería fabricar armas en el sótano del hotel, lo cual cambió inmediatamente mi postura sobre él [...] Era un hombre muy arrogante y racista, así que asumí un papel que se ajustara a su modo de vivir y su fantasía. Le mentí, preparé sobre la marcha un discurso de ventas monumental para impresionarlo, sacarle información y saber quién había detrás todo esto".

En todo caso, los ministros de Asuntos Exteriores de Suecia y Dinamarca han llevado el documental ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para solicitar nuevas sanciones contra Corea del Norte.

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