El catalán, bajo la bocina del 'Juego de cartas'

Marc Ribas presenta 'Juego de cartas'
Periodista i crítica de televisió
2 min

La noche del miércoles, en Juego de cartas competían cuatro restaurantes de Barcelona para ver cuál ofrecía el desayuno más completo. Dos de los establecimientos escogidos hacían los tradicionales desayunos de tenedor y los otros dos optaban por el planteamiento del brunch. Una de las participantes, Ingrid, de apellido alemán, explicó que su origen era un 50% germánico y el otro 50% catalán, aunque era evidente que estaba mucho más familiarizada con el castellano. También explicó que se había formado en la escuela alemana. Sin embargo, Ingrid se esforzó por hablar en catalán en todo momento, a pesar de las dificultades que le suponía. Le costaba conjugar algunos verbos y utilizaba algunos barbarismos cuando no encontraba la palabra correcta. Nunca se quejó, nunca cambió al castellano y, cuando el resto de concursantes y el presentador quisieron poner a prueba sus conocimientos gastronómicos, ella dio las explicaciones siempre en catalán, yendo más despacio cuando convenía para pensar bien cómo debía decirlo. No ocurre muy a menudo que se pueda ver a alguien en televisión tan resiliente a la hora de utilizar el catalán, sobre todo cuando los demás te están tratando con suficiencia.

Es muy habitual que el concurso utilice la postproducción para añadir a las grabaciones una carga humorística. Los efectos de sonido y el montaje potencian algunas anécdotas y situaciones de tensión. Enseguida se hizo obvio que Ingrid no encajaba con el perfil del resto de concursantes. Se ajustaba al perfil de una pija emprendedora enfocada en la cocina saludable, y no en la sabiduría gastronómica del resto de concursantes y del propio presentador. Lo que llamó la atención fue la forma en que el programa la menospreció por su catalán. Añadieron un efecto de sonido ridículo cada vez que Ingrid decía una palabra incorrecta o conjugaba mal un verbo. Si decía guisante en lugar de guisante, a continuación ponían un "moco!" para ponerla en evidencia. Dijo fruta, y después "¡moc!"; dijo encontrar y después "¡moc!"; dijo planeado en vez de planificado y también sonó el "¡moc!"; dijo dieciséis y volvió a sonar la bocina ridícula. En cambio, no le pusieron ningún sonido ridículo cuando dijo clean o smooth en inglés en vez de limpio o suave. Si utilizas el inglés, que es más chic, te indultan.

En cambio, al resto de concursantes no les pusieron ningún sonido estúpido cuando dijeron que las albóndigas estaban blanditas o jugositas. Tampoco cuando dijeron que les torreznos estaban buenísimos o cuando uno de ellos sentenció: "Muy goloso todo!". Aquí no hubo ningún efecto ridículo.

Menos tener una participante que tú has aceptado como válida es cínico. Si no encaja en el perfil, por cómo habla o por el tipo de restaurante, elige otro candidato. Pero aceptarla y ensañarte con ella por su catalán sin que sea la catalán. se esfuerza en hablar catalán son motivo de burla, pero los de los hombres no se señalan. Más allá del sexismo flagrante, se utiliza el catalán como mecanismo punitivo y de burla, y esto es un mensaje muy tóxico e impropio de TV3

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