Entrevista

Vicent Sanchis: "TV3 ha sido utilizada para ir contra el independentismo. Y no a la inversa"

Periodista, exdirector de TV3

9 min
Vicent Sanchis, periodista y ex director  de Tv3

BarcelonaIba diciendo que quería estar diez meses y se ha quedado cinco años como director de TV3. Y no cinco años cualesquiera. En esta entrevista, Vicent Sanchis hace balance de su mandato y habla con la plena libertad de haberse sacado ya el corsé del cargo.

Antes de que pasen cinco meses tendría que haber nueva dirección en TV3. ¿Cómo se explica que lo hayan cesado ya y se haya abierto un periodo de interinidad?

— Hay gente que tiene unas ganas de revancha que no entiendo. Ahora vienen tiempos nuevos, gente nueva: tendrían que ser más generosos, seguir la ley que han aprobado y estar más tranquilos. Y, si ahora tocaba seguir tres meses más con las direcciones que había en TV3 y Catalunya Ràdio, pues hacerlo. Pero, vaya, es anecdótico.

¿Revancha de qué, exactamente?

— Lo tienen que decir ellos eso. Yo solo la constato. Y recuerdo que no puede ser un ánimo minoritario, porque no habría podido triunfar, entonces. Si hay siete miembros en el nuevo consejo de gobierno, como mínimo una mayoría de cinco están de acuerdo en este acto de revancha absurdo, infantiloide y triste.

"Claro que a Sanchis esto se lo haremos pagar, porque esto es un antes y un después". Supongo que reconoce la frase.

— Pues sí que fue un antes y un después, sí...

La dijo Pilar Rahola a David Madí, en una conversación telefónica pinchada por la policía y filtrada. Y otra frase: "Que Carles Puigdemont le diga a Sanchis que no lo perdonará y el otro se le mee...". ¿Ve un nexo de causa y consecuencia entre lo que ha pasado esta semana?

— Pues no lo sé, porque en el caso de Junts ha cambiado muchísimo la gente. Y como es un partido que todavía es incipiente, a saber.

¿Se ha sentido protegido por el consejo de gobierno de la Corporación que lo nombró?

— El 90% de los casos, sí. Estaba muy bien, aquel consejo, porque había gente que había sido nombrada por algunos partidos que ya no existían. Y, claro, al final, hacían las cosas porque consideraban que tenían que ser de una determinada manera.

Pues hablemos del 10% restante.

— Ha habido algunos momentos de enfrentamiento. Y es lógico, porque no puede ser que todo sean maravillas. Por ejemplo con el asunto de la renovación del contrato de Nuria Roca. Yo no estaba de acuerdo con aquella decisión de la presidencia. Tiempo atrás, ella se había metido con algunos personajes importantes del Govern, con ironía. Y dentro de nuestro consejo de gobierno esto provocó una reacción que yo no compartí. Acabaron cancelando el contrato sin mi aprobación. Es que la gente no lo sabe, pero los directores de los medios mandan muy poquito.

¿Quién manda, entonces, si no lo hace el director?

— Manda todo el mundo. Hay un equilibrio que es perfecto e imperfecto, a la vez. El consejo de gobierno mandaba, pero también un poco mandábamos los directores de los medios. Y las direcciones corporativas. Y, en cuanto a los contenidos, mandaban también los consejos profesionales, el comité de empresa, el consejo de redacción... Entre absolutamente todos nos teníamos que apoyar e ir cediendo: estira i amolla ['tira y afloja'], que decimos en Valencia.

Explicado así, parece un planteamiento más cercano a la CUP que al de una empresa pública con más de 2.000 trabajadores.

— La CUP estaría contenta de escucharlo, pero tampoco es eso. Al final alguien sí que toma las grandes decisiones. Yo era el responsable legal y penal de todo aquello que se emitía por la parrilla. Y resulta que el presidente o presidenta de la Corporación eran también responsables como gestores administrativos máximos. Esto creaba la necesidad de llegar a acuerdos con todo el mundo para que nadie se sintiera excesivamente agredido. Y creo que lo hemos hecho bien.

¿TV3 tiene una buena marca?

— ¿Usted qué cree?

Que depende de a quién se lo preguntes.

— ¡Oh, como todas!

La cocacola le gusta a todo el mundo. O eso sugiere la frase hecha: triunfar más que la Coca-Cola.

— ¡Una mierda! A mucha gente le gusta, pero a mucha gente no. Es imposible gustar a todo el mundo. Y, dicho esto, TV3 ha sido utilizada durante cuatro o cinco años para ir contra el independentismo. Y no a la inversa, como dicen los que lo acusan de ser una máquina de agitación y propaganda. Dicen esto porque quieren anular la única televisión de este país que toma el catalán como eje central, que cree en información de proximidad hecha desde aquí y en una manera de interpretar el mundo catalana. Como TV3 no dice lo que dicen TVE, Telecinco o Antena 3..., fuera. Hay una profunda mala leche cósmica contra TV3.

