Cuatro tendencias tecnológicas para 2025
El 2025 será un año en el que veremos avances en cuestiones como la inteligencia artificial y la biotecnología
El año que acabamos de empezar se presenta como un período de transformación tecnológica acelerada, con avances en inteligencia artificial (IA), ciberseguridad, robótica, exploración espacial o biotecnología. Estos cambios ofrecerán oportunidades significativas, pero también plantean importantes retos éticos y sociales.
La IA tiene los pies en el suelo
En el tercer año desde la irrupción de ChatGPT, la inteligencia artificial generativa (GenIA) seguirá dominando en 2025, pero con un cambio sustancial: las empresas propietarias de las grandes plataformas se concentrarán en rentabilizar las enormes inversiones que han realizado hasta ahora para entrenar sus modelos. Se acabó el breve período de acceso abierto a las versiones más avanzadas, que ya han pasado a ser de pago, y no asequible. Una pista significativa la da el acuerdo entre OpenAI y Microsoft, suscrito en 2023 y conocido en 2024, en el que el indicador de logro de la futura IA general (IAG) no es técnico ni filosófico, sino económico: ambas empresas consideran que se podrá hablar de IAG cuando una plataforma genere 100.000 millones de dólares en beneficios. Claramente, esto no ocurrirá durante este 2025.
Por el camino, y mientras los inversores no cierren el grifo del dinero, los desarrolladores siguen creando modelos de IA cada vez más poderosos y eficientes, supliendo el agotamiento de datos nuevos para entrenarlos con el uso de contenido sintético y orientarlos así en la dirección que desean. incipientes actores, muchos de los cuales –una quincena, según las comparaciones más recientes– ya superan a OpenAI en rendimiento. reservados a los grandes centros de datos, y también ha derribado el precio de las consultas: interrogar la versión más avanzada de GPT-4 cuesta 100 veces menos que hacerlo con GPT-3. Por eso los gigantes digitales se han propuesto cobrar por el uso a cuantas más gente mejor, especialmente a las empresas, que contratarán las funciones de GenIA en forma de suplemento a la cuota mensual que ya pagan por la ofimática de Microsoft 365 o Google Workspace. yanquis siguen construyendo enormes centros de datos que requieren energía nuclear para funcionar, aunque el modelo chino DeepSeek v3 demuestra que la IA se puede entrenar con muchos menos recursos, cuando las restricciones de EE.UU. la exportación de chips avanzados te obligan a exprimir el ingenio en la optimización.
Por último, la consultora Gartner asegura que en 2025 los chatbots cederán protagonismo a los agentes de IA, capaces de tomar decisiones autónomamente, gestionar tareas complejas e interactuar con el usuario de forma más natural. Es el primer paso hacia ceder a las máquinas el poder sobre nuestro futuro laboral, las nuestras finanzas y nuestro ocio. Cruzamos bien fuerte los dedos, pero sobre todo elegimos bien qué autoridades deben regularlo.
El universo digital nunca volverá a ser como antes. Una muestra es la degradación del antiguo Twitter en su evolución hacia X bajo el mando de Elon Musk. La plataforma seguirá perdiendo peso en el discurso público, pero no será desplazada por ninguna de las alternativas, se llamen Bluesky –que nadie nos asegura que Musk no acabe comprando–, Threads –pieza del complejo chupador de datos de Mark Zuckerberg– o la bienintencionada Mastodon. Esta fragmentación llevará a cada uno a elegir su aventura digital y encerrarse en una burbuja diferente, lo que favorecerá la manipulación de la información con salidas de tono como la reciente llamada de Musk a no hacer donaciones a la Wikipedia porque la encuentra demasiado woke. La tecnopolítica está rompiendo internet, y no sólo físicamente como en los cortes de cables submarinos de telecomunicaciones por parte de un barco de pesca chino.
En esta línea, las guerras ya se entregan también en el campo de batalla digital. Lo estamos viendo en Ucrania y en Oriente Medio, dos laboratorios donde se prueban con fuego real los drones autónomos, el reconocimiento de objetivos por destruir y la detonación masiva de dispositivos personales.
Los estados y los delincuentes explotarán a fondo la IA para continuar ciberatacando infraestructuras cruciales, secuestrar datos empresariales y espiar, desinformar y estafar a los ciudadanos de forma más productiva. Parte de este espionaje se hará desde Barcelona, que ostenta el dudoso mérito de acoger muchas empresas israelíes de ciber(in)seguridad que aquí esperan tener más facilidad para vender sus productos. ciberseguridad.
Biotecnología, ciencia y salud
Este año será clave para la exploración espacial, con la creación de asentamientos permanentes en la Luna y el inicio de la extracción de minerales de asteroides. Estos avances pueden marcar el inicio de una presencia económica sostenible en el espacio. En biotecnología seguirá avanzando hacia la medicina personalizada, gracias a las innovaciones basadas en IA para el tratamiento de enfermedades crónicas y las terapias antienvejecimiento. Las herramientas de edición genética como CRISPR y el uso de la IA en el desarrollo de nuevos medicamentos cambiarán la forma de entender la salud.
A pie de calle, sin embargo, la asignatura pendiente continuará siendo la integración dentro del sistema sanitario público de los indicadores que proporcionan los dispositivos de salud que muchos ciudadanos llevamos puestos. Facilitarían pasar de la atención sanitaria reactiva a la preventiva, pero por ahora no se están aprovechando.
Reposicionamiento de las Big Tech
Los gigantes de la tecnología van adaptándose a un nuevo panorama que ellos mismos han contribuido a impulsar. Microsoft confía en la nube de internet y en la IA un futuro en el que Windows tendrá menos peso, desplazado por Android como sistema operativo más popular. Más complicado lo tiene Intel, la otra pata del binomio Wintel que ha dominado la informática personal durante décadas: el antes omnipotente fabricante de chips, superado por ARM y Qualcomm en los teléfonos inteligentes y por Nvidia en los centros de datos por en la IA, ha despedido a miles de empleados, incluido el CEO de la empresa.
Samsung tiene un mercado de millones de electrodomésticos en el que puede incorporar IA y pantallas –que son excelentes plataformas para mostrar anuncios–, está acelerando en dispositivos de salud como el anillo Galaxy Ring y acaba de convertirse en el accionista principal de Rainbow Robotics, y ha emulado la compra de Boston Dynamics por su compatriota Hyundai.
Google sigue liderando las búsquedas en la web, pero la incorporación de los resúmenes con IA y el uso creciente de los chatbots para buscar información son dos amenazas a la gallina de los huevos de oro de la empresa, la publicidad digital, que tendrá que afrontar en un clima regulador hostil que podría acabar con la obligación de vender partes del negocio.
Por último, Apple ha llegado tarde a la IA, con una solución limitada como Apple Intelligence, que por mucho que quieran disfrazarlo apelando al respeto de la privacidad de los usuarios, no satisface a nadie. Pendientes de comprobar hasta qué punto la IA mejora las prestaciones de la ama de llaves digital Siri –incluyendo la posibilidad de añadir idiomas nuevos como el catalán–, es muy probable que en el 2025 asistimos a un golpe de timón por parte de Apple en materia de IA.