¿Qué puede aprender TV3 del ataque de Trump a la PBS
El sector radiotelevisivo americano está tan hipermusculado –y liderado por iniciativas privadas casi centenarias– que el canal público PBS –y su hermana radiofónica NPR– siempre han sido las hermanitas pobres del panorama mediático. Pero esta caracterización tiene un punto de cliché: al final, más de 40 millones de ciudadanos conectan con la radio cada semana y unos 36 millones miran al menos una vez al mes noticias locales de alguna de las emisoras asociadas a la PBS. Teniendo en cuenta que sólo ofrecen programación dura, sin formatos de entretenimiento,realities, retransmisiones deportistas o series se trata de una cifra meritoria. Pero lo que más me admira es su capacidad de resiliencia en un entorno hostil. Parece que, aunque Donald Trump ha puesto su antipático cuerno contra ambos medios y ha dictaminado dejarlos sin financiación pública, sus posibilidades de salirse en realidad son escasas, sobre todo porque la asignación de fondos procedentes de los impuestos proviene de un pacto firmado con el Congreso que se alarga hasta el 202; así que el principio de seguridad jurídica probablemente pondrá al presidente en su sitio.
En todo caso, el dinero público sólo representa un 5% del presupuesto de la empresa que controla la NPR y la PBS. El resto proviene fundamentalmente de donaciones privadas y esto da a la radiotelevisión pública una fortaleza a prueba de bombas y veleidades presidenciales. Leyéndolo, es inevitable pensar en la fragilidad de TV3 y en qué pasaría si algún día la Generalitat es controlada por fuerzas con un anticatalanismo virulento como Ciutadans en su día o Vox actualmente. Ni siquiera RTVE es tan frágil, porque las telecos y las televisiones privadas la sufragan en buena parte. Quizás la Corporación debería iniciar el debate sobre cómo blindar TV3 y Catalunya Ràdio del Trumpet de turno.