Sí, así, con ema geminada. Que no existe, vale, pero si una manifestación en el aeropuerto de El Prat puede ser vendida como terrorismo, ahora no nos pondremos chucherías por una minucia gramatical como esta. La RAE tarda ya en aceptar esta ortografía alternativa para la palabra terrorismo, que en este caso se aplica a aquellas acciones que, a falta de una violencia real, hay que impostarla como quien explica una historia de miedo a los niños. Por supuesto, el número de emites es variable. El Supremo ha decidido investigar a Puigdemont por terrorimmo! y los periódicos de la derecha lo celebran. Es una victoria clara de toda una determinada costra, después de haber fabricado relatos sobre esa jornada en la que intentaron cargar a Tsunami Democrático una muerte que el SEM, la autopsia e incluso la embajada de Francia desvincularon de la protesta. La decisión del Supremo tenía menos intriga que un capítulo de House, pero era necesario el trabajo de la prensa amiga para allanar el camino de una consideración penal puramente política e ideológica.
"Cinco jueces del Supremo imputan terrorismo a Puigdemont 'sin ninguna duda'", titula por ejemplo El Mundo. En Libertad Digital, la columnista y ex candidata de Ciudadanos a la Xunta Cristina Losada defiende que la protesta fue terrorimmo! y escribe que "tomaron el aeropuerto, aislaron la torre de control y perturbaron el tráfico aéreo". Pero la Agencia de Seguridad Aérea asegura que la acción de Tsunami no supuso ningún peligro para personas ni aviones. Lo único que puso en riesgo, como sabemos, es la fantasía de hacer correr que Puigdemont era el cerebro tras esa demostración de terrorimmo! que, de aceptarse, permitiría al tribunal ejercer de legislador –y torpedear la ley de amnistía– en una delicada nueva muestra de la separación de poderes en España.