El quiosco no le compra al rey sus memorias de azúcar
El libro Reconciliación del rey emérito ya se ha publicado en Francia y esta anomalía editorial ya es el primer síntoma de cómo todo lo que rodea al personaje de Juan Carlos es, por decirlo suave, pintoresco. Después de décadas de gara-gara, este jueves sólo laAbc le dedica una portada amable, destacando una muy cerrada cita: "Yo di a los españoles una democracia. Es mi herencia". ¿Cómo será la prevención y el cordón sanitario que ni siquiera La Vanguardia le ofrece asilo en portada. Tampoco lo hace La Razón, pero esperarán en diciembre, cuando Planeta –de su mismo grupo editorial– publicará la edición en español. En Cataluña, de hecho, sólo El Periódico lo recoge en portada, y es para clavarle un recinto: "Juan Carlos I pierde la ocasión de rendir cuentas".
En todo caso, la medida exacta del drama la da la hilera trasera del quiosco: la del papel couché. Allí la condena es casi conmovedora. "Así hizo sufrir a Juan Carlos en Leticia. Humillaciones públicas y rumores maliciosos", se exclama Lecturas. "El rey Juan Carlos pide perdón a la reina Sofía", afirma Semana, poniéndolo de rodillas. "Todos los dardos de sus memorias dirigidos a su familia", remacha Diez minutos, tratándolo de pérfido irredento. Para el público popular y lector de la prensa rosa, su legado no será haber llevado graciosamente a la democracia sino haberle trabucado a Sofía su corona a cambio de una real cornamenta y la petición de silencio. Juan Carlos es la imagen de cómo internet, pese a sus mil y un problemas, ha roto los monopolios informativos. Porque, conviene recordarlo, el campechano que ahora todos se apresuran a criticar dominó el relato durante el grueso de su mandato. Y no era por ignorancia. Simplemente, ningún medio se atrevía a decir, aun sabiendo, que el emperador iba desnudo. Y no sólo metafóricamente.