Instantes televisivos que te dejan atónito

'Todo se mueve'.
Periodista i crítica de televisió
2 min

El lunes, en Todo se mueve, Helena Garcia Melero habló de una medida del gobierno de Turquía contra la obesidad que había generado polémica. Para concienciar a la población de los efectos adversos del sobrepeso, detienen a las personas gordas por la calle, las hacen pesar en una báscula y las invitan a poner solución a su problema. El motivo de la controversia es evidente. Los temas de salud no deben abordarse en plena calle ni nadie debe tener el derecho de cuestionarte el cuerpo en momentos y espacios que tú no has previsto. El mismo programa tenía claro que era una iniciativa dudosa, pero aun así hicieron una conexión con una calle de Barcelona para ver si la gente estaba dispuesta a pesarse en una báscula allí en medio y delante de las cámaras. En un primer momento intentaron hacerlo en directo, y todos los peatones salvo un chico joven esquivaron los esfuerzos de la periodista por detenerlos. Nadie quería saber nada, no ya de subirse a la báscula sino de ponerse delante de un micrófono. Como la operación resultó fallida, nos ofrecieron algunas entrevistas que habían podido grabar con anterioridad. Y lo que vimos fue un despropósito. De entrada, cabe señalar que, mira por dónde, todas las personas que consiguieron hacer participar eran mayores, de más de setenta años. No es casualidad. Son personas, que, en general, son más fáciles de interceptar: van más despacio, tienen más dificultad para oponer resistencia y escabullirse del micrófono. Por ese mismo motivo suele ser un colectivo más vulnerable a los robos y engaños. Tampoco se atreven a contradecir la autoridad de la cámara o de un periodista.

El atraco mediático al que fueron sometidos sabía grave. Algunos declinaron la opción de subir a la báscula y otros cedieron al experimento. El más esperpéntico llegó cuando la redactora se sorprendió al constatar el poco peso de la primera candidata, y asombrada por su ligereza optó por cogerla a hombros como si fuera una criatura pequeña. Otra señora que no se quiso pesar recibió como respuesta: "Pues si no se quiere pesar en la báscula, ¡la pesaré yo!" y también la rodeó con los brazos y la levantó del suelo como si fuera un saco de patatas. Lo mismo hizo con otra mujer, agarrándola por las piernas y levantándola a peso. También se dedicó a apamar las barrigas de los señores ya hacer bromas con el contorno de la cintura, y después hacer lo de la condescendencia teatral del cabaret del "Ustedes están estupendos!". Un instante televisivo que te dejaba atónito. Aparte de que este tipo de reporterismo tan invasivo está caducadísimo, era una falta de respeto. Esta simpatía impertinente para tratar a las personas como criaturas o títeres, subirlas a hombros, medirles la barriga y marearlas delante de las cámaras es impropio. medida de Turquía y después hacer ese despropósito. Todo se mueve más que tomar una báscula necesitan calcular sus índices de frivolidad, porque sobrepasan los límites saludables.

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