Comparaciones con bebidas carbónicas a parte, lo cierto es que el PSC –y todo lo que queda a partir de allí en el eje nacional– asegura que TV3 solo trabaja para la mitad del país.

— El PSC, que ahora tiene tres cargos nombrados a propuesta de ellos de un total de siete consejeros, tendría que entender de una vez que TV3 también tiene que ser su televisión. Que ya lo es.

Pero si no la sienten suya...

— Si en el PSC no sienten suya TV3, que se vayan fuera del consejo de gobierno. Y, si se la sienten propia, como hace una parte importante del arco parlamentario, que hablen, que dialoguen, que lo trabajen. Dicen: "Oh, es que esto es culpa de TV3". Es posible, pero también tendríamos que ver qué inclinación nacional ha tomado el PSC en los últimos cinco años. Qué gente votaba antes al PSC y qué gente los vota ahora.

El humor de TV3 suele estar bajo la lupa. ¿TV3 ha repartido de manera equitativa sus ironías?

— Solo hay que ver Polònia, como máximo exponente del humor de la casa. Y que no tiene cinco años, que es el tiempo que yo he estado. Ningún partido político está de acuerdo con Polònia, pero hay algunos que han acentuado más la nota y han dicho que iban contra ellos. Ahora bien, preguntémosle al presidente Puigdemont, al presidente Torra o al presidente Mas si están contentos con Polònia.

¿Bricoheroes se ha entendido?

— No se ha entendido mucho. Ahora bien, como estaban en el centro de la polémica, esto fue conduciendo a los creadores del espacio hacia actitudes que yo no vi claras. En algún momento acabaron creyendo que ellos eran los representantes de la libertad de expresión. Y lo son, pero esto no da carta blanca para decir lo que te dé la gana desde una televisión pública.

Asumiendo que Domínguez y Peyu hacían unos personajes autoparódicos, también es cierto que en la literalidad del guion recibían unos más que otros.

— Más allá del acierto o no del equipo que lo hacía, el programa atraía mucho a un tipo de público heterodoxo y joven. Y al margen de esto los cogieron como chivo expiatorio de la televisión: ellos serían los que pagarían por todos y servirían para hacer la crítica fácil. Y creo que ellos no fueron suficientemente conscientes e inteligentes para actuar de forma que permitiera desautorizar la crítica o matizarla. Solo en este sentido no lo hicieron bien.

Durante su mandato ha aparecido una corriente crítica, con mucha capacidad de levantar la voz en Twitter, que habla de TÑ3. Consideran que TV3 ha traicionado su compromiso nacional con el país y la lengua. ¿Cómo las ha vivido estas críticas?

— No tengo más remedio que aguantarlas, como las otras. Quien dice que es un aparato de propaganda independentista, miente. Y quien dice que es un aparato de castellanización hispanófilo, también. Una mentira que, en algunos casos, se hace desde la buena fe. Pero la gente que cree que TV3 se castellaniza lo dice porque no la ve suficiente. Ahora, todo esto está provocado, ¿eh? Y quizás algún día algunos señores tendrían que explicar por qué colgaron según qué tuits.

¿Señores con cargos públicos?

— Evidentemente. Pero también sin cargos públicos. Gente a quien yo respeto muchísimo, pero no entiendo. Hay gente que empezó a criticar TV3 por españolista desde cargos públicos por interés político. Pero también desde fuera de los cargos y eso no lo entiendo.

¿Habla de personas como Lluís Llach por mencionar a un crítico notable?

— Por ejemplo. No lo entiendo. No-lo-entiendo. Y me sabe muy muy mal que no me haya llamado para hablar. No entiendo cómo ha sido tan inconsciente e irresponsable.

¿No cree que hay críticas genuinas?

— Las campañas no son espontáneas nunca. Lo que pasa es que después hay mucha gente que se añade espontáneamente. Y no puedes adjudicar la malicia de los creadores de la campaña a la gente que se apunta porque consideran que tienen razón. Y, en cualquier caso, ¿dónde lo pone que ahora hay más castellano? ¿Qué estadística lo avala?

Los personajes que hablan castellano en las ficciones suelen recibir.

— ¿Cuánto de castellano se habla en el Parlament? ¿Y en la ciudad de Barcelona? ¿Y en Catalunya? Y todo esto..., ¿cómo lo tenemos que gestionar? Si una telenovela es capaz de coger a un personaje que habla en castellano y los otros le hablan en catalán, e intentan integrarlo en una manera de vivir que tendría que ser la normal en un país normal..., ¿estamos cometiendo un pecado? ¿O tiene una intención bastante más inteligente, con perdón, que los burros que lo critican?

Vicent Sanchis, periodista y exdirector de TV3.

Se marcha con una imputación bajo el brazo, pendiente de resolver, por los anuncios del 1-O.

— ¡Yuju!

¿Qué perspectivas tiene sobre este tema?

