Tecnología

La IA impulsa la vuelta a la energía nuclear

Los datos y los algoritmos pueden mejorar la generación y el consumo de energía, pero también tienen una sed insaciable de esa energía

La central nuclear de Fukushima.
06/12/2024
5 min

BarcelonaMeta Platforms es hoy por hoy la última de las grandes tecnológicas yanquis en recurrir a la energía nuclear para impulsar sus centros de datos. La empresa matriz de Facebook, Instagram, WhatsApp y Oculus sigue los pasos de Microsoft, Google y Amazon y esta semana ha convocado un concurso de ofertas para construir una planta de hasta 4 gigavatios (GW) que alimentará su infraestructura dedicada a la inteligencia artificial (IA). Décadas después del "¿Nucleares? No, gracias", asistimos a un nuevo ciclo en el que las empresas energéticas adoptan la IA para optimizar su producción y distribución, pero el entrenamiento y ejecución de esta IA reclama cada vez más energía.

Si hace años poníamos el grito en el cielo por la cantidad de agua y electricidad que el buscador web de Google consumía para atender cada consulta, aquellas estimaciones han saltado por los aires cuando los científicos se han puesto a medir el consumo de energía de los algoritmos de IA, en especial la de tipo generativo: cada petición a ChatGPT consume hasta 10 veces más que una búsqueda en Google. La Agencia Internacional de la Energía calculaba en 2022 que los centros de datos, la minería de criptomonedas y la IA de entonces representaban el 2% de la demanda mundial de electricidad, y pronosticaba que la cifra se duplicaría de cara en 2026 e igualaría el consumo eléctrico de Japón. Otra previsión más reciente situaba el consumo específicamente de los sistemas de IA en 15 GW, equivalentes a 15 centrales nucleares medias, o toda la electricidad consumida por Holanda. De hecho, se calcula que el conjunto mundial de centros de datos consuma mayor energía eléctrica que todos los coches eléctricos del mundo.

Es en este panorama de demanda que hay que entender movimientos pioneros como el de Microsoft, que ha firmado un acuerdo para comprar energía de la central nuclear de Three Mile Island, en Pensilvania, que será reiniciada por Exelon Generation para atender la demanda de los centros de datos de Microsoft. Esta central, que dejó de funcionar en 1979 tras sufrir un accidente parcial de fusión del núcleo, se convertirá ahora en el Crane Clean Energy Center, y se prevé que vuelva a operar en 2028.

Este acuerdo es paradójico , ya que Microsoft vuelve a poner en funcionamiento una central con un pasado controvertido, que llegó a inspirar películas como El síndrome de China, protagonizada por Jack Lemmon, Jane Fonda y Michael Douglas. Sin embargo, la empresa argumenta que la energía nuclear es una fuente de energía limpia y fiable, necesaria para alimentar a sus centros de datos y cumplir sus objetivos de sostenibilidad.

Por su parte, Amazon –que es el principal proveedor mundial de servicios en la nube vía la filial Amazon Web Services (AWS)– está invirtiendo en pequeños reactores modulares (SMR, por sus siglas en inglés) mediante su participación en la empresa X-Energy de desarrollo de reactores.

Según sus partidarios, los SMR ofrecen varias ventajas en comparación con los reactores nucleares tradicionales: cuestan menos de construir porque se realizan con módulos prefabricados; son más seguros porque son más pequeños; la refrigeración es pasiva, lo que les hace más resistentes a los accidentes, pudiendo adaptarse a las necesidades energéticas específicas de cada ubicación. Por eso las empresas tecnológicas que buscan fuentes de energía limpia y fiables para sus centros de datos les han abrazado, empezando por OpenAI: su CEO Sam Altman reclamaba hace meses un reactor nuclear compacto junto a cada centro de datos.

En esta línea, Amazon ya ha anunciado dos alianzas: una con Dominion Energy para instalar un SMR cerca de la central nuclear de North Anna (Virginia) y otra con Energy Northwest para instalar cuatro reactores de X -Energy en Washington. Estas inversiones podrían proporcionar más de 5.000 MW de energía a finales de la década de 2030, con posibilidad de ampliarse.

Google, la tercera empresa en discordia en el mercado de la nube de datos público, ha suscrito un acuerdo con Kairos Power para comprarle energía nuclear de los diversos SMR que tiene previsto desarrollar. El primer reactor de este acuerdo, que se espera que entre en funcionamiento en el 2030, utilizará sal fundida como refrigerante en vez de agua. Se prevé que la tecnología esté disponible hasta 2035. El acuerdo aportará 500 MW de energía a la red.

Meta encarga una gran planta nuclear

En esta carrera para abrazar la energía nuclear, cuando sólo ha pasado una década desde el accidente de Fukushima, Meta ha anunciado esta semana una convocatoria de propuestas para construir una nueva planta nuclear en EEUU. El objetivo es añadir de 1 a 4 GW de nueva capacidad de generación nuclear a partir de principios de la década de 2030. Esta convocatoria abierta busca socios que puedan gestionar todo el ciclo de vida de la instalación, desde su ubicación y los permisos hasta la construcción, financiación y operación.

A diferencia de las otras empresas, Meta no ha especificado qué tipo de reactor quiere ni dónde lo pondrá. Sin embargo, se sabe que la empresa planea dedicar entre 5.000 y 10.000 millones de dólares a construir un nuevo centro de datos multimillonario en Luisiana, adyacente a una nueva planta de gas natural de la energética Entergy.

La paradoja de la IA: eficiencia energética y demanda disparada

La IA, al tiempo que impulsa la demanda energética de los centros de datos, también se está utilizando para gestionar de forma más eficiente la producción y la distribución de electricidad. Esta paradoja destaca la complejidad de la transición energética en la era digital.

Por un lado, la IA puede optimizar la red eléctrica, reducir las pérdidas e integrar de forma más eficiente las fuentes de energía renovables. Por otro lado, la creciente demanda de los centros de datos de IA pone presión sobre la red y exige soluciones energéticas a largo plazo, como la energía nuclear.

Hay que tener presente que, según la consultora Ember, el 80% de la energía consumida en el mundo todavía procede directamente de combustibles fósiles, y la electricidad que representa el otro 20% se reparte en un 33% de renovables, un 33% de carbón, un 24% de gas y sólo un 9% nuclear.

Por tanto, este es el segmento más prometedor, a pesar del contexto: hace unos días salió a la luz la carta que el ministro de Energía de Alemania, que está inmersa en el proceso de apagón de todas las sus centrales nucleares, envió hace unos meses a su homóloga francesa para preguntarle si Francia estaría en condiciones de atender el futuro déficit de electricidad alemán gracias a la apuesta sostenida de nuestros vecinos del Norte por las nucleares. En el fondo, la clave es semántica: ya hay quien insiste en incluir la nuclear en la categoría de energías renovables.

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