Y tú, ¿has mordido ya a algún castellanohablante, hoy?

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Vivo estos días con enorme preocupación. Resulta que la gata de casa, que adoptamos de pequeña, se llama Queta –lo juro– porque le gustaba roer y al chaval le hacía pensar en la mascota urdida por la Generalitat, esos dientes saltadoros de juguete de cuerda. Pero ahora temo tenerla que dejar en la gasolinera más cercana. Leo la siguiente noticia en El Debate: “La Generalitat reparte por las aulas imanes y cromos de la Queta, la mascota que muerde el castellano”. Dice el medio que se trata de “una dentadura gigante que desea comerse al español en las aulas”. Denuncia que su mensaje es “inequívoco” y sólo se me ocurre decir aquello de “quien piensa mal, da mal”, porque en lugar de los materiales que promocionan Queta se habla de ir en contra del español o cualquier otra lengua. Sencillamente, era la idea de relacionar el catalán con algo simpático, como una boca con patas dando saltitos para animar a la gente a soltarse y hablarlo. Según la noticia, el Gobierno quiere actuar "donde aún queden restos de español". Resquicios, lo llaman. Supongo que uno de los pocos lugares de Catalunya donde quedará algún residuo mínimo de español es justo en mi casa, donde hay libros de Javier Marías, discos de Siniestro Total o películas de Víctor Erice. Y ahora no duermo pensando que, en cualquier momento, me despertaré escuchando el ruido de la Queta de casa trinchando mi biblioteca. Y no quiero pensar en las visitas, glups. "Se pretendía fulminar al español de la vida pública", insiste la noticia deEl Debate, después de decir que la Generalitat se gastará 56.000 euros en merchandising.

La Queta en una imagen de archivo.

Hay algo que no me cuadra, sin embargo. Si con 56.000 euros es suficiente para fulminar una lengua, ¿cómo es que el españolismo tronado y mentiroso, que le ha dedicado muchos más, aún no ha salido adelante?

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