— Hostia, esto no lo tendría que decir, pero perder el juicio, claro. (Ríe). Estábamos allí, pasamos una publicidad de la Generalitat, que era una indicación del Govern por una campaña del propio Govern. Nos dicen: ustedes tendrían que haber reventado esto. Pero la instrucción del Constitucional solo decía que no teníamos que ayudar al referéndum. ¿Esto incluye desobedecer a la Generalitat por una campaña de publicidad institucional? Siempre interpreté, y lo digo con una cierta ironía, que intentar fomentar el referéndum era poner mesas electorales en la redacción. Cosa que no hicimos.

¿Hay gente en deuda con usted?

— No. Yo estoy en deuda con ellos. Me lo he pasado muy bien estos cinco años y hemos hecho cosas importantes. Estoy profundamente agradecido a la televisión y a su gente.

Ha escrito una breve carta de despedida a la plantilla. ¿Reacciones?

— Entre quienes me han contestado, ha habido un par de reproches que pienso que tienen razón. Alguien se me quejaba de que el canal Super 3 ha sufrido mucho. Es cierto. En unos años tan bestias me decanté por mantener el liderazgo de TV3, porque era importantísimo consolidarlo. Pero el resto de los canales quedaron afectados. Otra respuesta decía que TV3 tendría que haber sido una televisión más de país. Bueno, yo creo que sí, pero... mire usted en qué país vivimos.

¿Cómo podría TV3 ser "más de país"?

— Que pensara en los Països Catalans, que recordara que en la Catalunya Nord no entienden el castellano, que prescindiera de tantas referencias madridcéntricas y españocéntricas. Pero sería una televisión de país... que no sería la del país real que tenemos. El problema es que entre la televisión que queremos o querríamos algunos –¡yo incluido!– y la del país real... la distancia sería excesiva.

Los gobiernos de los últimos 10 años, más allá de decir que TV3 es importante, ¿han apostado por ella?

— No.

Desarróllelo.

— Han apostado por que continuara, pero no por que TV3 se adecuara al momento que vivimos. No han dicho: nosotros aportamos más fondos públicos y, por lo tanto, esto conllevará más potencia y más capacidad para cumplir la misión que tiene encomendada, con una parrilla llena de contenidos competitivos. No han decidido que se tiene que cambiar el modelo para adecuar la dimensión empresarial de la Corporación a los tiempos que vivimos y esto querría decir hacer un acuerdo con la plantilla para reducir el gasto de personal. La conclusión es que, si quieres una televisión nacional..., no puedes pagar una televisión autonómica.

Firmó para ser director cinco meses antes del 1-O. ¿Sabía a qué se apuntaba?

— No solo lo sabía, sino que vine para eso. Para vivirlo en primera línea, que soy periodista, un oficio antiguo y terrible. Tenía ganas de hacer tanto como pudiera para que este momento histórico fuera provechoso para el país.

¿Cómo lo ha visto, el 1-O y su gestión posterior, más allá de su faceta de director de TV3?

— (Ríe). Yo soy valenciano y agnóstico. Conozco bien a mi pueblo... y a mi otro pueblo, que también considero mío. Y somos muy complicaditos. Fuera de mi función en TV3, ostras, yo no me lo creía. Pero, aunque no me lo creyera..., ¿cómo podía renunciar a vivir esto y a trabajar para que esto fuera interesante y provechoso? Este país será libre, será pleno, será otra cosa... cuando los catalanes quieran. Punto.

Tiene fama de duro y exigente. Séalo con usted mismo y hágase un par de autocríticas.

— Pienso que he tenido muy poco margen, porque la responsabilidad de las decisiones recaía en el consejo de gobierno. Pero, dicho esto, creo que en algunos momentos, como me ha pasado toda la vida, he tenido demasiado ego. Y podría haber evitado algunas críticas a TV3, que seguramente iban dirigidas a mí, ahorrándome un poco de exhibición. En la vida, siempre me acabo diciendo: ¡Ay, Vicentico, relájate! Pero no lo puedo evitar. Y la otra, puesto que me pide dos...

Si tiene más tampoco lo pararé.

— No, con dos ya está bien y la primera es bastante bestia. ¿La segunda? Tendría que haber hablado más con la gente de allí dentro. Delegué demasiado en mi equipo.

¿Y a partir de ahora...?

— A partir de ahora, ¡la vida! El trabajo que pueda hacer en prensa. Escasas tertulias, tanto como pueda evitarlas. Y que se preparen. Que hasta ahora a mí me disparaban y yo disparaba poquito y en genérico... Pero ahora, si alguien me dispara, trataré de dispararle también y de pasárnoslo bien todos juntos, otra vez. ¡Volvemos a la vida!

En RAC 1 dijo que tenía enmarcada en el lavabo la carta que le entregó Inés Arrimadas con una propuesta de dimisión. Algún medio lo dio por bueno y todo. Dígame, por favor, que era broma.

— Evidentemente. ¡Eso quisiera ella...! Sería darle demasiada importancia.

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