Con la alegría de la criatura que desenterra del jardín una caja de latón y alardea de un tesoro que no son más que cuatro rampoines oxidadas, El Mundo muestra en portada su fabuloso hallazgo: una fotografía en la que se ve a Pedro Sánchez posando con el empresario del caso Koldo. Lo exhiben como prueba definitiva de una relación entre ambos que no queda acreditada, más allá de que el hombre se coló en un acto con varios cientos de personas más y logró hacerse una selfie con el líder del PSOE. El titular del diario es “Pedro y Víctor”, así, por los nombres de pila, para infundir la idea de una gran familiaridad entre ambos. La copulativa (con perdón) insinúa que ambos van de la mano. Mario y Jeannette. Bonnie y Clyde. Zipi y Zape. Oliver y Benji. Etcétera. Todo el despliegue editorial se orientaba al mismo objetivo político (que no periodístico): convertir esta estampa en el equivalente a la foto de Alberto Núñez Feijóo con ese narcotraficante. Es decir, apestarlo por contagio instagramático. En la web venían que tenían un álbum sobre Pedro y Víctor, pero más allá de esta foto, el resto eran vistas del auditorio donde ambos coincidieron. Todo muy forzado, como cuando escribían que el empresario llegó a estar “a escasos 50 metros de José Luis Ábalos”. Hombre, significa que dentro del teatro cabía una piscina olímpica entre ambos.
Y, por cierto, el diario explica que la imagen procede de los dispositivos del empresario encarcelado que están siendo investigados por la UCO de la Guardia Civil. Supongo que el diario, que tan beligerante ha estado con la privacidad del novio de Ayuso por sus temitos con Hacienda, denunciará ahora con el mismo entusiasmo que esta estampa se haya escapado del control policial. Pero, por si acaso, esperaré sentado.