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Pitia era la sacerdotisa que, en Delfos, pronunciaba sus oráculos en un estado de tráfico, poseída por Apolo. El nombre le viene de pitón, la serpiente terrible que habitaba la caverna donde después se construiría ese templo, así que podemos imaginarla con una ominosa lengua viperina. La imagen encaja a la perfección con cierta tendencia de la prensa española que, a la manera de las pitonizas, publica portadas no sobre lo ocurrido sino sobre lo que cree que va a ocurrir. O, mejor dicho, sobre lo que cree que debería ocurrir. Veamos este titular de primera página de La Razón: "El fiscal general llega al Supremo con todo en contra". La pieza es un revoltijo que no acaba de desgranar qué es exactamente este "todo", pero que dedica la mayor parte de su espacio a recoger los argumentos del APIF, la conservadora y minoritaria asociación de fiscales que ha conseguido llevar el su jefe orgánico frente al Supremo. En todo caso, pocas horas después de que el diario apareciera en el quiosco, el lector ya sabía que Álvaro García Ortiz había superado el trance, y nada menos que con el voto unánime de los cinco jueces que han analizado si debían descabalgarlo. Menos mal que lo tenía todo en contra: lo llega a tener a favor y lo coronan rey, premio Planeta y pichichi de la Liga.
La Razón es el clásico diario que se escandaliza cuando detecta presiones a los jueces –que invariablemente califica de ataques– pero es la primera que se apunta a intentar decantar la balanza de la justicia con campañas mediáticas poco sutiles. El Mundo hacía lo mismo, en su caso con el titular "El juez desarma a García Ortiz a 48 horas de su declaración". al día siguiente para confiar en la desmemoria y, de presunta pitón pasas a colobreta.