El mejor español de la historia

'Lo mejor de la historia', en TVE.
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La noche del sábado, La1 de RTVE cerraba, tras seis emisiones, el proceso de selección del mejor español de la historia. Lo mejor de la historia arrancó el mes pasado con una propuesta inicial de cincuenta candidatos y candidatas, de distintos ámbitos y épocas. La elección inicial no estuvo exenta de polémica, especialmente en términos de paridad: sólo había diez mujeres entre los cincuenta finalistas. Un comité de expertos escogió ciento cincuenta nombres y, después, una empresa de demoscopia realizó una encuesta a una muestra representativa de la población española de la que se escogieron a estos cincuenta finalistas. Utilizaron, por tanto, el rigor estadístico para justificar el sesgo, casi como un mal inevitable. Sin embargo, el programa, con la periodista Silvia Intxaurrondo a la cabeza, en vez de rehuir el sesgo le convirtió en tema de debate y en la última emisión recordaron a las mujeres que quedaron fuera del concurso como homenaje.

El día de la final quedaban cinco candidatos: El poeta Federico García Lorca, la reina Isabel I, el navegante Cristóbal Colón, el escritor Miguel de Cervantes y el médico y científico Santiago Ramón y Cajal. Cinco expertos presentes en el plató defendían a cada una de las personalidades. Invitados muy bien elegidos porque más allá del conocimiento que tenían del personaje demostraron una gran habilidad comunicativa. Sus explicaciones fueron el plato fuerte del programa. También contestaban preguntas incómodas sobre los aspectos más oscuros de la biografía o puntuaban las virtudes de sus rivales en cuanto a genialidad, legado, liderazgo, valentía y humanidad. Cuatro famosos aportaban la parte más distendida, interrogando a los expertos y haciendo de abogados del diablo. En una primera votación de la audiencia cayeron Colón, que quedó en quinto puesto; Cervantes, cuarto, y Lorca, tercero. Por tanto, la batalla final para escoger al mejor español de la historia se disputó entre Isabel I y Ramón y Cajal. El formato televisivo, creado por la BBC, es interesante y divertido e Intxaurrondo le gobernó con dinamismo y talante festivo. Otro aspecto muy cuidado del programa eran los vídeos divulgativos sobre los finalistas, porque no tenían inercia wikipédica. Múltiples expertos de distintos ámbitos, desde ministros a personalidades relevantes de distintos campos, aparecían para argumentar las virtudes del candidato. Un plató elegante y ambicioso, el cuidado por los detalles, una selección exigente de especialistas y una Intxaurrondo impecable en la ejecución consiguieron atribuir al programa un aire majestuoso con el punto justo de espectáculo sobrio. Festivo pero contenido. Por último, el neurocientífico Ramón y Cajal ganó la votación con un resultado muy ajustado. La ciencia se impuso.

Lo mejor de la historia es un show siempre que se entienda que la votación no es un ejercicio de eliminación para despreciar a nadie, sino que todo el proceso de selección es una celebración del talento que forma parte del patrimonio del país. Si se hace bien, es el equilibrio perfecto entre cultura y entretenimiento.

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