¿Los políticos aceptan que la prensa tiene que ser independiente?
La fiesta de aniversario del ARA sirve como momento de reflexión sobre el futuro del sector
Barcelona¿Qué interesa a la gente? ¿Sobre qué le gusta o quiere informarse? Esta pregunta, siempre incierta, con respuestas nunca del todo contrastadas, se formula cada día en las redacciones de todos los medios de comunicación del mundo. Aprovechando que hoy es la noche del ARA y que he llegado pronto al Palau de la Música, improviso una pequeña encuesta a veinte personas de la calle. No pasa desapercibida la fecha del día, 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres: seis personas me responden que la violencia machista. Dos mencionan el Barça. Una pareja de turistas de vacaciones prefieren la política internacional. Una persona está bien informada sobre el pacto de presupuestos, por lo tanto, supongo que le gusta estar informado sobre la política catalana. Nueve personas no lo saben y no responden. Elocuente, este último parámetro. ¿Qué podría hacer que estas respuestas vacías se llenaran de contenido y, sobre todo, de motivación e interés por la actualidad que explican los medios? Y, todavía más allá, ¿qué podría redundar positivamente en la conexión entre ciudadanía y medios de comunicación?
La fiesta del ARA siempre es una celebración del periodismo y, dependiendo del año, siempre tiene otros motivos de interés, de reflexión, de interpelación conectados, adheridos como influjos de relación entre el periodismo y la realidad que explica. Este año, los invitados al acto del Petit Palau no esconden la satisfacción por haber podido recuperar los espacios colectivos gracias a las bondades de la vacunación, claro. La noticia del día es la implementación del certificado covid en bares y restaurantes, un nuevo escalón en el crescendo que la pandemia impone para la agenda social y mediática desde hace un año y medio. Es interesante el resumen de noticias del último año que ven los asistentes en un vídeo: las primeras vacunas, Biden presidente, la liberación de los presos, Aragonès president, el adiós de Messi, el volcán de La Palma... y acabando, esta semana, con el enésimo embate contra la inmersión lingüística. Entre los asistentes, José Montilla, Jordi Martí, Joan Ignasi Elena, Ferran Mascarell, Joaquim Forn, Marcel Mauri, Ernest Maragall, Albert Batet y Salvador Illa. Batet, Illa y Elena conversan animadamente sobre el pacto de gobierno en Alemania que hará posible que Olaf Scholz sea el próximo presidente. Al ver la variedad de siglas políticas en la conversación alguien se exclama de la transversalidad del metro cuadrado en donde se encuentran. “¿Todo bien? ¿Todo en orden?”, pregunta Isla a Elena. “Sí, de momento parece que estos días sí que se sabe llover como toca”, responde. El conseller de Interior y el primer secretario del PSC hacen después un aparte para conversar discretamente. Elena también conversará largo rato con Montilla cuando acabe el acto.
Es complicado escoger entre las afinadas consideraciones sobre periodismo que hacen Ferran Rodés, Esther Vera y Antoni Bassas. Revelador y preocupante el dato que da el presidente del ARA: “En España, uno de cada tres ciudadanos no se creen lo que explican los diarios”. Revelador, preocupante y me temo que también un poco conectado con el NS/NC de la encuesta inicial. Imposible pasar por alto, en este sentido, la penetrante y muy sincera reflexión final de Joan Ignasi Elena: “A los políticos nos cuesta aceptar al 100% que la buena prensa tiene que ser independiente”. La primera vez que oigo hacer esta autocrítica tan clara y, sobre todo, tan precisa, a un político. El primer paso en la resolución de los problemas pasa, dicen, por la aceptación de que existen.